El Kremlin prohíbe la publicación del periódico ruso que ganó el Nobel de la paz

El Kremlin prohíbe la publicación del periódico ruso que ganó el Nobel de la paz

El sábado, en la Casa de los Sindicatos de Moscú, el periodista y premio Nobel de la paz Dmitri Murátov se apartó un instante bajo el retrato que presidía el funeral del último líder soviético, Mijaíl Gorbachov, cuyas reformas hicieron posible la libertad que permitiría fundar Nóvaya Gazeta en 1993. Este lunes, casi 30 años después, la justicia de Vladímir Putin ha prohibido la publicación impresa de su periódico, aunque próximamente también podría sumarse la versión digital. Su veto se suma a la condena este mismo lunes a 22 años de cárcel para el periodista Iván Safronov, la guinda al bloqueo de otros medios rusos que antes fueron declarados agentes extranjeros e, incluso, “organizaciones indeseables”, una categoría equiparable a la de extremistas y terroristas.

Un tribunal moscovita ha aceptado la petición del organismo supervisor de las telecomunicaciones, Roskomnadzor, de anular la licencia de Nóvaya Gazeta por supuestamente no entregar un documento, el acta constitucional de la redacción, en los plazos establecidos por la ley de medios. Según los jueces, el periódico, refundado en 2002, cambió de manos en 2006 y esto implica que pasó a ser un nuevo medio.

“Consideramos que se trata de una decisión política, por lo que legalmente es nula y sin efecto”, dijo la máxima responsable de comunicación del periódico, Nadezdha Prusenkova. “Estamos totalmente en contra de este dictamen y apelaremos. Seguiremos vivos y lucharemos, Nóvaya Gazeta existirá”, agregó la periodista de un medio que a lo largo de su dilatada historia no solo se ha enfrentado a la censura y las amenazas más o menos veladas, sino también al asesinato e intento de envenenamiento de varios de sus periodistas por sus investigaciones en torno a las autoridades y los abusos de derechos humanos en Rusia.

Murátov, director de Nóvaya Gazeta, reveló a la agencia estatal de noticias Tass que la Corte Suprema rusa prevé estudiar próximamente otra demanda similar contra la versión digital del medio. “Presentaremos una apelación, por supuesto”, dijo el premio Nobel de la paz de 2021, el último ruso tras el recibido por Gorbachov en 1990.

El pasado 28 de marzo, la dirección de Nóvaya Gazeta decidió suspender temporalmente su actividad, “hasta el final de la operación especial sobre Ucrania”, debido a las amenazas que planeaban sobre su redacción. El periódico había recibido una advertencia de Roskomnadzor por publicar en la web un material que mencionaba a otra organización que había sido declarada agente extranjero sin señalarlo debidamente, según el criterio del Kremlin. Semanas antes, el diario también había tenido que borrar varios artículos por infringir la ley que el parlamento anunció y aprobó en apenas unas horas el 4 de marzo, la reforma que castiga con la cárcel “desacreditar a las fuerzas armadas de la Federación de Rusia”. Entre los textos eliminados, una columna de Murátov donde calificaba como “guerra” lo que Putin llama “operación especial”.

Precisamente el etiquetado de agentes extranjeros había servido de pretexto en diciembre para cerrar la ONG Memorial, un movimiento que nació en los ochenta para sacar a la luz los crímenes soviéticos. Los jueces revisaron con lupa cada publicación de cada red social y hasta las tarjetas de visita. De hecho, la Corte Europea de Derechos Humanos llegó a dictaminar el pasado 14 de junio que el Gobierno ruso ha abusado de la ley de agentes extranjeros para restringir los derechos de muchas organizaciones e individuos. En cualquier caso, una denuncia simbólica: la Federación de Rusia abandonará formalmente la Convención Europea de Derechos Humanos el próximo 16 de septiembre.

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Nóvaya Gazeta paró su actividad en Internet salvo por unos artículos puntuales. El primero fue una investigación del ataque sufrido por Murátov cuando se encontraba a bordo de un tren. Aunque el periódico identificó al agresor, las autoridades no han abierto ninguna pesquisa sobre el incidente. Posteriormente, cuando se supo que el director del periódico recibiría el premio Nobel en su nombre, la web del diario anunció que este galardón sería subastado para recolectar ayuda para las víctimas de Ucrania. El pasado 21 de junio, Murátov recaudó así 103,5 millones de dólares que fueron entregados al Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef)

“El tribunal de Basmanni decidió revocar la licencia de Nóvaya Gazeta, ¡que arda en el infierno! Nóvaya existe y existirá”, escribió en su canal de Telegram Boris Vishnevsky, vicepresidente del partido independiente Yábloko. Otro compañero suyo, el periodista y representante del partido en Pskov, Lev Shlósberg, también se mostró contundente. “Se puede destruir los medios. Se puede callar a la gente. Es imposible hacer que la gente deje de pensar. No se puede negar la libertad”, afirmó en Twitter.

Cuando la dirección de Nóvaya Gazeta decidió suspender indefinidamente su publicación, varios de sus redactores huyeron a Letonia y decidieron fundar allí otro medio similar, Nóvaya Gazeta Europa. Su editor, Kiril Martynov, fue declarado agente extranjero el pasado viernes, y este lunes recordó algunos artículos de febrero y marzo que han podido llevar al Kremlin a bloquear el periódico original. Uno de ellos titulado Ven y mira, como la homónima película soviética de 1985 que describía los horrores de la guerra con la historia de un niño partisano en el frente bielorruso.

Safronov, condenado a 22 años de cárcel

Otra excepción en el parón de Nóvaya Gazeta estos meses ha sido publicar este lunes al unísono con más medios independientes, entre ellos su escisión europea, un artículo titulado El periodismo no es un crimen. La columna exige la puesta en libertad del antiguo asesor en la agencia espacial rusa Roscosmos y reportero de defensa Iván Safronov, al que las autoridades detuvieron en 2020 bajo la acusación de haber cometido alta traición.

Este mismo lunes, otro juzgado de Moscú condenó al periodista con 22 años de cárcel en régimen estricto y otros dos de libertad restringida, además de una multa de medio millón de rublos, unos 8.000 euros al cambio.

Según la acusación, Safronov habría informado de las actividades del ejército ruso en Siria a un politólogo que a su vez comentó esos datos con representantes de la Universidad de Zúrich y de los servicios de inteligencia alemanes y checos. A cambio de sus comentarios habría recibido unos 250 dólares. Sin embargo, los medios independientes rusos resaltaron este lunes que toda la información proporcionada era accesible a todo el mundo.

“Una simple búsqueda en Internet demuestra que las acusaciones contra Safronov no resisten ningún escrutinio: la información utilizada cuando redactó sus materiales era de dominio público, todo el mundo podía verla”, recalcaba esta misma jornada Nóvaya Gazeta en el que podría ser uno de sus últimos artículos en casi tres décadas de historia.

“Está claro para nosotros que el motivo de la persecución emprendida contra Iván Safronov no es la “traición”, que no ha sido demostrada, sino que su trabajo periodístico y los materiales que publicó no tuvieron en cuenta la opinión del Ministerio de Defensa”, reflexionaba el editorial del diario dirigido por Murátov.

Kommersant, uno de los medios donde trabajó Safronov y uno de los periódicos más importantes que aún operan en Rusia, denuncia en su crónica que el periodista estaba dispuesto a demostrar durante el juicio que todas sus fuentes eran abiertas, “pero no se le proporcionó ni un ordenador portátil ni acceso a Internet, igual que pasó durante la investigación, con la alegación de que el caso era secreto”

Uno de los abogados del reportero, Dmitri Katchev, anunció que apelará la sentencia e insistió en la inocencia de su cliente. “Todo periodista que esté en Rusia ahora debería pensarse si vale la pena seguir en esta profesión”, dijo el abogado a la agencia de noticias Tass.

“Os escribiré a todos, escribid. Os quiero”, dijo Safronov al conocer su destino a las decenas de personas que esperaban a la conclusión de su juicio a puerta cerrada para mostrarle su apoyo, según revela el diario Jólod. El exreportero de otro destacado medio como Vedomosti afronta ahora la condena más dura por alta traición que se haya impuesto en Rusia en los últimos años.

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