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El G-20 de Roma pone a prueba el liderazgo internacional de Mario Draghi


Mario Draghi llegó a la presidencia del Consejo de Ministros de Italia en febrero de 2021. El tiempo real, el que marca el calendario, señala nueve meses. Pero la sensación política, la medida que aporta la cantidad cambios propiciados, es mucho mayor. El gobierno de unidad que encabeza ha puesto en marcha importantes reformas en la Justicia, el fisco y la Administración pública. Ha enderezado la campaña de vacunación, ha proporcionado estabilidad al país y logrado poner de acuerdo a partidos ideológicamente en las antípodas en cuestiones como las pensiones. En Italia la estabilidad es efímera. Pero Draghi, de momento, ha construido una imagen de líder internacional justo en el momento en que Angela Merkel abandonaba la cancillería de Alemania y Emmanuel Macron está más ocupado de las cuestiones domésticas en Francia que de los asuntos europeos. El G-20 que se celebra en Roma a partir de este sábado es la puesta de largo definitiva de su liderazgo internacional.

El Palazzo Chigi, sede del Ejecutivo italiano, se ha implicado directamente en la organización de un evento que paralizará el centro de Roma desde este viernes por la tarde. El interés en que salga perfecto es altísimo. Pero la cita comienza algo deslucida con la ausencia del presidente ruso, Vladímir Putin, y del chino, Xi Jinping. La presidencia de turno italiana, además, tiene el objetivo de que los miembros de este club se comprometan a llegar a emisiones cero en 2050 en una reunión que precederá a la COP26, la cumbre del clima que arrancará el lunes en Glasgow. Preocupa que dichas ausencias, sumadas a las del presidente de Japón, Fumio Kishida, por las elecciones en su país, y la del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, impidan llegar a ningún acuerdo relevante en esta cuestión.

Draghi aprovechará la cita para mantener reuniones bilaterales con los principales líderes internacionales. Solo el viernes se verá con el presidente de EE UU, con el primer ministro indio, Narendra Modi y con el secretario general de las ONU, António Guterres. Pero Biden, con permiso del expresidente del BCE, será el gran protagonista de la cita. El estadounidense aterriza en Roma para certificar el regreso de su país al multilateralismo, después de los cuatro años de aislamiento con la Administración Trump. El líder norteamericano se verá el viernes con el Papa, con Draghi y también con el presidente de la República, Sergio Mattarella.

La cita con el presidente francés, Emmanuel Macron, será la que tendrá mayor contenido político, dada la crisis diplomática provocada la rescisión del contrato de venta de submarinos a Australia y por el pacto defensivo en el área indo-pacífica sellado sin contar con París. “Tras el anuncio de la asociación Aukus, los dos presidentes hablaron por teléfono el 22 de septiembre último y acordaron iniciar consultas de alto nivel con el objetivo de restaurar la confianza y reactivar la relación franco-estadounidense sobre la base de objetivos comunes. También acordaron reunirse a finales de octubre”, indicó el Elíseo en un comunicado.

Roma quiere, además, que no haya ningún problema de seguridad y que las únicas imágenes que trasciendan internacionalmente sean las de una cumbre exitosa. Por ello ha blindado la ciudad con 5.000 policías que protegerán el recinto donde se celebrará la reunión, en el barrio del EUR —una zona construida durante el periodo de gobierno de Benito Mussolini, que pretendía celebrar ahí la Exposición Universal de 1942— y los puntos de la ciudad donde habrá manifestaciones. Se espera que salgan a la calle activistas medioambientales, trabajadores y los ya habituales antivacunas. El operativo policial prevé cortar el tráfico en el centro de la ciudad para evitar problemas.

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