“No sé qué vamos a hacer ahora, después de tanto trabajo”. La que habla es Pilar Vigneaux, responsable de comunicación del movimiento Free Britney (”liberad a Britney”). Desde Los Ángeles y a través de videollamada, explica cómo un movimiento ciudadano, creado de forma orgánica y sin una estructura institucional definida, presionó al sistema para lograr liberar a Britney Spears. La semana pasada, la jueza californiana Brenda Penny ponía fin a la tutela de la cantante, de 39 años, tras más de 13 en los que el padre de la artista controló su vida personal y profesional. El Tribunal Supremo de California, en Los Ángeles, devolvía así a Spears el dominio sobre su día a día, su trayectoria y su dinero. La princesa del pop, a la que habían asignado una paga de 1.500 dólares semanales (unos 1.300 euros), escribía en su Instagram: “Sé lo vergonzoso que resulta confesar que nunca [durante la duración de la tutela] he visto dinero en efectivo o he podido conducir mi coche”.
Sin embargo, la batalla de Spears no ha terminado tras la decisión de la jueza. En la misma publicación de Instagram, en la que muestra su disposición a conceder una entrevista a la presentadora Oprah Winfrey (que ya habló con el príncipe Enrique y Meghan Markle en un polémico encuentro), la de Luisiana asegura que, como mujer fuerte que se considera, va a luchar por ayudar a otros que están pasando por lo mismo. “No me puedo imaginar lo que el sistema les está haciendo, espero que mi historia tenga impacto y consiga cambiar este sistema corrupto”, afirma. Además, la primera declaración ante la jueza que le permitieron, el pasado 23 de junio, lleva a pensar que Spears podría emprender acciones legales contra todos los responsables de su tutela. “Señoría, mi papá y todos los involucrados en esta custodia, incluida mi agente [Lou Taylor], que tuvo un papel clave en mi castigo… deberían estar en prisión”, reclamó entonces.
Si la cantante decide ir adelante con estas demandas, tendría un apoyo claro: el del movimiento Free Britney. La artista ha agradecido ya en varias ocasiones el trabajo de estos seguidores, que concienciaron sobre la situación de la artista. “Al movimiento Free Britney… Chicos, moláis. Mi voz ha sido silenciada y amenazada tanto tiempo… No podía hablar por mí misma, y por vuestra conciencia sobre lo que estaba pasando y vuestro esfuerzo por informar al mundo… Gracias a vosotros, creo que me habéis salvado la vida”, escribió Spears en Instagram. Pero ¿de dónde viene este grupo de activistas que ha arrojado luz sobre un caso que llevaba más de una década en las sombras?
Pilar Vigneaux explica el carácter de movimiento ciudadano de este colectivo: no existe un fundador. “Nadie decidió crearlo, fue una cosa más bien orgánica que se dio en las redes sociales”. De hecho, el mismo origen del nombre no queda claro. Una de las primeras personas que lo usó fue Jordan Miller, quien abrió la página Breathe Heavy (respira fuerte) hace más de una década, en la que cuestionaba la tutela de Britney Spears. “Se rumorea que tú acuñaste la frase”, le menciona el periodista Mobeen Azhar en el documental La batalla por Britney (Movistar +). Miller concede: “La utilizaba mucho entonces, pero en ese momento todavía no existían las etiquetas”. Fue en enero de 2009, pocos meses después de que comenzase la curatela, cuando escribió: “¡Abrid los ojos! ¡Liberad a Britney!”. Vigneaux explica que Megan Radford, una de las fundadoras del movimiento (junto a Leanne Simmons y Kevin Wu), imprimió por primera vez la frase en una camiseta ese mismo año.
Según cuenta Miller en el documental, tras varias publicaciones recibió una llamada del padre de Britney Spears, Jamie, y a posteriori varios mensajes de los abogados designados por el sistema a la cantante, en los que lo amenazaron para que cerrase la página. Obviando este pico de popularidad, el movimiento y las denuncias se diluyeron y durante una década se limitaron a las páginas de seguidores de la princesa del pop.
En abril de 2019, sucedió lo que Vigneaux califica como un “momentum” (sucesos que ampliaron el movimiento). El podcast Britney’s Gram, que versaba sobre diferentes temas alrededor de la cantante, recibió un audio de una persona que aseguraba trabajar en el equipo de la tutela, y contaba que todo era mucho peor de lo que podrían pensar. Ese mismo mes, se organizó la primera manifestación del movimiento, frente al Ayuntamiento de West Hollywood. En mayo, cambiaron la localización al palacio de justicia Stanley Mosk, sede del Tribunal Supremo de California, una tradición que han mantenido desde entonces. Y se organizaron alrededor de una página donde se publicaba toda la información que recopilaban, freebritney.army.
El otro hito de estos activistas llegó este año con el documental Framing Britney Spears, del diario The New York Times (disponible en España también en Movistar +), para el que trabajaron mano a mano con su directora, Samantha Stark. Esta pieza audiovisual dio el impulso definitivo a la causa, y la popularizó incluso entre los que no se consideran seguidores de la cantante. “Yo nunca he sido una fan de saberme todas sus canciones”, confiesa Vigneaux.
De hecho, la responsable de comunicación reconoce que ella no se involucró en el movimiento hasta la pandemia. “Probablemente, tenía más tiempo, ya me había acabado Netflix y me empecé a informar sobre la situación. Pensé que algo no iba bien ahí y decidí dirigirme a ellos”. Contactó con Kevin Wu, quien abrió las cuentas de Instagram y Twitter @freebritneyla, y le preguntó si enviaban información a los medios, a lo que este respondió que no. Se ofreció a ayudar.
Una de las estrategias del movimiento, en las manifestaciones, consistía en invitar a personas que sufrían situaciones similares para que contasen su experiencia y ayudar a concienciar sobre este sistema de tutela. Otra de sus actuaciones implicaba comprar documentos de la corte. “Aquí se pueden conseguir por unos 100 dólares, en función del número de páginas”, explica Vigneaux sobre el acceso a información judicial en California. “Hay varias cuentas de Instagram dedicadas a leer estos documentos y explicarlos”. Una de ellas es la de BJ Courville, @thatsurprisewitness. La responsable de comunicación del movimiento cuenta que esta abogada encontró un TikTok que hablaba de las teorías sobre la situación de Spears y decidió informarse para demostrar que se trataba de una teoría conspirativa. “Cuando empezó, se dio cuenta de que no [se trataba de una conspiración], y que la Constitución le era negada al objeto de la tutela. Con ella aprendimos mucho y empezamos a organizarnos más”.
El movimiento, además de comprar documentos judiciales del caso de la cantante para informarse, monta escenarios en sus manifestaciones y organiza acontecimientos. ¿De dónde sale el dinero para estos gastos? “Cada uno pone lo que puede”, dice Vigneaux. “Hacemos un esfuerzo para financiarnos. Hemos recibido algunas donaciones, pero no nos patrocina Coca-Cola”, bromea esta chilena, que trabaja con Free Britney desde su país.
El 12 de noviembre, la pesadilla de la artista finalizó cuando la jueza terminó con la tutela. A pesar de que el objetivo principal del movimiento se ha cumplido, la lucha no ha acabado aquí. Lo que más les importa es el bienestar de su ídolo, y que haga lo que ella quiere. “Ha sido un proceso difícil, ha pasado por mucho. Debe decidir sobre su vida”, dice Vineaux. Y matiza: “Ahora bien, para nosotros es importante, y también lo ha expresado así ella, que quienes la pusieron ahí asuman las consecuencias legales. Por otro lado, ella no ha hablado de esto, pero debe recuperar su dinero. Ha sacado discos, hecho giras, calculamos que debería tener en su cuenta 600 millones de dólares, y tiene 60 millones, un 10%”.
Britney Spears ya ha contado que va a dar voz a las personas que no la tienen y que va a luchar por cambiar el sistema. Su testimonio en junio levantó una polvareda política. El senador demócrata Bob Casey dijo en una entrevista, según Politico: “No importa quién seas ni dónde te posiciones políticamente, solo con escuchar eso… El grado de control que se ha ejercido sobre su vida resulta preocupante”. El republicano Ted Cruz declaró: “Creo que es totalmente ridículo lo que le pasa a Britney Spears, y debe acabar”. Y un grupo de republicanos invitaron a la artista a que acudiese al Congreso para relatar su caso.
Se decida lo que se decida, el movimiento Free Britney va a seguir ahí, dando apoyo a la cantante y luchando por visibilizar un sistema que consideran, como la artista tildó, corrupto. Por ahora, los planes a corto plazo son seguir celebrando la reciente libertad de Britney Spears. Ya han organizado una fiesta el 2 de diciembre, cuando la princesa del pop cumplirá 40 años, para brindar por su nueva vida.