Un peligroso debate ha germinado en las filas de las Fuerzas Armadas rusas en vísperas del esperado contraataque de Ucrania en la guerra: el de si las batallas se pierden por errores de los propios mandos. El jefe del grupo de mercenarios Wagner, Yevgueni Prigozhin, ha situado su desafío al Kremlin en niveles máximos al anunciar este viernes que sus tropas abandonarán el 10 de mayo las posiciones que mantienen en Bajmut, en el este de Ucrania, debido a la falta de munición para el combate. Prigozhin responsabiliza directamente al ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, de esa carencia de suministros y lo acusa de haber boicoteado a Wagner en la conquista de esa ciudad por sus rencillas personales. La fecha elegida no puede ser peor para Vladímir Putin. El presidente y comandante supremo ruso no podrá mostrar una conquista importante para el Día de la Victoria sobre la Alemania nazi —el 9 de mayo—, una fecha marcada en rojo para el mandatario por su simbolismo. Además, presidirá el desfile en medio de dos amenazas que no se percibían hace un año: la de los drones en el cielo ruso y la de la disensión en sus filas en el frente.
“Retiro las unidades de Wagner de Bajmut porque, sin municiones, están condenadas a una muerte sin sentido”, ha anunciado Prigozhin, rodeado de sus fieles soldados, en un mensaje dirigido al presidente, al alto mando y al pueblo ruso. “Debíamos haber tomado Bajmut para el 9 de mayo, pero, conocedores de esto, los burócratas pseudomilitares nos han cortado el acceso a cualquier munición de artillería desde el 1 de mayo”, ha denunciado. El empresario ha subrayado que apenas les quedaban por conquistar 2,5 kilómetros cuadrados de los 45 por los que se extiende la ciudad.
El líder de Wagner, fuerza de vanguardia en varios frentes del este de Ucrania, asegura que sus integrantes apenas reciben un 10% de los proyectiles que demandan para mantener el avance en esa ciudad del este de Ucrania, convertida en símbolo de la resistencia frente a las tropas rusas, mientras que sus bajas “crecen exponencialmente todos los días”. “Soportar las pérdidas sin tener municiones en Bajmut es inútil e injustificado, mis muchachos no lo harán”, ha advertido Prigozhin.
El magnate de San Petersburgo, un empresario ajeno al ejército, ha ganado una gran fama durante la guerra por la franqueza de sus intervenciones públicas y por mostrar la dureza de los combates que oculta la propaganda oficial rusa. El ministro de Defensa, a diferencia del dueño de Wagner, sí pertenece al exclusivo círculo íntimo de Putin. Fue, de hecho, uno de los principales apoyos del mandatario en su ascenso al poder gracias a su enorme popularidad como ministro de Emergencias en los noventa.
Rodeado de cadáveres
El anuncio de retirada ha tenido lugar pocas horas después de que el jefe de Wagner publicase otra grabación, en la que ponía totalmente contra las cuerdas al ministro de Defensa. El empresario recorría de noche un descampado repleto de cadáveres ensangrentados de sus soldados, a los que señalaba mientras se dirigía a la cámara para acusar de su muerte al alto mando entre insultos y gritos. “Estos, joder, son los malditos padres e hijos de alguien. Y esa escoria que no nos da la munición, ¡hostia puta!, se comerá sus despojos en el infierno. Joder. Maricones. Tenemos un 70% de escasez de munición. Shoigú, Gerásimov [Valeri, jefe del Estado Mayor ruso], ¿dónde diablos está la munición?”, clamaba Prigozhin.
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En una sociedad que ha sido movilizada forzosamente para ir a combatir al frente, el dueño de Wagner apuntó con sus dardos contra el punto más débil de los generales. “Ustedes se sientan en clubes caros, sus hijos dan tumbos por la vida grabando vídeos en YouTube. Os creéis que sois los dueños de esta vida y que tenéis derecho a disponer de sus vidas”, gritaba Prigozhin en el vídeo mientras ponía el foco en las críticas de los rusos hacia su élite. Por ejemplo, la hija del ministro de Defensa, Ksenia Shoigú, y su marido, el influencer Alexéi Stolyarov, fueron localizados por el medio independiente Sota en el hotel Caesar’s Palace de Dubái en Año Nuevo.
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Además, en otro vídeo difundido posteriormente por el gabinete de comunicación de Prigozhin, el empresario ha amenazado directamente a Shoigú y Gerásimov: “Son responsables ante las madres e hijos de decenas de miles de muertos y heridos ―por no entregar munición―, y yo haré que rindan cuentas”.
La retirada de Wagner, una contratista militar privada tolerada en un país que por ley castiga con la cárcel la fundación de compañías de mercenarios, pone en otra tesitura difícil al Kremlin porque podría incurrir en un delito más si su abandono del frente de guerra es rechazado por el alto mando. Vladímir Putin no solo firmó en septiembre la movilización forzosa de al menos 300.000 rusos; ese mismo mes también aprobó una enmienda legal que condena con hasta 15 años de prisión la rendición voluntaria, la negativa a combatir y la deserción. El propósito de aquella medida era que sus fuerzas armadas no se desmoronasen tras haber sido reforzadas con voluntarios, presos y civiles movilizados debido a las graves pérdidas de militares profesionales sufridas al inicio de la invasión.
Cinco a uno
Según Prigozhin, a Wagner se le acabaron los recursos para mantener su ofensiva a principios de abril y en el frente ha sido superado por las fuerzas ucranias en una proporción de cinco a uno. Por ello, el dueño de la compañía de mercenarios ha solicitado al jefe del Estado Mayor y comandante único de la campaña ucrania, Gerásimov, que dé la orden de sustituir sus tropas por unidades regulares del Ministerio de Defensa antes de que venza el plazo de su ultimátum. Putin ya zanjó en marzo una disputa de Wagner con el ministerio al dejar claro que el Gobierno se veía obligado a racionar la munición después de más de un año de guerra. Su portavoz, Dmitri Peskov, rechazó este viernes comentar las acusaciones vertidas por Prigozhin contra el alto mando.
La larga ofensiva de Wagner en la ciudad ha generado dudas entre algunos expertos militares rusos. “Uno tiene la impresión de que este asalto de nueve meses es una cuestión de relaciones públicas del señor Prigozhin”, ha escrito en Telegram el exoficial y exdiputado Víktor Alksnis, conocido en Rusia como El coronel negro. Según el militar, ni Bajmut tiene sentido estratégico, ni Putin habría dado la orden de tomarla para el Día de la Victoria. Además, en su opinión, los rusos tenían que haber imitado la estrategia ucrania: “Si un ataque a las posiciones enemigas en un sector determinado provoca grandes pérdidas, entonces es necesario atacar al enemigo en otro sector y sentir las debilidades en su defensa”.
La inteligencia estadounidense cifra en alrededor de 100.000 las bajas sufridas por las fuerzas armadas rusas desde diciembre, incluidas unas 20.000 muertes. Según sus cálculos, alrededor de la mitad de las pérdidas las ha registrado la compañía de mercenarios Wagner, que reclutó miles de presos a cambio de la promesa del indulto tras medio año de servicio.
Prigozhin, no obstante, está sumando apoyos a su causa, entre ellos, los de los gobernadores de las regiones fronterizas con la guerra, así como de altos mandos del Ministerio de Defensa. El general Mijaíl Mizíntsev, destituido la pasada semana como jefe de la logística rusa, apenas ocho meses después de ser ascendido, se ha unido como subcomandante a las filas de Wagner. Conocido como el carnicero de Mariupol por la violenta toma de aquella ciudad clave del sur de Ucrania, el fichaje de Mizíntsev supone un golpe de efecto de Prigozhin gracias a la buena reputación del militar entre los suyos y las facciones proguerra rusas.
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