En la actualidad, estamos viviendo en la época geológica del Holoceno, la última época del periodo Cuarternario. Comenzó 11.700 años antes del año 2000 y es un periodo integlacial, lo que quiere decir que en un futuro podría ser sucedido por una nueva glaciación. El Homo Sapiens ha sido única especie humana que ha vivido en esta época.
Ahora, debido al enorme impacto de la actividad humana, la comunidad científica está debatiendo acerca de si se debería reconocer un cambio de época. Si hoy la raza humana se extinguiera, llevaría varios siglos revertir el impacto causado en el medio ambiente desde la segunda mitad del siglo XVIII, cuando tuvo lugar la primera Revolución Industrial.
¿Estamos ante una nueva era geológica?
Los investigadores sostienen que hay muchos antecedentes que avalan que la Tierra se encuentra en una nueva era geológica, aunque falta la evidencia científica que acredite su inicio.
Ante esta situación, 35 geológos del Grupo de Trabajo sobre Antropoceno (AWG, por sus siglas en inglés) llevan dede el año 2009 investigando para que el Antropoceno pase a formar parte de la cronología oficial de nuestro planeta. El Antropoceno es una propuesta de época geológica que sucedería al Holoceno.
Para llevar a cabo el estudio, analizaron 12 lugares geológicos alrededor del mundo. Fue así como hallaron la que podría ser la zona cero del Antropoceno. Se trata del lago Crawford, un pequeño lago situado cerca de la ciudad de Toronto (Canadá).
Los biólogos consideran que es el sitio que mejor registra los impactos de la actividad humana en la Tierra. El lago Crawford tiene 24 metros de profundidad, lo que permite que los sedimentos se desplacen hacia abajo, sin mezclarse con el agua de la superficie. Por este motivo, los científicos han podido detectar con facilidad la aceleración de los cambios.
Cada verano, la temperatura del lago aumenta, lo que genera una precipitación de carbonato de calcio. Esto deja una capa calcárea blanca, que les permite a los biólogos leer como un registro anual del lago. Simón Turner, investigador del Colegio Universitario de Londres (UCL) y secretario del AWG explica que «un núcleo de los lodos de su fondo, parece una enorme paleta sucia, pero contiene estos hermosos sedimentos laminados anuales», según recoge ‘Meteored’.
Esto ocurre porque el sedimento extraído de su lecho revela todas las huellas que ha capturado a lo largo del año, la cuales dejan marcas en las rocas del lago canadiense: elementos radiactivos de pruebas nucleares, ceniza, microplásticos, etc.
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