Nadie observa con simpatía en Israel al régimen iraní, que quiere borrar al Estado judío de la faz de la tierra. Pero el nuevo primer ministro, el ultranacionalista Naftali Bennett elevó el domingo el tono de las invectivas contra Teherán para no desmerecer de su predecesor en el cargo, el conservador Benjamín Netanyahu, a quien apeó del poder hace una semana y que durante 12 años hizo de Irán el eje de su política exterior. No por menos esperada, la elección del clérigo ultraconservador Ebrahim Raisí fue recibida por Bennett como “una señal de alarma para que despierten las potencias que están negociando” la reactivación del acuerdo nuclear con Teherán. Raisí, dijo Bennett al inicio del primer consejo de ministros ordinario de su mandato, “es un verdugo al frente de un régimen brutal que quiere hacerse con el arma atómica”.
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Antes de que el primer ministro expresara en inglés las redobladas acusaciones de Israel frente a la amenaza iraní, el ministro de Exteriores y socio clave del nuevo Ejecutivo, el centrista Yair Lapid, ya había adelantado el sábado a través de Twitter que Raisí es más conocido como “el carnicero de Teherán”. Un juez de la horca, dijo, responsable de la muerte de miles de iraníes y “comprometido con las ambiciones nucleares del régimen y su campaña global de terror”. Para Israel, la presencia en Siria de tropas de la Fuerza Al Quds, el cuerpo expedicionario de los Guardianes de la Revolución, y su apoyo directo a la milicia libanesa chií Hezbolá e indirecto a los islamistas de Hamás en la franja de Gaza, constituyen la máxima prioridad de su política defensiva.
Bennett insistió en que el magistrado Raisí ha sido “responsable del asesinato de miles de ciudadanos iraníes inocentes” a través de los llamados “comités de la muerte que han decretado las ejecuciones de opositores” al régimen islámico. El Gobierno de Israel se pone esta de vez de parte de organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional y Human Rights Watch al denunciar las violaciones de los derechos humanos atribuidas al presidente electo iraní. El primer ministro también destacó que el nuevo mandatario no había sido elegido por el pueblo iraní, a la vista de la elevada abstención en las urnas, “sino designado por las directrices el líder supremo Alí Jamenei”.
Guerra en la sombra
El acuerdo nuclear alcanzado en 2015 con Teherán fue suscrito con Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemana, con la asistencia de la Unión Europea, bajo la presidencia del demócrata Barack Obama, a pesar del rechazo del entonces primer ministro Netanyahu en Israel. Tres años después, el republicano Donald Trump dejó en suspenso el pacto y reactivó las sanciones a Teherán, en una estrategia de “máxima presión” plenamente respaldada por el Gobierno israelí. El director saliente del Mosad (espionaje exterior), Yossi Cohen, ha reconocido recientemente en la televisión israelí que sus agentes intervinieron en el robo del archivo nuclear iraní en 2018 en Teherán y en operaciones contra instalaciones nucleares en 2020.
Israel e Irán se miden desde hace décadas en una guerra en la sombra, con operaciones encubiertas como el atentado en el que murió el padre del programa nuclear iraní, Mohsen Fakhrizadeh, en noviembre del año pasado. Pero también en una ciberguerra cada vez más enconada como se constató, también en 2020, en el sabotaje del sistema de ordenadores del puerto iraní de Shahid Rajai, en el estratégico estrecho de Ormuz, en supuesta represalia por el ciberataque registrado contra la red informática que controla la compañía de suministro de agua del Estado judío.
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