EL CAIRO – El arqueólogo Howard Carter descubrió la tumba casi intacta del faraón Tutankamón en el Valle de los Reyes el 4 de noviembre de 1922, un evento central en la historia de la arqueología que impulsó la fascinación global por el Antiguo Egipto que perdura a día de hoy.
Cien años después, el mundo celebra esta efeméride y la sitúa en el centro de la agenda cultural de museos, universidades y bibliotecas.
Esta pasión ha impregnado también la cultura popular y cuyo reflejo se puede ver en redes sociales bajo los hashtag #Tutankhamon #Egyptomania o como inspiración para infinidad de películas, novelas y videojuegos.
DE EGIPTOLOGÍA A EGIPTOMANÍA
El hallazgo de la tumba de Tutankamon cambió la concepción de la egiptología, indica a EFE el presidente de la Fundación Gaselec y responsable del Museo Egipcio de Melilla, Gustavo Cabanillas.
“Le recordó al pueblo egipcio el orgullo de su pasado y la obligación de proteger su patrimonio de las potencias coloniales extranjeras” y obligó “al mundo académico a mejorar los procedimientos arqueológicos”.
Coincide con él la jefa del departamento de antigüedades egipcias del Museo Arqueológico Nacional, Esther Pons: “Este descubrimiento fue tan significativo en la egiptología que provocó un aumento de estudiantes que quisiesen estudiar esta especialidad”, lo que derivó, a su vez, en un incremento de las misiones arqueológicas extranjeras en Egipto.
“El interés por Egipto ya existía antes del descubrimiento de la tumba de Tut, pero bien es cierto que a partir de entonces se acentuó muchísimo”, afirma Pons, codirectora de la Misión Arqueológica de Oxirrinco, en el Alto Egipto.
La mayoría de las momias son del Reino Nuevo, que existió en Egipto entre 1539 y 1075 a.C
De acuerdo con esta egiptóloga, “en el caso de la egiptomanía lo veremos sobre todo en las clases pudientes europeas, que llenaron sus casas de mobiliario con ‘acento’ egipcio, sus vestimentas, joyas, frascos de perfume y esculturas”.
“Hay un antes y un después del descubrimiento”, en palabras de Cabanillas, también responsable del Museo Egipcio de Melilla, en referencia al creciente interés por esta disciplina que se trasladó con el paso del tiempo a la sociedad en general y se plasmó en diferentes productos culturales y decorativos que invadieron instituciones, escaparates y hogares.
ROMANTIZACIÓN DEL ANTIGUO EGIPTO
El gran tesoro compuesto por más de 6,000 piezas, entre las que destacan la máscara y el sarcófago de oro macizo de Tutankamón, hizo volar la imaginación del público y abrir sueños sobre la riqueza fabulosa de esta civilización.
También abrió un interés en los museos y prácticamente en todo el mundo ahora las personas pueden adentrarse en los entresijos del Antiguo Egipto, ver objetos milenarios de esta cultura y llevarse pequeñas réplicas a casa.
La fascinación global por esta civilización se tradujo en una idealización alejada de la realidad y del día a día de la vida del campesino y de las clases bajas que se enfrentaban diariamente a la muerte que les acechaba “a la vuelta de la esquina”, mientras que “a nosotros solo nos ha llegado el ‘glamur’ de la corte y la buena vida de la familia real’, aclara Cabanillas.
Un nuevo lugar de entierro fue descubierto en Egipto con una gran cantidad de ataúdes con momias de más de 2.500 años de antigüedad. EFE
Los medios de comunicación también han tenido parte de responsabilidad en potenciar esta romantización haciéndose eco del “mito de la maldición” que se supone persiguió a los descubridores de la tumba, a lo que Pons suma “la gran cantidad de lagunas, dudas y desconocimiento sobre la antigua civilización egipcia”, en especial, acerca de las momias y el temor de que cobraran vida y se vengaran de todo aquel que hubiera osado profanar su tumba.
Precisamente, Cabanillas cree que “quizás sea gracias al tesoro hallado en el interior de la tumba, que el Antiguo Egipto saltara al gran público”.
En el lado negativo, esto ha podido derivar en que “el escarabajo picudo egipcio picara a cientos de personas en todo el mundo” que posteriormente se convirtieron en egiptólogos, sin serlo, bromeó el egiptólogo.
Source link