El líder opositor venezolano Leopoldo López ha comparecido este martes en Madrid, en su primera aparición pública tras salir de Venezuela el sábado pasado, para enfatizar que él nunca quiso dejar su país y que su intención, como la de todos los exiliados, es “regresar para liberar a Venezuela”. López ha calificado de “dictadura” al Gobierno de Nicolás Maduro, a quien ha llamado “criminal”. Su comparecencia en el Círculo de Bellas Artes de Madrid ha reunido de forma presencial, en plena pandemia, a decenas de periodistas. La expectación no era para menos: era la primera vez desde 2014 que el disidente se dirigía a la prensa.
Bajo un rótulo del Centro de Gobierno de Juan Guaidó —el presidente interino reconocido por unos 60 países— y flanqueado por una bandera venezolana, el líder opositor ha estado acompañado por su padre , Leopoldo López Gil, eurodiputado del PP; su esposa, Lilian Tintori; y sus hijos. López ha iniciado sus palabras agradeciendo “a Dios, a los españoles y al Gobierno de Pedro Sánchez” su libertad. “Yo no quería salir de Venezuela. Las circunstancias me han llevado a ello. Recojo las palabras de Rómulo Betancourt [expresidente de su país]: Volveremos. Los venezolanos en el exilio vamos a regresar a Venezuela”.
López, que no ha querido dar información sobre su salida del país, aunque ha negado cualquier clase de pacto entre los Gobiernos español y venezolano para su libertad, apenas ha facilitado detalles sobre su rocambolesca aventura para abandonar Venezuela, aunque sí ha especificado que viajó en un vuelo comercial, no privado. Como explicación a su discreta llegada al aeropuerto de Madrid, ha señalado que se trataba de una sorpresa para sus hijos: “Llegué en avión comercial, pedí que me pudieran sacar discretamente; lo que me hacía más ilusión era dar una sorpresa a mis hijos”.
Lo que sí ha hecho López durante su extensa comparecencia ante los medios es desgranar sus planes para su nueva etapa política como comisionado presidencial para el Centro del Gobierno de Guaidó: “Impulsar que en Venezuela se pueda materializar una elección presidencial libre, justa, verificable; hacer que los responsables de las violaciones de derechos humanos puedan ser sometidos a la justicia internacional y buscar todos los mecanismos para poder aliviar el sufrimiento de nuestro pueblo, garantizar la ayuda humanitaria y económica en una de las crisis más profundas del planeta”.
Un López en plena forma, vestido con traje y corbata azul, ha cerrado filas con Juan Guaidó, ha hablado de unidad y se ha ratificado en continuar la lucha. “Nos caemos y nos levantamos; el que se cansa pierde”. A preguntas de este diario sobre el horizonte de la oposición al régimen de Maduro, no ha dejado lugar a dudas: “Quiero decirle, para la tranquilidad de los venezolanos, que Guaidó se va a quedar en Venezuela, y está dispuesto a ir preso y más”. Sin embargo, su salida del país latinoamericano pone un tanto en suspenso los planes del bloque de partidos que busca forzar la renuncia de Maduro y abre un escenario incierto sobre el liderazgo del frente opositor, cada vez más fragmentado. Juan Guaidó anunció días atrás que no concurrirá a las elecciones legislativas del próximo 6 de diciembre, por considerar que no se dan suficientes garantías democráticas, y que en su lugar convocará una consulta popular alternativa a esos comicios —cuestionados también por la Unión Europea— el 12 de diciembre. Esa iniciativa ha sido confirmada por López.
El ex preso político, que ha dicho que residirá en la capital de España como un exiliado más, ha anunciado que en cuanto el coronavirus se lo permita iniciará una gira internacional para recabar apoyos para la causa. Aseguró que el presidente Sánchez, con el que se reunió en la tarde ayer en la sede del PSOE, ha coincidido en calificar a Maduro de dictador y subrayó: “Nadie va a reconocer los resultados de las elecciones”. En una alusión velada a Podemos, socio de coalición del Gobierno español, López ha afirmado: “Quienes no acaben de entender que quien asesina, encarcela y reprime es un dictador como Maduro deben de revisar su propio concepto de la democracia y de los derechos humanos. No nos vamos a callar”.
Odisea
López llegó a Madrid el pasado domingo para reunirse con su familia en un vuelo procedente de Miami, con una identificación falsa, ya que solo disponía de una fotocopia de su DNI. Su odisea comenzó viajando por tierra desde la capital venezolana hasta la costa del país, desde donde se trasladó por vía marítima a la isla holandesa de Aruba y de allí en vuelos regulares a la capital española.
La huida de López, acogido en la Embajada española en Caracas desde que el 30 de abril de 2019 rompió el arresto domiciliario al que estaba sometido para participar en un fallido alzamiento contra Maduro ha acabado en España. El régimen chavista acusó al actual embajador español, Jesús Silva, que fue relevado hace un mes de su cargo y será sustituido próximamente, de organizar la huida “del delincuente Leopoldo López” y el ministro de Exteriores venezolano, Jorge Arreaza, señaló en un comunicado que Madrid había violado la Convención de Viena. Sin embargo, la reacción de Caracas ha sido esta vez mucho menos ruidosa que en incidentes diplomáticos pasados entre los dos países. El Ejecutivo español, por su parte, se limitó a asegurar que la salida del dirigente opositor se debía a “una decisión personal y voluntaria”.
El régimen chavista, que retuvo durante unas horas a siete empleados de la Embajada española, ha tomado represalias contra el entorno familiar de López. Una familiar de su hermana mayor, Diana, ha sido detenida hoy —y liberada horas después— por la policía bolivariana. También se ha registrado un apartamento en la playa de su hermana.
López, fundador del partido Voluntad Popular, pasó tres años en la cárcel militar de Ramo Verde, de los 14 a los que fue condenado por su participación en la oleada de protestas contra el régimen de Maduro, entre febrero y marzo de 2014, en las que murieron 43 personas y 3.000 resultaron heridas.
Tras su fuga, ya forma parte de la diáspora venezolana en Madrid, donde residen otros opositores como Antonio Ledezma, quien fue alcalde metropolitano de Caracas. La capital española hace ya tiempo que se convirtió, junto con Bogotá y Miami, en uno de los principales polos de la disidencia venezolana.
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