Estados Unidos asiste al final del juicio contra el expolicía Derek Chauvin por la muerte del afroamericano George Floyd con las emociones a flor de piel, de luto nacional por los recientes tiroteos de civiles armados y en plena conmoción por las últimas muertes de hombres negros cuando estaban siendo detenidos. En Brooklyn Center, un suburbio de Minneapolis (Minnesota) a 15 minutos en coche del tribunal que juzga a Chauvin, las protestas continúan por el disparo mortal a Daunte Wright, de 20 años, efectuado por una agente que trataba de arrestarlo y que, según cree la policía, confundió la pistola paralizante con la de fuego. También en Chicago se celebran manifestaciones tras publicarse el vídeo de un chico de 13 abatido tras una persecución policial.
El dramático fallecimiento de Floyd, cuyas imágenes grabadas en vídeo dieron la vuelta al mundo, provocó una movilización global contra el racismo y ha convertido este juicio en algo más que un proceso contra un agente. Eso es, sin embargo, lo que deben juzgar únicamente los 12 hombres y mujeres que forman el jurado y que costó seleccionar en un caso tan sensible y político como este. El proceso más mediático en años, quizá en décadas, llega a su recta final este lunes con las argumentación finales de la Fiscalía y la defensa. Estas son las claves tras tres semanas de juicio.
Un trágico día de homenaje a los caídos. El 25 de mayo de 2020, que era un lunes festivo en Estados Unidos, la policía de Minneapolis recibió la llamada del dependiente de un comercio, Cup Foods, denunciando que un hombre había comprado tabaco con un billete falso de 20 dólares. Los agentes acudieron y detuvieron a George Floyd, de 46 años, que se hallaba dentro de un automóvil aparcado junto a la tienda. En un principio, Floyd opuso resistencia, pero en poco tiempo fue doblegado. Tumbado en el suelo, boca abajo, el agente Derek Chauvin lo mantuvo inmovilizado con la rodilla sobre su nuca durante más de nueve minutos, pese a que había dejado de resistirse y gritaba que no podía respirar. En los últimos minutos la víctima estaba inerte y el agente no levantó la presión ante el estupor del público presente. Otros dos policías le ayudaron en la inmovilización y otro controlaba a los viandantes. Estos también afrontan cargos, aunque de menor gravedad, y serán juzgados más adelante.
El marco legal de la inmovilización con la rodilla. El bloqueo con la rodilla sobre el cuello es una técnica legal ante un detenido que se resiste o se muestra agresivo, si bien departamentos de policía de diferentes Estados la han prohibido por violenta y por los riesgos que conlleva. En Minneapolis estaba permitida, pero la Fiscalía se ha centrado durante el proceso en que Chauvin la utilizó durante un tiempo prolongado sin que, como se ve en las grabaciones, Floyd se moviese o se mostrase peligroso. Uno de los testimonios clave del juicio ha sido precisamente el del jefe de la policía local, Medaria Arredondo, quien acusó al agente de violar la política del cuerpo: “Una vez Floyd dejó de resistirse, debió parar”. Además, también incumplió el deber de proporcionarle ayuda médica cuando se mostró inconsciente.
En vídeo, los testimonios del juicio que cuestionan la defensa del exagente Chauvin.
Drogas, asfixia y causa de la muerte. La defensa de Chauvin ha tratado de argumentar que Floyd falleció por el efecto de las drogas que había consumido y no por asfixia. El informe toxicológico recoge que el fallecido tenía en su organismo fentanilo y metanfetaminas, pero los expertos médicos aportados por la Fiscalía -un experto en el aparato respiratorio, Martin J. Tobin, y un facultativo del Departamento de policía de Louisville, Bill Smock- sostuvieron que la muerte ocurrió por falta de oxígeno. Smock, en concreto, aseguró que el comportamiento de Floyd no era compatible con el de una persona con sobredosis de fentanilo. Por el contrario, el exjefe médico del Estado de Maryland, David Fowler, llamado a declarar por la defensa, señaló que no estaba probado que la rodilla de Chauvin hubiese provocado daños y que Floyd murió principalmente por sus problemas de corazón, aunque sí admitió que el paro cardíaco podría haberse revertido de haber recibido atención médica adecuada en los minutos posteriores tras quedar inconsciente.
Los cargos y la dificultad de condenar a un policía. Chauvin está acusado de tres cargos: homicidio imprudente en segundo grado; asesinato en segundo grado, que implica intención en el instante, pero no premeditación ni voluntad previa; y asesinato en tercer grado, que el Estado de Minnesota define como el cometido por alguien que, aunque no busca el objetivo de matar, causa muerte actuando de forma peligrosa, con una mentalidad depravada y sin cuidado por la vida humana. Pocos policías son acusados en Estados Unidos de algunos de estos delitos por hechos ocurridos en acto de servicio y menos aún, condenados. El profesor de Justicia Penal de la Universidad de Ohio, Philip M. Stinson, calculó que, desde 2005, sólo 121 han sido imputados, cuando las muertes a manos de la policía ascienden a un millar al año. El principal motivo es que, según una decisión del Tribunal Supremo de 1967, la violación de derecho por parte de las fuerzas del orden, cuando se llevan a cabo “de buena fe”, en una operación, gozan de “inmunidad cualificada”. En 2015, el mismo tribunal precisar que esto se aplicarían salvo que la violación de derechos “derechos reglamentarios y constitucionales claramente establecidos”, lo que no ha solucionado el problema.
Un jurado ante la historia. El reverendo neoyorquino Al Sharpton, el histórico y controvertido activista por los derechos civiles, dijo poco antes de comenzar el juicio: “Chauvin está en el banquillo, pero Estados Unidos está siendo juzgado”. Eso es precisamente lo contrario que se le ha pedido al jurado, una docena de hombres y mujeres del condado de Hennepin que, en resumen, deben determinar si Chauvin causó la muerte a Floyd con su rodilla o contribuyó a ella, pero cuya decisión va a marcar la historia. El tribunal intenta elegir a los miembros de un jurado entre personas que tienen opiniones preconcebidas sobre un caso. Esta vez ha sido imposible. La mayoría ha visto al menos fragmentos del vídeo y 10 de los 15 seleccionados (dos son suplentes y otro abandonó) admitieron tener una opinión “algo negativa” del acusado, si bien parecían moderados y se veían capaces de dejar al margen sus prejuicios.
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