Markus Söder, de 54 años, el popular y temido presidente del Gobierno regional de Baviera, puso fin este domingo a una larga y bien estudiada escenificación que inició el verano pasado y anunció que quería ser el candidato a canciller de la Unión, como se conoce el binomio de los dos partidos democratacristianos alemanes, la CDU y la CSU de Baviera. En el marco de una reunión que se realizó a puerta cerrada en Berlín entre los principales dirigentes de los dos partidos, Söder dejó saber, por primera vez, que estaba dispuesto a buscar la candidatura para los comicios del próximo 26 de septiembre. “Si la CDU estuviera dispuesta a apoyarme, yo estaría dispuesto. Si la CDU no lo quiere, queda sin rencor una buena cooperación”, dijo Söder según informaron varias agencias de noticias.
Söder, un patriota bávaro de toda la vida, presentó sus credenciales para una posible candidatura el verano pasado, cuando eligió el Tagesspiegel, un periódico de Berlín, para definir la principal cualidad de un político que desee aspirar al cargo de canciller. “El futuro candidato”, dijo, “debe probarse a sí mismo en la crisis del coronavirus. Aquellos que fallan en esto no pueden tener ninguna pretensión moral de liderazgo”. “Solo aquellos que dominan las crisis, que pueden cumplir con su deber, pueden tener éxito en este desafío”, añadió, al sugerir de forma sibilina que en ese momento el mejor posicionado era él mismo.
Desde entonces, Söder no desaprovechó ninguna oportunidad para decirle al país que Baviera era un ejemplo en la lucha contra el virus, un discurso que cosechó un considerable éxito en las encuestas que se publican en Alemania y que miden la popularidad de los políticos en la carrera por la cancillería: todos los sondeos señalan que Söder cuenta con el apoyo mayoritario de los alemanes y que su principal rival, Armin Laschet, presidente de la CDU, ocupa el último lugar en las preferencias, por debajo incluso de los posibles candidatos de los Verdes y de Olaf Scholz, el aspirante del partido socialdemócrata alemán.
En los últimos meses, Söder también gozó del apoyo poco disimulado de la prensa conservadora (Bild y die Welt), que aplaudió su lucha contra la pandemia y al mismo tiempo destacó su vigor en aplicar medidas destinadas a combatir el virus.
Söder también lucharía, si fuera el candidato a canciller, contra una regla no escrita en la política alemana: el fuerte nacionalismo conservador bávaro, que causa desconfianza en el resto del país. Aun así, la CSU de Baviera ha logrado tener un candidato a canciller en dos ocasiones, pero en ambas fueron derrotados por un candidato socialdemócrata. En 1980, Franz Josef Strauss perdió ante Helmut Schmidt, y en 2002 Edmund Stoiber fue derrotado por escasos votos por Gerhard Schröder. En ambas ocasiones, la CDU aceptó a estos candidatos porque no confiaba en el éxito de sus entonces respectivos jefes, Helmut Kohl y Angela Merkel.
Pero Söder tiene un problema aún no resuelto para obtener la designación. El problema se llama Armin Laschet, que cuenta con el apoyo de la plana mayor de su partido, la CDU, incluidos los jefes de gobierno regionales y muy probablemente el de la actual canciller, Angela Merkel. El líder de la CDU dijo este domingo que quería aclarar pronto la cuestión de la candidatura a canciller de la Unión junto con Söder. “El proceso es claro, la disposición de ambos está encima de la mesa, la misión también está encima de la mesa”, dijo Laschet.
Laschet, de 60 años, es considerado como un político centrista al que le gustaría mantener la línea política de Angela Merkel, aunque en los últimos meses se haya opuesto a ella en cuanto a las restricciones sanitarias por la pandemia. Nunca ocultó su deseo de ser candidato a canciller y su condición de líder del principal partido conservador le da ventaja.
Angela Merkel, que lleva en el poder desde 2005 y ha descartado presentarse a un quinto mandato, no ha dado públicamente su apoyo a ningún candidato para sucederla.
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