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El insospechado destino de la herencia de El Tigre Azcárraga

La muerte de Emilio Azcárraga Milmo, El Tigre, marcó un antes y un después en Televisa, el imperio televisivo más grande en el mundo de habla hispana. Más de 24 años después y tras una encarnizada batalla por su herencia, los Papeles de Pandora, la última filtración coordinada por el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ) y en la que participa EL PAÍS, arrojan nuevas pistas sobre dónde terminó una buena parte del dinero de quien fuera catalogado como el hombre más rico de Latinoamérica. La sucesión de Azcárraga siguió un insospechado camino financiero que pasa por fideicomisos y empresas opacas en jurisdicciones en paraísos fiscales hasta desembocar en obras de arte, piezas prehispánicas, metales preciosos y acciones de compañías armamentísticas y tecnológicas.

Su compleja vida amorosa y su tendencia a manejar Televisa como una empresa familiar fueron dos factores determinantes en el testamento de El Tigre, que se casó cuatro veces, y en su decisión de dividir su herencia en seis partes iguales. Tres hijas de su segundo matrimonio y su único hijo varón, Emilio Azcárraga Jean, nacido durante su tercer casamiento, recibieron un sexto cada uno. La intención era repartir el resto entre las mujeres con las que pasó sus últimos años de vida: Paula Cusi, su compañera durante dos décadas y última esposa, y Adriana Abascal, la antigua reina de belleza que era 40 años menor que él y que lo vio morir en sus brazos a bordo de su conocido yate Eco.

Los Papeles de Pandora dan cuenta de que Paula Cusi, cuyo nombre real es Encarnación Presa Matute, abrió seis fideicomisos y una decena de empresas opacas en Islas Vírgenes Británicas. Cusi se identifica como viuda de Azcárraga Milmo y pone su herencia como principal fuente de ingresos, según se lee en el formulario de inscripción llenado ante el despacho panameño Alemán, Cordero, Galindo & Lee (Alcogal). A través de los fideicomisos, según consta en los registros contables a los que ha tenido acceso esta investigación, la exconductora llegó a concentrar casi 580 millones de dólares en activos entre 2015 y 2017, y administró una cuantiosa colección de arte, una de las grandes pasiones que compartió con El Tigre.

El entramado fiduciario se creó en marzo de 2012. Apenas unos meses antes, en abril de 2011, Cusi había sido acusada por los abogados de Azcárraga Jean, el nuevo jefe de Televisa, de falsedad de declaraciones en una demanda que inició para reclamar parte de la herencia y estuvo encarcelada en el penal de Santa Marta Acatitla. La detención fue nota de portada en los principales medios mexicanos y fue un testimonio de que el pleito por la herencia de El Tigre había escalado. En 2007, 10 años después de la muerte de su exesposo, Cusi exigió el 4% de las acciones de Televisa, valoradas en más de 6.300 millones de pesos, pero su hijastro aseguraba que se le había entregado todo lo que le correspondía.

“Fue un secuestro”, reclamaron los abogados de Cusi tras el arresto, que terminó salpicando a Miguel Ángel Mancera, entonces procurador general de justicia de Ciudad de México y actual senador. Mancera defendió que la detención se había hecho conforme a derecho y no como un favor personal a la televisora. Tras cuatro días de escándalo y un acuerdo fuera de los tribunales, la expresentadora salió de prisión, recibió un pago mucho menor al esperado y acabó demandando a sus propios abogados de apropiarse de ese dinero, unos seis millones de pesos.

La figura clave en la arquitectura financiera de Cusi fue su hermano, José Manuel Presa Matute, que se ocupó personalmente de crear los fideicomisos (conocidos como trusts, en inglés) y organizar el reparto de los beneficios entre él y su hermana. Dos fideicomisos, The Rumi Trust y The Hafiz Trust, se encargaban de comprar y vender obras de arte. Los otros cuatro tenían como finalidad el manejo de cuentas en bancas privadas de Suiza e inversiones en Bolsa: The Sinan Trust, The Al-Magar Trust, The Averroes Trust y The Abi-Rabia Trust.

Con The Averroes Trust, los hermanos Presa Matute tuvieron un amplio portafolio de inversiones, detallado en un legajo de 2015. Compraron acciones de empresas tecnológicas como Intel, Alibaba, Microsoft, Amazon, Cisco, Facebook, Apple, Oracle, Google, Yahoo, LinkedIn, entre otras. También hay acciones de compañías como la petrolera Royal Dutch Shell, Nestlé, Visa, la farmacéutica Roche, el gigante de las materias primas Glencore y la fabricante de armas Lockheed Martin. También hicieron transacciones de compra y venta de divisas y metales preciosos (llegó a tener 15,5 millones de dólares en lingotes y monedas de oro), y se hicieron transferencias a bancos suizos, estadounidenses, letones, emiratíes, británicos, italianos y en las Bahamas. En Al-Magar Trust y sus subsidiarias acumularon otros ocho millones de dólares en lingotes de oro, consta en informes certificados de sus activos.

Un relieve maya gestionado por una empresa opaca de la familia Presa Matute.

Otra parte importante de la estructura era Grimound Limited, una empresa creada por la familia Presa Matute en Islas Vírgenes Británicas para supervisar las transacciones que se hacían a través de los fideicomisos. Chuck Collins, autor de Los acumuladores de riqueza: cómo los multimillonarios pagan millones para ocultar billones, explica que los fideicomisos son particularmente opacos porque no suele haber registros públicos de ellos en las jurisdicciones en paraísos fiscales y porque añaden una capa adicional que cubre quién es el verdadero dueño de esos activos, ya sea una casa, una pintura o una empresa, lo que también ayuda a los dueños “verdaderos” a evitar el pago de impuestos. Es decir, todo quedaba en familia, pero nada estaba registrado legalmente a su nombre. “Cuando llega el fisco, esta gente dice: ‘Ah, bueno, yo no soy el dueño”, bromea Collins. EL PAÍS hizo llegar un cuestionario a la familia Presa Matute, pero no obtuvo respuesta.

En julio de 2016, por ejemplo, Grimound Limited autorizó que The Hafiz Trust comprara un antiguo tintero ruso del siglo XVIII por un valor de 250.000 libras esterlinas. En diciembre de ese año, se usó la misma fórmula para vender Concetto Spaziale, Attese, una pintura de Lucio Fontana (un reconocido artista italoargentino, creador del espacialismo), en 1,9 millones de dólares y comprar por esa misma cantidad una escultura de Alberto Giacometti. Grimound también mediaba con galerías y casas de subasta para comerciar con las obras, como la escultura Discussion del artista inglés Tony Cragg, con un valor entre los 300.000 y los 400.000 francos suizos, o dos trabajos del escultor francés François-Xavier Lalanne, que rondan los 60.000 y los 80.000 francos suizos. En el archivo de documentos también hay una transacción para hacerse con dos relieves mayas, valorados en 2,4 millones de dólares. Las piezas datan del sur de México y una de ellas tiene entre 1.100 y 1.400 años de antigüedad, según los documentos de los Papeles de Pandora.

“El arte ya no es solo algo que cuelgues en tu pared o sobre tu chimenea, se ha convertido en un nicho para que la gente rica resguarde su dinero”, explica Chris Marinello, especialista en litigios legales de arte y recuperación de obras robadas. “La gente compra arte a través de una sociedad offshore y, aunque eso en sí no es ilegal, se suelen utilizar de forma muy opaca”, dice el director de Art Recovery International. “Se pagan impuestos cuando lo compras, lo restauras, lo transportas, lo vendes y sacas ganancias. Hay impuestos en todas partes, pero así es la vida. La gente honesta los paga y la gente deshonesta, no”, sentencia el especialista.

Adriana Abascal, que demandó a finales de los noventa a Televisa por la herencia de El Tigre, también aparece en los Papeles de Pandora vinculada a la compraventa de obras de arte. La última pareja de Azcárraga Milmo pagó 2,8 millones de dólares en 2015 para comprar el cuadro Ho Westward del artista Ed Ruscha a Global Art Portfolio Ltd, una compañía establecida en Hong Kong ligada al galerista suizo Paolo Vedovi. Un año antes adquirió un 25% de los derechos de Femme nue couchée de Pablo Picasso por 512.500 euros, entre otras transacciones que aparecen en registros contables de la galería.

Los Papeles de Pandora también arrojan información sobre Auburn Services Limited, una empresa en Islas Vírgenes Británicas de Abascal y Juan Villalonga, exdirector de Telefónica y con quien se casó en 2001, cuatro años después de la muerte de Azcárraga Milmo. Abascal fue directora de la empresa entre 1998 y 2000, así como socia entre 2007 y 2010, cuando se divorció. Auburn Services ya había sido destapada en los Papeles del Paraíso, otra filtración a cargo del ICIJ en 2017, en la que aparecía como accionista de Cottesmore Advisors Limited, una sociedad en Malta ligada a Villalonga. Hasta ahora, sin embargo, la participación en Auburn de Abascal, que declinó hacer comentarios, era desconocida.

Adriana Abascal, en un acto de Unicef en Madrid, en 2018.Eduardo Parra (Getty Images)

Otros nombres asociados al reinado de El Tigre aparecen en la filtración. Carmela Azcárraga de Burillo, hermana del que fuera jefe de Televisa, estuvo detrás de más de una veintena de estructuras en Islas Vírgenes Británicas, Bahamas, Liberia y EE UU. Su hijo Alejandro Burillo, un empresario ligado al fútbol y las telecomunicaciones, estuvo en la baraja de sucesores de Azcárraga Milmo, pero vendió sus acciones —el 25% de la empresa— y dejó la televisora en 2000. Carmela Azcárraga, fallecida en febrero de 2020, heredó 306 millones de dólares tras la muerte de Emilio Azcárraga Vidaurreta, El León, su padre y fundador del imperio televisivo, y se convirtió en una exitosa inversionista del sector inmobiliario.

A través de un complejo entramado financiero, en el que Carmela Azcárraga de Burillo aparece como beneficiaria real, la familia Burillo Azcárraga registró en el extranjero cuatro coches, millonarias pólizas de seguro y bienes raíces en zonas exclusivas de Estados Unidos valorados en casi 18 millones de dólares. Entre las propiedades están cuatro condominios de lujo en la Grand Bay Tower de Key Biscayne (Florida), dos apartamentos en Vail (Colorado) y otro frente a Central Park, en el Trump Parc Condominium de Nueva York, según los registros de la propiedad. Los herederos de Azcárraga de Burillo no han respondido a una solicitud de comentarios.

A principios de septiembre, la Suprema Corte confirmó la orden de devolver más de 1.000 millones de pesos en impuestos a los sucesores de la hermana de El Tigre, en un trámite solicitado tras la venta de 120.000 acciones de una filial de Televisa en 2007. El caso profundizó el pleito entre el poder judicial y el presidente, Andrés Manuel López Obrador, que dijo que le dolía “en el alma” que se pagara la devolución “con dinero del pueblo”. “Imagínense lo que representa entregar 1.000 millones, cuántas becas para niños y niñas con discapacidad, vacunas, apoyo a la gente más pobre, son unos insensibles”, reprochó el mandatario en su conferencia matutina.

Desde los tiempos de Azcárraga Milmo, los destinos de Televisa siempre han sido parte de las discusiones en los primeros círculos del poder en el país. Andrew Paxman, coautor de El Tigre, la primera biografía no autorizada del empresario, describe el pleito por la herencia como “un circo”, con los juegos de poder, la caótica vida amorosa del protagonista y la que fuera alguna vez “la empresa más poderosa de México”. “Tenía tanta presencia en el mundo del entretenimiento y la información, que eso representó un poder que ningún empresario tenía, no solo económico, también político y cultural”, afirma el historiador. Pese a perder la batalla contra el cáncer en abril de 1997, los ecos de la muerte del último gran patriarca de la televisión aún retumban en el país.

Mathieu Tourliere (Proceso) colaboró en la elaboración de este reportaje.


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