El nombramiento de Amir Abdollahian como nuevo ministro de Exteriores iraní, cercano a la Guardia Revolucionaria (los Pasdarán) y especializado en relaciones con países árabes, y la designación de Mohammad Eslami como el nuevo jefe de la Organización de la Energía Atómica, con mucha experiencia en el Ministerio de Defensa, son claras señales de la tendencia del nuevo presidente iraní, Ebrahim Raisí, a priorizar el desarrollo de las relaciones a nivel regional, endurecer las posturas de Teherán y seguir con sus planes nucleares.
Amir Abdollahian, en su primera entrevista en la televisión estatal, prefirió enfocarse en sus planes para desarrollar las relaciones con los países vecinos y dedicó apenas 10 minutos a las negociaciones nucleares. “No rehuimos la mesa de negociaciones”, aseguró Abdollahian mientras invitaba a “EE UU a que deje de usar su lenguaje amenazante ya que no tendrá ningún resultado”. El jefe de la diplomacia iraní criticó de forma tácita las largas negociaciones del Gobierno anterior y enfatizó que “los diálogos deben tener logros palpables en función de los beneficios de Irán” y que “los occidentales deben cambiar de actitud”. El diplomático iraní se negó a dar una fecha exacta para la reanudación de las negociaciones nucleares en Viena y recordó que “el nuevo Gobierno necesita unos dos o tres meses para hacer sus planes”.
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Irán sigue exportando petróleo, sobre todo a China, y las autoridades iraníes creen que con Joe Biden en la Casa Blanca ya han dejado atrás los tiempos de la máxima presión de Washington. De ahí que no tengan prisa para volver a la mesa de negociación nuclear, pero es poco probable que Teherán se retire de las conversaciones porque así corre el peligro de sufrir nuevas sanciones internacionales como las impuestas por la ONU durante la presidencia de Mahmud Ahmadineyad. El Gobierno de Raisí disfruta del apoyo de la Casa del Líder y de la mayoría del Parlamento, de forma que los futuros negociadores iraníes tendrán mayor margen de maniobra. La República Islámica busca un acuerdo más ventajoso a sus intereses que el pacto obtenido por el Gobierno anterior. O por lo menos que así lo parezca ante la opinión pública.
Este tono desafiante no se limita solo al Ejecutivo. Esmaeil Kowsari, parlamentario por Teherán y uno de los antiguos jefes de los Pasdarán, advirtió de que “EE UU no debe empeñarse en vano” en limitar la capacidad de los misiles iraní y añadió que “si exigen que no tengamos misiles, ellos tampoco deben tenerlos”.
“Las negociaciones nucleares durante la presidencia de Hasan Rohaní continuaban sin ningún resultado. Sin duda este proceso no se repetirá con el nuevo Gobierno”, expresó Zohre Elahian, miembro de la Comisión de la Seguridad Nacional.
El factor afgano no va a ser menor en el diseño del nuevo tablero. La cuestionada retirada de Estados Unidos de Afganistán pone a la Administración de Biden bajo presión, lo que va a provocar que su postura en una negociación con Irán sea menos flexible. En ese caso, Irán continuará con sus programas de enriquecimiento de uranio, lo que pondrá en peligro no solo las negociaciones sino también la estabilidad regional. Una posición avalada por el ayatolá Ali Jamenei, que insiste en que el acuerdo debe incluir el levantamiento de todas las sanciones, incluso las vinculadas con las actividades militares, y la exclusión del proyecto de misiles balísticos del futuro pacto. Un planteamiento que puede entorpecer las negociaciones y llevarlas a un callejón sin salida.
La composición de la futura delegación iraní en las negociaciones nucleares es otro factor determinante. Según Vahid Jalalzadeh, jefe de la Comisión de Seguridad Nacional y de la Política Exterior del Parlamento, “se debe esperar a ver si el Ministerio de Exteriores seguirá las negociaciones o si será el Consejo Superior de Seguridad Nacional, ya que se designará a los negociadores dependiendo de la entidad”.
El Consejo Superior de la Seguridad Nacional llevó sin mucho éxito las negociaciones con las potencias mundiales hasta agosto de 2013 cuando Rohaní, tras su investidura, designó al entonces titular de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, para liderar las negociaciones nucleares con el llamado grupo 5+1 (Estados Unidos, Rusia, China, Francia, el Reino Unido y Alemania).
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