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El líder republicano del Senado acusa a Trump de provocar la turba que asaltó el Capitolio

Mitch McConnell, líder de la mayoría en el Senado de Estados Unidos, el pasado 6 de enero.Manuel Balce Ceneta / AP

Hubo un tiempo en que se pudo argumentar que la llave del inmenso poder que atesoraba Donald Trump, quien decidía de verdad lo que se hacía y lo que no, pasaba por el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell. Este martes, el senador por Kentucky entonó un demoledor “yo te acuso” al apuntar su dedo contra Trump y hacerle responsable de espolear a la muchedumbre que asaltó el Capitolio el pasado día 6 y dejó cinco muertos en su camino al ataque a la democracia norteamericana.

Si en la apertura del periodo de sesiones en noviembre tras las elecciones presidenciales, McConnell rompió con la tradición y se negó a reconocer la victoria de Joe Biden, argumentando que el presidente tenía derecho a recurrir a los tribunales y que no pasaba nada por esperar a tener un ganador, este martes el republicano declaraba en esa misma Cámara que “la turba fue alimentada con mentiras”. “Fue provocada por el presidente y otra gente con poder”. La ruptura entre ambos hombres ha quedado sellada y el oportunismo del veterano político más a la vista que nunca.

“Intentaron usar el miedo y la violencia para frenar un procedimiento específico en el primer estamento del Gobierno Federal porque no les gustaba. Pero perseveramos”, declaró McConnell en el último día entero de la presidencia de Donald Trump antes de que Biden jure su cargo en un Capitolio -y una ciudad- militarizada y sitiada por motivos de seguridad.

Tras cuatro años de apoyar a Trump con brevísimas dosis de crítica, el influyente líder de la mayoría -por ahora, porque el Senado tiene una nueva composición de 50-50- sigue manteniendo la incógnita sobre si votará a favor del impeachment contra el magnate. McConnell si ha dejado claro que considera que el mandatario ha cometido actos que son susceptibles de un juicio político. Su decisión será crucial ya que son necesarios 17 senadores republicanos para lograr los dos tercios necesarios en el Senado para someter a impeachment a Trump y la postura de McConnell da luz verde a la ruptura de la disciplina de voto. La Cámara lograba este impeachment del presidente la semana pasada con un voto bipartidista, con 10 republicanos sumándose a la mayoría demócrata.

Poco o nada ha hecho el veterano político, 78 años -los mismos que Joe Biden-, con una coraza impenetrable para las críticas que le permite incurrir en contradicciones ignorando absolutamente lo que se diga de él, para defender y ayudar a Trump tras la insurrección en el Congreso. Qué diferencia con el año pasado, cuando el senador defendió con gran vigor al mandatario ante el impeachment que se avecinaba y declaró que no había “la más mínima posibilidad” de que Trump fuera sacado del poder.

Incluso antes de que el Capitolio fuera asaltado, McConnell objetó los deseos de su superior de rechazar la certificación de votos del colegio electoral que tras semanas de ansiedad daba la victoria al demócrata Joe Biden. Cierto que McConnell defendió en un primer momento las veleidades de Trump de protestar contra los resultados en algunos Estados. Pero las demandas interpuestas hacían aguas por todos lados en los tribunales, lo que llevó a la mayoría de los republicanos a aceptar al vencedor de las elecciones del 3 de noviembre y al hombre que debía jurar el cargo este 20 de enero.

Si McConnell contaba con la victoria de Trump y se preparaba para ser la última línea de defensa del conservadurismo en Washington, la realidad ha sido más potente que cualquier ensoñación pasada y ha acabado por imponer los hechos, aunque en el caso de este político siempre tienen lugar para una interpretación personal.

Las palabras de McConnell llegaron horas antes de que se fuera a reunir con su contraparte demócrata, el senador Chuck Schumer de Nueva York, para establecer las reglas para el juicio político y el Senado que está por venir cuando la Cámara Alta comience su andadura dividida en dos a partes iguales. Será la vicepresidenta, Kamala Harris, quién rompa los empates, pero Schumer sabe que necesitará de McConnell, un hombre que conoce al dedillo los entresijos del poder del Senado.

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