“He salido por la puerta despacito, a darle un beso a mi madre”, espeta un joven mirando a la cámara de un móvil. Acaba de terminar de cenar y, para dar fe, enseña el tajín, una especie de cazuela de barro en la que se prepara un plato estofado del mismo nombre. El alegato viral es una declaración de intenciones: “Estoy aquí, con mi madre, para darle un beso, comer un tajín…”. También acaba siendo una suerte de chivato para la Policía Nacional, que andaba buscando al reo que aparece en dos vídeos después de su huida del centro penitenciario de Melilla en plena pandemia.
El preso, de quien no han trascendido datos personales, se fugó el martes en torno a las siete de la tarde. Apenas 17 horas después, la Delegación del Gobierno de Melilla confirmaba su detención en la mañana de este miércoles por agentes de la Policía Nacional que habían pasado la noche peinando el barrio del Rastro, una zona adyacente al centro de la ciudad conocida por su intrincado urbanismo de costanas que van a dar a callejones sin salida. Allí vive su madre y allí paró tras emprender la huida del presidio para hacer un par de grabaciones que luego se difundieron en redes sociales.
En una de ellas, aún de día, el joven relata a unos amigos su peripecia. “He subido por encima de (el módulo de) respeto, he ido a preventivo y ahí había una viga”, describe la estrategia que partía desde la unidad donde los reos con buen comportamiento disfrutan de un mayor relajamiento, “he bajado (deslizando), después he salido encima de la garita (de vigilancia), me he enganchado y he saltado y he empezado a correr”. “Este es un máquina”, jalea la voz de uno de los conocidos.
Es la primera fuga en la historia del centro penitenciario melillense, según han comentado fuentes penitenciarias al diario Melilla Hoy. Sí hubo una escapada anterior, pero no desde el interior de las instalaciones, sino desde el aparcamiento, donde un reo aprovechó para esconderse detrás del camión de un proveedor. También se habían registrado huidas anteriores de presos que no regresaron al penal tras sus permisos.
Esta primera evasión se ha producido en un momento especialmente sensible en el centro, tras detectarse a principios de septiembre un brote de covid-19 entre un grupo de detenidos que ingresaron el pasado 27 de agosto. Se han confirmado al menos ocho casos positivos entre la población reclusa, según confirmó el consejero de Salud Pública, Mohamed Mohamed Mohand. Mohamed llegó a presionar el jueves pasado al presidente de la ciudad autónoma, Eduardo de Castro, para solicitar el estado de alarma al Ejecutivo central como única medida para hacer frente a la situación epidemiológica en la ciudad autónoma, que acumula ya 413 casos activos de covid-19.
El brote en la prisión se inició tras el ingreso de 33 personas trasladadas desde el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) por su participación en un enfrentamiento con agentes de la Guardia Civil y la Policía, que se saldaron con varios uniformados y al menos dos residentes heridos. Entonces, ya se habían registrado al menos ocho contagios por covid en el CETI y el gobierno local había ordenado el confinamiento de los más de 1.300 residentes —cuando tiene capacidad para 782—, que llevaban varios días encerrados. Los disturbios se desataron tras los intentos de desmantelar una protesta a las puertas de las instalaciones donde unas 200 personas se habían congregado para pedir la reactivación de los traslados a la Península, bloqueados por el Ministerio del Interior.