Cinco meses después de que los incendios de la Amazonia causaran una grave crisis diplomática en Brasil, con duras críticas al Gobierno desde Francia y otros rincones del planeta, los datos oficiales señalan que durante el primer año de Jair Bolsonaro en el poder aumentaron en un 30% en esa región respecto al año anterior. El mayor bosque tropical del mundo tuvo 89.178 focos de fuego en durante 2019.
Los incendios se incrementaron en todas las zonas de Brasil, pero sobre todo en el pantanal, un pequeño bioma ubicado en la frontera con Bolivia, donde se multiplicaron por seis. El balance fue difundido este miércoles por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), encargado también de medir la deforestación en Brasil y objeto de ataques verbales y presiones por parte del presidente Bolsonaro.
El peor mes en la Amazonia fue en agosto, con 30.901 incendios que desataron una fortísima ola de críticas del presidente francés, Emmanuel Macron, y otros líderes mundiales contra Bolsonaro y su manera de gestionar una selva tropical que ejerce un papel clave para frenar el calentamiento global. El controvertido ultraderechista, que asumió el poder el 1 de enero de 2019, ha sido acusado por todos los anteriores ministros de Medio Ambiente de desmantelar la política ecológica, incluidos los mecanismos de control y castigo de los delitos ambientales además de alentar a los madereros y mineros ilegales.
El último balance anual de deforestación es el peor de la última década. La Amazonia perdió 9.700 kilómetros cuadrados entre agosto de 2018 y julio de 2019, según informó el INPE en noviembre. La destrucción ilegal de vegetación y los incendios intencionados son según los expertos parte del proceso de crear pastos para ganado o cultivos.
Bolsonaro nunca ha ocultado que la política de preservación ambiental vigente le parece exagerada y su plan es autorizar la explotación de recursos minerales en tierras indígenas.
Pese al aumento de incendios registrado el año pasado, son menos que los de 2017 (con más de 100.000) y muy por debajo del récord de 2004, cuando sumaron 218.000.
En agosto, el mandatario brasileño llegó a acusar a las ONG de estar tras los fuegos. Aquella crisis diplomática, que incluyó insultos personales vía Twitter contra la esposa de Macron, no se ha cerrado del todo. Hace solo unos días, el presidente brasileño afeaba a su homólogo francés que no cargara contra las autoridades australianas por los fuegos que han destruido millones de hectáreas. Como han explicado estos días expertos en medio ambiente en la prensa brasileña, los fuegos que devoran Australia obedecen a causas naturales, mientras la Amazonia es una selva húmeda, donde prácticamente siempre están causados por el ser humano.
Los fuegos de agosto generaron especial alarma entre los especialistas ambientales porque además de aumentar en número se anticiparon. A partir de septiembre, mientras la polémica amainaba, empezaron a disminuir porque Bolsonaro decretó un veto a las quemas para limpiar pastos y desplegó a miles de militares.
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