El golf es un pariente lejano en la familia olímpica. Durante mucho tiempo, ni siquiera fue invitado a compartir mantel con el resto de deportes en unos Juegos. Había aparecido en las citas de 1900 y 1904, pero le echaron de casa y tardó 112 años, hasta Río 2016, en que le abrieran otra vez la puerta. Gran parte de ese reingreso tuvo que ver con Tiger Woods. Que uno de los mejores atletas de todos los tiempos no pudiera acudir a la mayor cita deportiva resultaba chocante por su enorme gancho mediático, deportivo y económico (el golf mueve toneladas de dinero por derechos televisivos en Estados Unidos). Más todavía cuando se abría el salón a disciplinas como el surf, la escalada, el skate y el breakdance. De modo que el Comité Olímpico Internacional (COI) revisó su tarjetero de visitas y envió una al golf. La jugada parecía redonda. Pero de momento le ha salido mal.
Tiger no se clasificó para Río 2016 y tampoco estará en Tokio 2021 después del grave accidente de tráfico en el que hace unas semanas se rompió la rodilla derecha. Y, sin el mejor póster que pudiera tener, este sábado el golf olímpico se llevó otro chasco. El número uno de la clasificación mundial, el estadounidense Dustin Johnson, de 36 años, anunció que renuncia a ir a los Juegos porque no le van bien las fechas y el calendario ya está muy apretado. “Para ser sincero, no he pensado mucho en los Juegos. En realidad, nunca llegué a decidir si jugar o no porque simplemente no me he inscrito. Los Juegos están en medio de una parte del calendario con muchos torneos importantes para mí. Es un viaje largo. Son demasiados desplazamientos y me quiero centrar en el circuito americano”, explicó Johnson, campeón vigente del Masters de Augusta y que estuvo enfermo de coronavirus.
El torneo masculino de golf se disputará entre el jueves 29 de julio y el domingo 1 de agosto. Dos semanas antes se juega el Open Británico, último grande de la temporada tras el Masters (abril), el PGA (mayo) y el US Open (junio). Justo después de los Juegos, Memphis acoge un Campeonato del Mundo. Y del 24 al 26 de septiembre Estados Unidos recibirá con ánimo de venganza a Europa en la Copa Ryder de Wisconsin.
Son seis meses de aúpa, seis ochomiles consecutivos. Un maratón del que Johnson ha descartado la cita con menor tradición golfística, y sin bolsa de premios económicos, pero también la que tiene mayor simbolismo.
“No da un buen ejemplo. Su renuncia no es buena para nuestro deporte”, lamenta Manuel Piñero, exjugador y capitán del equipo español en los últimos Juegos. “Me sorprende porque los americanos son muy patriotas. Las estrellas del baloncesto se apuntan al movimiento olímpico y un jugador de golf, no. Me extraña. Los Juegos son cada cuatro años y es algo único para un deporte como el golf que ha vuelto después de tantos años. Es muy importante para la imagen que damos y esto nos hace daño”, añade Piñero.
Ya en Río 2016 una parte de las grandes figuras del golf se dieron de baja con el argumento del miedo al virus del zika. Renunciaron por ejemplo el número uno de entonces, el australiano Jason Day, y el número cuatro, el norirlandés Rory McIlroy (España estuvo representada por Sergio García y Rafa Cabrera Bello). La sensación fue que los Juegos eran casi un estorbo que les distraía de objetivos más jugosos. El borrón se repite ahora con el número uno, pero sin excusa alguna. Simplemente, los Juegos no les interesan, no están en su agenda ni como un torneo mejor. El Campeonato del Mundo de la próxima semana a Tokio, que se disputa en Memphis, reparte 8,8 millones de euros en premios. Johnson acumula casi 60 millones en su carrera solo en los torneos, patrocinios aparte. La gloria olímpica, la posibilidad de luchar por un oro, parece que no vale tanto para él.
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