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El hermano de Ayuso conocía estrechamente a dos personas clave en las compras de la Consejería de Sanidad de Madrid



Foto del 15 de abril de 2019 en el Hospital de la Fuenfría en la que aparecen desde la izquierda, Manuel de la Puente, gerente del hospital; la entonces candidata a la presidencia madrileña Isabel Díaz Ayuso, y Enrique Ruiz Escudero, consejero de Sanidad.

Cuando estalló la pandemia de coronavirus, Tomás Díaz Ayuso decía que no podía dedicarse a las compras de material sanitario en China para hospitales madrileños, según cuenta un amigo. Tenía que ser “muy pulcro” debido a su relación familiar con su hermana Isabel, la presidenta de la Comunidad de Madrid. Participar en la búsqueda de suministros de aquellos días de la primavera de 2020 podía levantar la sospecha de que buscaba enriquecerse gracias a sus conexiones políticas, pero esta restricción, explicaba él, era frustrante. Durante más de 20 años, Tomás había sido comercial de productos de salud y el Ejecutivo regional era uno de sus clientes habituales.

Dos de las personas clave en el organigrama de la Sanidad madrileña, el Sermas, eran cercanas a Tomás Díaz Ayuso. Una era Manuel de la Puente, el verdadero director de compras, a quien había vendido productos en el pasado y cuyo nombramiento se debía a la presidenta, según afirmaba De la Puente por los pasillos de la sede del Servicio Madrileño de Salud, el Sermas. Otra era Teresa Requejo, que ejercía de secretaria de De la Puente, y que fue años atrás compañera de Tomás Díaz Ayuso en la empresa de su padre, MC Infortécnica. Nadie como Tomás podía tener mejor acceso para colocar un contrato.

Por aquellos días en que los españoles se confinaron en casa, los comisionistas brotaron como setas. Muchos eran los comerciales del mismo gremio de Tomás, cuyos ingresos consisten precisamente en un margen de cada operación. Otros eran oportunistas que tenían amigos poderosos en grandes empresas y Administraciones públicas o contactos con fábricas o proveedores en China. Quienes estaban en el lugar y momento adecuado podían hacerse de oro aprovechando el miedo y la desesperación. De repente, las mascarillas, que hasta entonces solo se usaban puntualmente en quirófanos o canteras de piedra, se convirtieron en un producto demandado por 47 millones de españoles, que iban a necesitar una al día. Hacían falta miles de millones de unidades. Los conseguidores demandaban un porcentaje de la operación, un 5%, 10%, 15% o más, mucho más, según cuentan varios empresarios españoles que hicieron compras sanitarias en el gigante asiático.

Ese era el estado de las cosas el 1 de abril de 2020, cuando Tomás Díaz Ayuso se saltó su promesa de no intervenir en compraventas a la Comunidad de Madrid participando en un contrato público de adquisición de mascarillas que ha puesto en apuros políticos a su hermana y que es investigado desde la semana pasada por la Fiscalía Anticorrupción.

Tomás, de 47 años, es el único hermano de la presidenta, cuatro años mayor que ella, y todo lo que se sabe sobre él ha trascendido de manera indirecta porque nunca ha aparecido en público. Ella ha dicho que Tomás es “su mejor amigo” y que sus tres sobrinos son como hijos. Cuando Isabel llega al poder, él era visto como “el mejor comercial sanitario de Madrid” gracias a su agenda de contactos, dicen fuentes de su sector. Además de ser hermano de la mandamás madrileña, Tomás conocía en los hospitales públicos a las personas que tienen voz en las compras sanitarias: médicos, jefes de servicio y gerentes. Era un oficio que le venía de familia. Sus padres habían sido partícipes de un grupo de empresas con sede en Móstoles dedicado a la compraventa de equipos de telemedicina, MC Infortécnica, donde Tomás fue comercial entre 2004 y 2008.

Sus clientes principales se encontraban en la sanidad pública madrileña: las compras centralizadas de la Consejería de Sanidad, el Summa-112, los hospitales de La Paz, Gregorio Marañón, Doce de Octubre, Severo Ochoa, Getafe o el Niño Jesús, entre otros. El grupo MC era altamente dependiente de la Comunidad de Madrid: le vendió productos por 600.000 euros de un total de 1,3 millones de sus ventas entre 2007 y 2011. Tomás se había desligado de esta empresa años antes de su bancarrota en 2011, para vender en Madrid material sanitario, unas veces como autónomo y otras en nómina de grandes multinacionales.

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Entre los contactos de Tomás en la Consejería de Sanidad se encontraba De la Puente, un alto cargo de 64 años muy ligado a la industria farmacéutica a quien había vendido productos años antes, mientras ocupaba puestos de gerencia hospitalaria. Durante la pandemia, De la Puente era el encargado de detectar necesidades en los hospitales públicos y justificaba las compras con su firma. Su puesto tenía un nombre algo críptico: director general del Proceso Integrado de Salud. En la práctica estaba al frente de la asistencia médica en el Sermas. Antonio Burgueño, el director de Hospitales que le propuso como gerente del Hospital de Fuenlabrada en tiempos de la presidenta Esperanza Aguirre, lo describe como “una persona muy comercial”.

Su nombramiento en septiembre de 2019, justamente tras la llegada de Ayuso al poder madrileño, dejó a muchos sanitarios boquiabiertos. Cinco años antes había caído en desgracia cuando se descubrió que, como gerente del Hospital de Fuenlabrada, estaba pasándole datos de pacientes a un par de clínicas privadas. El Consejero de Sanidad, Javier Rodríguez, calificó de graves los hechos y dijo que De la Puente se estaba “saltando a la torera” las normas. Más tarde, la Agencia de Protección de Datos desestimó la denuncia contra De la Puente porque consideró que el cese de información había sido previsto por un convenio. Ese archivo de la investigación no convenció a muchos en el Hospital de Fuenlabrada. La sorpresa por la reaparición en un puesto de poder de la Consejería fue mayúscula, critica Marilú Lage, responsable de UGT en ese hospital: “¿Cómo ponen al zorro a cuidar de las gallinas?”.

¿Cómo ponen al zorro a cuidar de las gallinas?

Marilú Lage, responsable de UGT en el Hospital de Fuenlabrada, sobre el ascenso de Manuel de la Puente

Artículos de prensa de aquella época reflejan que no fue promovido a ese puesto por el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz-Escudero, quien desconfiaba de él por su mala fama. Según dos altos cargos sanitarios, De la Puente iba por la sede del Sermas, cercana al paseo de la Castellana, contando que él no era un hombre de Escudero. Fue la presidenta Ayuso quien le había dado su confianza, sostienen estas fuentes. En abril de 2019, la entonces candidata Ayuso había elegido el pequeño hospital de paliativos de la sierra madrileña donde De la Puente era gerente, para hacer una visita previa a la campaña.

En el #hospitalpúblico de la Fuenfría se ofrecen los mejores cuidados paliativos a enfermos de especial gravedad. Habitaciones amplias, luminosas, con preciosas vistas… Es un verdadero hogar con tratamiento #médico.

Así es la sanidad de los españoles en Madrid. pic.twitter.com/7iqlpkEgZC

— Isabel Díaz Ayuso (@IdiazAyuso) April 15, 2019

La antigua compañera de trabajo

En su nuevo puesto, Manuel de la Puente reclutó como su segunda a Teresa Requejo, comercial durante muchos años en la empresa de los padres de los hermanos Ayuso, MC Infortécnica. Requejo describe esa empresa como “una gran familia” donde fue feliz por cómo la trataban. Tras la quiebra de 2011, ella continuó trabajando como agente de ventas de otras compañías hasta que De la Puente la llamó. Cuando estalló la pandemia, ambos trabajaron mano a mano, en un despacho de la sede del Sermas desde el amanecer hasta cerca de la medianoche, cuenta ella. De la Puente, en una conversación distinta con este periódico, ofrece otra versión. Afirma que pasó la mayor parte del tiempo sobre el terreno, recibiendo el material que llegaba a Barajas y distribuyéndolo a los hospitales desde el almacén que la Comunidad montó en el hospital de campaña de Ifema.

Recibían ofertas de proveedores, pero también se dedicaban a buscar proactivamente, según una persona cercana que conoció sus gestiones esos días. Una de las compras que tramitaron fue la que está siendo investigada por la Fiscalía debido a la participación de Tomás: una adquisición en China de 250.000 mascarillas por 1,5 millones de euros adjudicada a Priviet Sportive SL, la empresa de ropa de moda de David Alcázar, un amigo de la infancia de Tomás. Fue el hermano de la presidenta quien se ocupó de la compra en China y el traslado a España. Cobró 55.000 euros más IVA, según la presidenta. En todo 2020 percibió 283.000 euros de esa empresa, pero aún no está claro por qué otros conceptos.

La firma digital de Manuel de la Puente aparece en la memoria justificativa del 1 de abril que inicia el expediente de compra a Priviet Sportive y que fue enviado a la viceconsejera de Sanidad, Ana Dávila, quien firmó ese mismo día la adjudicación del contrato público. Era una compra exprés y a dedo, permitida como miles en España por la situación de emergencia.

Tanto De la Puente como Requejo coinciden en asegurar que Tomás no les llamó para iniciar esa compra. Ambos dicen haber olvidado cómo se materializó. “Es que recibíamos llamadas y correos constantemente. Estábamos como pollo sin cabeza, trabajando 12, 14, 16 horas al día”, dice Requejo, que añade que no puede hacer una búsqueda en su bandeja de entrada porque ha borrado correos para ganar espacio.

De la Puente y su subordinada aseguran que ellos no daban luz verde a las compras, sino que esa tarea correspondía a la Dirección General Económico-financiera de la Consejería de Sanidad, quienes se encargaban de hacer un filtro económico y técnico de las propuestas. Los dos, sin embargo, reconocen que se “colaron” empresas inadecuadas, sin experiencia sanitaria. “Yo no tenía ni idea”, dice De la Puente. “Luego me he ido enterando de todo”. Él fue destituido en septiembre de 2020 sin que trascendiera el motivo. Según explica él ahora, su salud era delicada. Rafael Barberá, que estuvo al frente de la dirección económico-financiera hasta septiembre de 2021, no ha respondido a este periódico. Fuentes de la Consejería de Sanidad señalan que realmente De la Puente era “el hombre de las compras”.

Tenía contactos en China y, mira, en ese momento vino muy bien.

Teresa Requejo, secretaria de Manuel de la Puente y excompañera de trabajo de Tomás Díaz Ayuso

Requejo afirma que lleva años sin ver a Tomás, su compañero en MC Infortécnica. No entiende la polémica: “¿Se ha llevado su dinero por hacer ese trabajo? Pues coño. Como todo el mundo. Trabajamos por algo, ¿no? Digo yo. Y él ha utilizado a su proveedor, su contacto o su amigo y ha hecho un trabajo. ¿Cuál es el problema? Que en ese momento él hizo esa gestión y cerró un buen precio, pues ole, porque a nosotros nos costaba muchísimo negociar con los proveedores chinos porque a nosotros los chinos nos vacilaban al vernos necesitados”, dice ella al teléfono. “Tenía contactos en China y, mira, en ese momento vino muy bien. Quien mejor podía hacerlo eran intermediarios que tratan con China. Nosotros no”.

Tomás, que tenía experiencia previa importando material médico chino, compró en una China convertida en un mercado sin ley donde el pirateo estaba a la orden del día. El 22 de marzo a la Comunidad tenía contratada la mercancía para llenar dos aviones, pero llegó otro país que ofreció más dinero y se la quedó. Otros compradores fueron estafados, entre ellos el Ministerio de Sanidad, que adquirió mascarillas defectuosas.

Rialde, otro proyecto misterioso

El hermano de la presidenta no ha querido hablar para este reportaje. “Es un tema complicado y en estos momentos no tengo nada que declarar”, dice al teléfono. En su lugar, ha sido la líder conservadora quien ha dado explicaciones incompletas que han enredado aún más el asunto: si su hermano se ocupó de la compra y traslado, como ella dijo, ¿fue entonces Daniel Alcázar un testaferro? Este domingo se supo que la presidenta ha ordenado a su equipo mantener un silencio absoluto sobre el asunto.

Los protagonistas han escondido sus huellas en Internet. Requejo ha borrado su perfil de LinkedIn. También lo ha hecho Tomás. Ahí aparecía que trabajaba como un directivo desde 2016 para un empresario chino que fabrica luces led en Toledo, el grupo Europichen, para el que ha conseguido una veintena de ventas a la Comunidad de Madrid. El escándalo ha sido tan incómodo que la empresa ha aclarado en un comunicado que solo trabajaba a tiempo parcial y ya se ha desvinculado de ellos.

En realidad, la principal dedicación de Tomás siguen siendo las compras sanitarias. Ha estado ofreciendo durante la pandemia equipos de protección individual, según una oferta vista por este periódico. Sus mercados han sido España, Latinoamérica y África y su nuevo socio para esta nueva aventura ha sido Miguel, el hermano de su amigo íntimo Daniel Alcázar. Ambos han utilizado el nombre de Rialde, una misteriosa estructura sin inscripción en el Registro Mercantil ni web ni rastro alguno en Google. En este tipo de operaciones, dicen en el sector, lo importante no es tanto publicitarte a los cuatro vientos, sino conocer a las personas adecuadas.

¿Tienes más información? Escribe al autor del artículo a fpeinado@elpais.es

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