La larga noche del Arsenal se encuentra en su hora más sombría. Poco importa la fuerte inversión realizada este verano (147 millones, el que más ha gastado de Europa) para revitalizar al equipo que la temporada pasada se quedó fuera de las competiciones europeas por primera vez en este siglo. Arteta no encuentra la tecla, con graves carencias en todas las líneas, y los suyos terminan la tercera jornada como el peor equipo de la Premier League. Tres derrotas, cero goles a favor, nueve en contra. Sensaciones aparte, el peor arranque del conjunto gunner desde 1954.
El Manchester City asestó este sábado un golpe muy duro a Arteta. El conjunto de Guardiola aplastó al Arsenal sin paliativos: 5-0, el 80% de la posesión, 25 disparos (diez a puerta) por solo uno del Arsenal, que además no fue a portería. En el día en el que el Etihad estrenó a sus nuevos guardianes, las estatuas de las leyendas Vincent Kompany y David Silva, la afición sky blue vivió una fiesta en las gradas ante la inmensa superioridad de los suyos. Ferran Torres, MVP del partido con dos tantos y una asistencia, hizo olvidar los intentos frustrados del City de fichar un goleador como Kane o Cristiano Ronaldo.
Todo lo contrario que los hinchas del Arsenal desplazados al partido. A la media hora de juego, con 2-0, Xhaka perdió los papeles y fue expulsado por una durísima entrada sobre Ferran. Entonces, unos cuantos seguidores del Arsenal empezaron a abandonar el estadio a pesar de que quedaba más de una hora de juego y el marcador no era demasiado abultado.
Los desesperanzados se libraron de ver el hundimiento y la rendición de los suyos. Como si se tratara de un partido de balonmano en lugar de fútbol, el City movía la pelota por la frontal del área a placer, buscando el momento preciso para colgar el centro o filtrar un pase, casi siempre encontrando a un compañero asombrosamente desmarcado en el corazón del área. No había respuesta posible por parte del Arsenal, solo bajar la cabeza y confiar en que todo pasara rápido. Que Leno fuera el mejor de los suyos a pesar de encajar cinco goles fue el reflejo de su inferioridad. El partido terminó y cesaron los golpes, pero entonces llegó el momento de hacer frente a la realidad. El club que en 2004 levantaba la Premier sin perder un solo partido se encuentra ahora en el último puesto de la clasificación tras tres jornadas, sin puntos ni goles a favor.
El Chelsea sobrevive en Anfield
En el otro gran encuentro de la jornada, todos los focos apuntaban al duelo entre Lukaku y Virgil van Dijk. El delantero se perfila como una de las sensaciones del año en Inglaterra y ante él, el Liverpool se encomendaba a su capitán, de regreso en un gran partido después de su terrible lesión la temporada pasada. Todo apuntaba a que el central tendría que sacar su mejor versión para detener a su rival, pero la batalla quedó en nada para tornarse al otro frente. El Chelsea logró adelantarse con un gol de Havertz en una jugada de estrategia, pero todo se iba a torcer para los de Tuchel. Al filo del descanso, James tuvo que sacar la mano a pasear para evitar el gol, pero el VAR advirtió al árbitro de su pillería y este le enseñó la tarjeta roja y señaló la pena máxima. Salah convirtió el penalti y el público de Anfield se encargó de inclinar el campo en busca de la remontada en la segunda parte.
Con uno menos, el Chelsea puso todas sus opciones en defender bien, juntos, y esperar el momento para salir a la contra. Una apuesta arriesgada ante delanteros con colmillos tan afilados como los del Liverpool. Mendy salvó un par de ocasiones claras y poco a poco, instalados en su campo, los de Tuchel empezaron a ver con mejores ojos el empate. Klopp movió el banquillo e intentó de todo para buscar un resquicio en la muralla blue, pero no hubo manera.
Puedes seguir a EL PAÍS DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.