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El líder de los ‘halcones’ deja el Bundesbank tras una década de ortodoxia

Jens Weidmann, en una imagen de archivo.Europa Press

El jefe de los halcones dejará su trono en el Bundesbank el próximo 31 de diciembre. Jens Weidmann, quien encarnó la férrea oposición a Mario Draghi dentro del Banco Central Europeo (BCE), ha pedido al presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, su destitución el próximo 31 de diciembre como presidente del banco central alemán. “He llegado a la conclusión de que más de 10 años es una buena medida de tiempo para pasar una nueva página, para el Bundesbank, pero también para mí personalmente”, ha explicado en una carta remitida a los trabajadores del banco central germano. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha afirmado que respeta la decisión de Weidmann de dimitir, pero que también lo “lamenta intensamente”.

Weidmann se convirtió en 2011 en el banquero central más joven que jamás había tenido Alemania al reemplazar, con solo 42 años, a Axel Weber al frente de la poderosa institución. Antiguo asesor de Angela Merkel, el banquero pronto se forjó su mote de Doctor No por su continua oposición a la política monetaria de Draghi, que combinaba el programa de compra de deuda, contra el que votó el Bundesbank, con una política de tipos de interés bajos. Weidmann llegó a tratar de dinamitar el plan del italiano que salvó al euro ante las ocho togas rojas del Constitucional alemán. En Karlsruhe, advirtió de los riesgos inflacionistas que, a su juicio, entrañaba el arsenal que acababa de lanzar Draghi.

Esa amenaza nunca se materializó: hasta hoy, la zona euro ha vivido una década de anémicas subidas de precios. La salida de la mayor depresión que atraviesa Europa en casi 100 años, sin embargo, ha agitado de nuevo el fantasma de la inflación, que ha alcanzado en Alemania niveles que no se veían desde 1992. Y a pesar de que el BCE ve detrás de esas subidas causas temporales como los cuellos de botella o los cambios impositivos en Berlín, en su carta de despedida al personal del Bundesbank pide “no perder de vista los posibles riesgos de inflación” que atraviesa la zona euro. En la misiva, el todavía presidente del Bundesbank se reafirma en sus convicciones, que le han llevado a no pocos desacuerdos con sus colegas del Consejo de Gobierno del BCE. “Una política monetaria orientada a la estabilidad solo será posible a largo plazo si el marco regulatorio de la unión monetaria asegura la unidad de acción y responsabilidad, la política monetaria respeta su mandato restringido y no queda atrapada en la política fiscal o los mercados financieros”, sostiene.

Weidmann había sido designado por el Gobierno alemán en febrero de 2019 para un segundo mandato de ocho años como presidente de la institución. Enseguida, sin embargo, descarriló en su carrera por suceder a Draghi al frente del BCE. En su camino se interpuso Ursula von der Leyen, quien se hizo con el cargo de presidenta de la Comisión Europea e hizo inviable que un alemán pudiera presidir el supervisor europeo. En su lugar, se impuso la francesa Christine Lagarde, que ofrecía una línea de continuidad con el italiano. En esa decisión pesaron también las nulas simpatías que Weidmann despertaba entre los líderes del sur de Europa. Ortodoxo entre los ortodoxos, el alemán había criticado a Bruselas por su laxitud con Francia, Italia y Bélgica, primero, y por no haber sancionado a España e Italia por incumplir los objetivos de déficit pactados para 2015, después. “La crisis del euro ha mostrado cuán importante es endurecer las normas fiscales”, afirmó. A pesar de que el banquero ha esgrimido “motivos personales”, Handelsblatt publica que Weidmann habría tomado ya entonces la decisión. Sin embargo, por respeto a Lagarde, primero, y por la depresión derivada de la pandemia, después, fue demorando esa decisión.

Posible sucesión

La salida de Weidmann es un signo inequívoco de los aires de cambio en Berlín al perfilarse una coalición de gobierno entre socialdemócratas, liberales y verdes. Angela Merkel se va, y con ella también su antiguo asesor. “La canciller lamenta y toma nota con gran respeto de la declaración del presidente del Bundesbank de que dejará su cargo a finales de año”, dijo el portavoz del Ejecutivo alemán, Steffen Seibert. Del nombramiento del próximo presidente, de hecho, debe encargarse el presidente de Alemania a propuesta del Ejecutivo. Si esto no fuera posible, la vicepresidenta de la entidad, Claudia Buch, tomaría las riendas de forma provisional. El líder del Partido Liberal (FDP), Christian Linder, aspirante a la cartera de Finanzas de un eventual gobierno de coalición, se apresuró a pedir una sucesión que garantice la continuidad al frente de la institución. Los analistas, sin embargo, creen que esa carpeta que los tres partidos tendrán sobre la mesa se saldará con un nombre menos alineado con la ortodoxia. “El sucesor de Weidmann probablemente será más comprensivo con los puntos de vista el próximo gobierno sobre asuntos clave, en especial el cambio climático y Europa”, sostiene Andrew Kenningham, economista jefe para Europa de Capital Economics.

Entre los nombres que circulan para encaramarse a la presidencia del Bundesbank está el de Isabel Schnabel, miembro del Comité Ejecutivo del BCE y, al contrario que Weidmann, ferviente defensora de los programas de la institución que preside Lagarde. Sin embargo, ese nombramiento confirmaría la cuestionable tradición de los banqueros alemanes de dejar sus sillas en Fráncfort antes de tiempo. Antes de Weidmann, lo hicieron sus predecesores en el Bundesbank Axel Weber y Ernst Welteke y los miembros del Comité Ejecutivo del BCE Jürgen Stark, Jörg Asmussen y Sabine Lautenschläger.

Weidmann se va, además, justo cuando el BCE deberá decidir sobre el futuro del programa de compras de deuda vinculado a la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés). A pesar de que los mercados esperan una señal clara desde Fráncfort en la reunión de diciembre, en la que todavía participará, el programa vence en marzo o, en cualquier caso, cuando la institución dé por terminada la crisis derivada de la pandemia. Los analistas apuestan por que la francesa podría rebajar ese plan de adquisiciones para elevar el programa ordinario (APP, por sus siglas en inglés). Los halcones, en guardia ante esa posibilidad, pierden a su máximo exponente en la mesa.


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