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El fiasco de AstraZeneca pone en peligro la estrategia de la UE para superar la crisis sanitaria y económica


Oxford, tenemos un problema. Un problema grave. La vacuna contra la covid desarrollada por la prestigiosa universidad británica y fabricada por la farmacéutica anglosueca AstraZeneca se ha convertido en un quebradero de cabeza para la Unión Europea. El fiasco en la producción de AstraZeneca ha desbaratado los calendarios de vacunación de la mayoría de las autoridades sanitarias europeas. Pero el impacto de los repetidos retrasos en la distribución del fármaco de AstraZeneca y las dudas surgidas en torno a sus efectos secundarios tienen ramificaciones mucho más peligrosas que el mero aplazamiento de un pinchazo. La debacle amenaza con frustrar la estrategia de la UE para superar la crisis sanitaria y económica, basada en una rápida campaña de vacunación masiva para lograr a partir de junio una recuperación del sector servicios y una movilidad casi normal.

El espectro de una segunda primavera negra recorre Europa y el nerviosismo cunde entre unos gobiernos europeos que, un año después de la Gran Reclusión de la primavera pasada, confiaban en ofrecer a la población una señal de alivio sanitario, social y económico. La realidad es más dura de lo previsto y todos los objetivos sanitarios y económicos de la Comisión Europea están en el aire tras el tropiezo de las campañas de vacunación en el primer trimestre y el riesgo de nuevos percances en el segundo.

“La Comisión Europea se la juega durante las cuatro semanas de abril”, avisa el eurodiputado socialista Nicolás González Casares, miembro de la comisión de Industria del Parlamento, una de las encargadas del seguimiento de la estrategia de vacunas. “Si la distribución de dosis no se acelera al comienzo del segundo trimestre, la Comisión afrontará una situación política explosiva, con una ola de contagios al alza, una población cada vez más harta y unos gobiernos que trasladarán la responsabilidad del desastre a Bruselas”, pronostica González.

La comisaria europea de Sanidad, Stella Kyriakides, no esconde la decepción con el laboratorio anglosueco. “Con AstraZeneca ha habido problemas continuos”, lamentaba Kyriakides el pasado miércoles durante un encuentro con EL PAÍS y un grupo de medios europeos. “Con Pfizer-BioNTech, en cambio, al principio tuvimos dificultades, pero consiguieron aumentar su capacidad de producción y han sido mucho más fiables”, añadía la comisaria.

La tensión se masca en la capital comunitaria y las primeras grietas en la estrategia común han aparecido entre el grupo de países, con Austria como cabecilla, que habían apostado por la vacuna de AstraZeneca y apenas habían comprado dosis de BioNTech. Los gobiernos de Austria y compañía reclaman una redistribución de las dosis adquiridas, una petición rechazada tajantemente por el resto.

El choque entre los socios comunitarios amenaza con agriar la cumbre europea que se celebra este jueves y viernes. La cita estaba pensada para replantear el futuro geoestratégico de la UE (sobre todo en relación con Rusia y Turquía), pero fuentes diplomáticas reconocen que va camino de convertirse en un gabinete de crisis para intentar salvar las campañas de vacunación.

Bruselas confiaba en la distribución de unos 160 millones de dosis durante el primer trimestre, es decir, suficiente para inyectar las dos dosis necesarias al 22% de la población adulta europea. Y esperaba una avalancha de dosis en el segundo trimestre, de hasta 380 millones, que permitiría elevar la tasa de vacunación por encima del 60%.

La inmunización hubiera llegado acompañada de una relajación de las restricciones de movimiento y de las medidas de confinamiento. Y hubiera propiciado este año un rebote del crecimiento económico durante el primer trimestre (ya descartado) y un potente despegue durante el segundo.

Pero el sueño de una rápida recuperación se ha desvanecido y la UE llega al final del primer trimestre con menos de 70 millones de dosis distribuidas (frente a los 154 millones en EE UU) y solo el 4,2% de la población con las dos dosis inyectadas de alguna de las vacunas autorizadas hasta ahora (Pfizer-BioNTech, Moderna, AstraZeneca y Janssen). Durante el primer semestre, AstraZeneca tiene previsto entregar 100 millones de dosis en la UE, es decir, 170 millones menos de lo comprometido. Un total de 85 millones menos de personas que lo esperado (cada vacuna requiere dos dosis).

El rebote económico pronosticado por la Comisión para el segundo trimestre también corre peligro con el repunte de contagios en buena parte de Europa y la vuelta de los confinamientos en países de la talla de Francia o Italia. Desde este sábado, 21 millones de personas, un tercio de la población francesa, estarán sujetas a medidas de confinamiento durante al menos cuatro semanas. La medida obliga a cerrar 110.000 establecimientos comerciales, según datos del Gobierno francés, más de la mitad de ellos en la región de París.

Sobre las vacunas planea, además, la sombra de la duda provocada en las últimas semanas por los vaivenes de las autoridades europeas con el fármaco de AstraZeneca. Más de la mitad de los Estados miembros, entre ellos España, decidieron suspender a principios de esta semana la campaña de vacunación hasta que la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) se pronunciara sobre varios incidentes de trombosis en personas vacunadas con el producto de AstraZeneca. “Es segura y efectiva”, reiteró finalmente el regulador el pasado jueves, aunque sin descartar un vínculo con riesgos aislados, que deberá ser indicado en los prospectos.

La distribución se retomaba a finales de semana en Alemania, Francia e Italia, y algunos mandatarios, con la canciller alemana Angela Merkel al frente, anunciaban su intención de vacunarse con AstraZeneca. Pero está por ver si esa operación de imagen limpia el estigma de la vacuna anglosueca.

Suerie Moon, codirectora del Centro de Salud Global del Instituto de Estudios Internacionales y de Desarrollo de Ginebra, opina que el susto de AstraZeneca entra dentro de lo esperable. “Cuando escalas el número de personas que reciben una vacuna de decenas de miles a millones, lo raro se vuelve menos raro”, dice. Pero piensa que las dudas generadas podrían contagiarse al resto de laboratorios. “El golpe puede dañar potencialmente la confianza”, asegura.

Dudas para inmunizarse

En Francia, solo el 20% de la población confía en la vacuna de AstraZeneca, según un sondeo para la cadena de televisión BFMTV realizado tras la suspensión temporal del uso de ese producto. La confianza en la de BioNTech es más del doble (52%). La caída de AstraZeneca es muy significativa incluso para un país como Francia, donde en febrero, antes de las primeras dudas, solo el 44% de la población se mostraba dispuesta a vacunarse, frente al 66% en Italia, el 58% en España o el 56% en Alemania.

La europarlamentaria francesa Véronique Trillet-Lenoir, del grupo liberal Renew y miembro de la comisión de Salud y Medio Ambiente, que fiscaliza la estrategia de vacunas, cree que la suspensión temporal de AstraZeneca puede resultar finalmente positiva porque ha mostrado a la opinión pública que cada vida cuenta. Trillet-Lenoir aplaude tanto el parón como el regreso de la vacunación tras el dictamen favorable de la EMA. Pero reconoce que en los países como el suyo, donde tienen gran arraigo los movimientos antivacunas, quizá serán necesarias campañas con rostros famosos y jóvenes vacunándose.

La debacle ha llevado a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a endurecer el tono en los últimos días. En los pasillos comunitarios se empieza a hablar de ceses y dimisiones. “La Comisión pidió ponerse al frente de la estrategia de vacunación sin tener competencias para ello y una vez que los Estados miembros aceptaron cedérselo ha sido incapaz de organizarlo”, apunta una fuente comunitaria. El Parlamento Europeo, que hasta ahora ha cerrado filas con Von der Leyen, empieza a perder también la paciencia y podría exigir responsabilidades si la estrategia europea también descarrila en el segundo trimestre.

Ante el riesgo de que las vacunas se conviertan en un bumerán que ponga en peligro su mandato, Von der Leyen se ha puesto en pie de guerra comercial frente al Reino Unido, donde las fábricas de AstraZeneca no han producido ni una sola dosis con destino a la UE. La presidenta comunitaria advirtió el miércoles de que no descarta “nada” para asegurar el suministro, incluida la prohibición de las exportaciones de vacunas hacia el Reino Unido, que ha recibido 10 millones de dosis desde el continente (la mayoría de Pfizer-BioNTech), mientras que ningún vial ha cruzado el Canal de la Mancha en sentido contrario.

Trillet-Lenoir cree que era hora de “mostrar los dientes, amenazar a AstraZeneca y a través de ella al Reino Unido”, asegura. En su opinión, el enfrentamiento con esta compañía requerirá una solución en dos frentes: una contractual, que puede llegar a los tribunales, y otra diplomática, ante el Gobierno británico. “Pero la experiencia del Brexit nos indica que no será fácil”.

La Comisión ya prepara el primer paso hacia esa posible batalla judicial: prevé remitir una carta a la compañía en los próximos días para iniciar un arbitraje, un mecanismo de conciliación contemplado en el contrato con la compañía. Si la resolución amistosa de la disputa no cuaja, el contrato prevé que se dirima ante los tribunales de justicia belgas.


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