Ante los seleccionadores del festival de Venecia ha aparecido en los últimos meses una avalancha de cine. Tras un certamen de 2020 sin grandes nombres y en plena crisis sanitaria, al parecer este año muchos querían estar en La Mostra. “Se han sumado, prácticamente, las candidaturas de dos ediciones”, ha explicado este lunes su responsable artístico, Alberto Barbera. Y no solo: “Nos ha sorprendido la calidad media, más alta de lo habitual, como si la pandemia hubiera estimulado la creatividad de todos”. A saber. Lo cierto es que el festival ha presentado este lunes una ambiciosa programación con la que busca enseñar al séptimo arte el camino de vuelta a la esperanza. El italiano Paolo Sorrentino, los estadounidenses Paul Schrader y Maggie Gyllenhaal, la neozelandesa Jane Campion, el chileno Pablo Larraín, el mexicano Michel Franco, el venezolano Lorenzo Vigas y el dúo argentino Gastón Duprat y Mariano Cohn son algunos de los nombres que optarán al León de Oro en el certamen, que se celebrará entre el 1 y el 11 de septiembre. En la competición estará también Madres paralelas, de Pedro Almodóvar, encargada de inaugurar el festival.
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La pandemia, en realidad, continúa. Y los números de contagios crecen en varios países. También avanza, sin embargo, la vacunación. Y en todo caso, después de lograr celebrar de forma presencial un certamen en 2020, mientras muchos fiaban sus filmes a internet y hasta Cannes se tuvo que rendir, los organizadores de La Mostra ven con optimismo y alivio esta edición. Habrá “protocolos estrictos”, certificados verdes y aforo limitado (de momento) a la mitad. Pero también habrá grandes estudios, como Universal, Disney o Netflix. Barbera ha hablado de “un poderoso regreso de los americanos”. Lo que también trae de vuelta a los divos. Además brillarán las estrellas españolas Antonio Banderas y Penélope Cruz, protagonistas junto con el argentino Oscar Martínez de Competencia oficial, la despiadada parodia del ego de actores y cineastas que han filmado Duprat y Cohn.
Menos sonrisas, a priori, ofrecen los otros directores más conocidos en competición. Sorrentino relata en È stata la mano di Dio la prematura muerte de sus padres y su juventud truncada. “Sé lo que es ser adulto desde los 16 años, y eso alimentó un sentimiento de melancolía”, contaba el cineasta a El País Semanal hace unos años. Schrader vuelve con The Card Counter a temas como la culpabilidad, la redención o la sed de venganza. Con Spencer, Larraín mete a Kristen Stewart en la piel de la princesa Diana el fin de semana en que decide divorciarse de Carlos y de la omnipresencia de la familia real británica. Campion regresa con The Power of Dog, adaptación de la dura novela homónima. E incómodo resulta también otro libro, La hija oscura, de Elena Ferrante, que Gyllenhaal ha decidido llevar al cine para su debut tras la cámara. Tras escandalizar el año pasado a La Mostra con Nuevo orden, Franco presenta otra obra que promete polémicas, Sundown. Y La caja, de Vigas, tendrá que lidiar con las expectativas que genera el segundo filme de un creador que con su ópera prima, Desde allá, obtuvo el León de Oro.
Tráiler de ‘Madres paralelas’, de Pedro Almodóvar.
Tras años de presencia femenina casi invisible, con una o dos directoras en competición, y consecuentes protestas, tal vez algo esté cambiando en La Mostra. El año pasado ocho creadoras participaron en la pugna más importante. Y una, Chloé Zhao, ganó, con Nomadland. Esta vez, cinco mujeres intentarán hacerse con el León de Oro. Más de lo habitual, menos que el año pasado y lejos, en general, de la igualdad. Un 26% de las películas de la sección oficial está dirigida por mujeres. En la competición principal estarán también Captain Volkonogov Escaped, de los rusos Natasha Merkulova y Aleskey Chupov, ambientada en la época de las purgas estalinianas; L’Événement, de la francesa de origen libanesa Audrey Diwan, adaptación muy cruda —”con momentos incluso desagradables”, según Barbera— de la novela homónima sobre una joven que quiere abortar en la Francia de los setenta, que lo prohibía; y Mona Lisa and the Blood Moon, otra obra extraña que se suma a la filmografía peculiar de Ana Lily Amirpour, sobre una chica con poderes que huye de la clínica donde la retenían.
Al anunciar la tradicional presencia italiana, Barbera ha ofrecido una explicación adelantada de su aumento. “No se trata de querer apoyar a toda costa nuestro cine en dificultad, sino que supone el reflejo de una cinematografía en estado de gracia”, ha señalado. El veredicto, al final, lo darán las salas. Pero a Sorrentino se suman Qui rido io, de Mario Martone, sobre un cómico napolitano; Il buco, de Michelangelo Frammartino, obra sin música ni diálogos centrada en la hazaña de unos espeleólogos; Freaks Out, de Gabriele Mainetti, el esperado regreso del director que sorprendió a Italia con la personalísima Le llamaban Jeeg Robot; y America Latina, de los hermanos D’Innocenzo.
Completan la competición Un autre monde, de Stéphane Brizé, sobre el mundo del trabajo; Illusions Perdues, de Xavier Giannoli, que adapta la novela de Balzac; On the Job: The Missing 8, largo de más de tres horas y media del filipino Erik Matti —aviso de Barbera a navegantes: “Habrá muchos filmes muy largos”—; Leave no Traces, del polaco Jan P. Matuszynski, y Reflection, de Valentyn Vasyanovych.
Más allá de la competición, se verá un documental sobre Leonard Cohen y el último largo de Ridley Scott, la reconstrucción fílmica de los días en los que la covid arrasó la ciudad de Bergamo y un corto que promete imágenes devastadoras sobre la represión en Myanmar. Scenes from a Marriage, reinterpretación del clásico de Bergman, ocupará el tradicional espacio para las series y el ya anunciado estreno de Dune, de Dennis Villeneuve, dirá si tanta espera ha merecido la pena. México, Brasil, Uruguay y Bolivia enviarán filmes a La Mostra, que también acogerá su primer corto en euskera (Heltzear, del vasco Mikel Gurrea), Eles transportan a morte, de los españoles Helena Girón y Samuel M. Delgado en la sección paralela de la Semana de la Crítica, y obras, en general, de 59 países. Todo para afirmar que el cine sigue vivo, pese a todo. Ya lo dijo el presidente de La Bienal, que organiza el festival, Roberto Cicutto: “Lo importante es estar”. Para el séptimo arte, en estos tiempos, no es poco.
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