El ‘Guernica’ de Ibarrola revive en Arco

El tiempo se había encargado de cumplir el deseo del artista Agustín Ibarrola de plegar para siempre su obra Guernica para Gernika (Guernica Gernikara). El gran mural de más de 10 metros con el que homenajeó la obra de Picasso y reivindicó el traslado de la pieza al País Vasco y no a Madrid, donde está desde hace ahora 40 años (primero en el Museo del Prado, después en el Reina Sofía), había quedado suspendido en el olvido y en el fondo de su estudio, en la localidad vizcaína de Gametxo. Ha sido el galerista e historiador del arte José de la Mano quien, en busca de piezas de geometría de Ibarrola para una exposición, acabó despertando del letargo esta pieza que se expondrá en su estand en la próxima edición de Arco, que comienza el 7 de julio en Madrid.

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Ibarrola (Basauri, 90 años), que lleva algunos años retirado de la vida pública, actualizó la reivindicación y la protesta que, 40 años antes, Picasso había impreso en su cuadro. Era 1977 y el artista vasco, que ya había incluido motivos del Guernica en una serie de estampas, volvió a esta obra para crear en 10 paneles una nueva versión. En este gran mural, que “juega a serlo sin serlo, y por lo tanto se asigna el valor de monumento”, afirma Rocío Robles Tardío, historiadora y autora del texto que acompaña la presentación de la obra, se identifican con claridad elementos del original combinados con personajes y motivos de la lucha obrera que también atravesaron la obra del artista vasco.

“Sus iconografías características se erigen en imágenes simbólicas del presente de entonces —se refiere a masas de obreros, al pueblo, a la fuerza represora y a la cancelación de toda libertad—, mediante su dramático por insistente motivo de duras líneas rectas como rejas”, prosigue Robles en referencia al pasado de Ibarrola en la cárcel, por donde pasó en dos ocasiones, en 1962 y 1967, por su militancia comunista. “Las rejas me estaban impresionando mucho”, escribe en 1978 el artista sobre sus recuerdos de prisión. “Al atardecer golpeaban las rejas con una barra de hierro para comprobar que no estuvieran cortadas y hacían un ruido que yo visualizaba en forma de rayas”.

Detalle del 'Guernica' de Agustín Ibarrola.
Detalle del ‘Guernica’ de Agustín Ibarrola. Víctor Sainz

La obra se presentó en varias ocasiones en Bilbao entre 1977 y 1979, los años en los que Ibarrola se implicó de manera directa en las gestiones para lograr que el Guernica de Picasso se instalara en el País Vasco. “El cuadro se hizo en un momento concreto: 40 años después de que se pintara el de Picasso, en los primeros años de la democracia en España, en el contexto vasco”, recuerda De la Mano. “Una coyuntura que hay que explicar en Arco pero cuya reclamación no tiene sentido recuperar ahora”. Robles añade: “El trasfondo era un campo de operaciones en el que se construía el cambio de etapa política hacia la democracia en España”. Era otro momento, se reafirma el galerista para explicar que la reaparición de la obra de Ibarrola en la muestra de arte contemporáneo es más bien una reivindicación de un artista y de su legado.

Por eso, en el estand de Arco se va a colgar al lado del gran mural una colección de 10 xilografías realizadas también a finales de los setenta por Ibarrola, con composiciones inspiradas en motivos del Guernica picassiano. Estas obras también estaban guardadas en el estudio del artista. Hasta allí viajó De la Mano cuando, en un primer momento, buscaba cuadros de estilo geométrico (el tipo de arte en el que se especializa su galería), del que fue pionero Ibarrola con el Equipo 57, que formó en los años cincuenta junto a otros artistas como Jorge Oteiza o Ángel Duarte. “Con la ayuda de sus hijos, seleccionamos varias piezas de este tipo para la galería. Fue entonces cuando, revisando con la familia catálogos antiguos, vi una foto de un guernica”, recuerda el galerista.

La imagen era de la exposición que se realizó en 1979 en la Sala Gris del Museo de Bellas Artes de Bilbao, el primer lugar adonde se pretendía que llegara el cuadro de Picasso mientras se construía un museo en Gernika, su destino final, según reivindicaron un grupo de artistas vascos liderados por Ibarrola, entre los que también estaba Oteiza. “Un tiempo después, cuando se confirmó que finalmente se realizaría Arco, me di cuenta de que era el 40º aniversario de la llegada del Guernica a España y que podíamos hacer un homenaje”, relata De la Mano. Con la ayuda de la familia de Ibarrola, localizó el cuadro, que se encuentra en perfecto estado de conservación. Tanto esta pieza como la colección de xilografías se pondrán a la venta durante la feria de arte. Para cerrar el círculo histórico y artístico, el estand está diseñado por el estudio García-Ramos, que en 1980 ideó el proyecto para exhibir el Guernica original en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

En septiembre de 1981, cuando el Guernica de Picasso llegó a Madrid, Ibarrola entendió, según escribe Rocío Robles, “como única salida posible unirse a los homenajes al artista y plegar el mural”. Fue entonces cuando sus reivindicaciones se guardaron también. De alguna manera reviven ahora, en otro contexto, pero con un doble mensaje tan claro como entonces: la atrocidad de la guerra y el combate permanente por la democracia.


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