La ONU ha publicado su Informe Global sobre Crisis Alimentarias 2018 y su conclusión es preocupante: el número de personas que pueden morir de hambre aumentó en 11 millones en 2017. Y es que alrededor de 124 millones de personas en 51 países pasaron tanta hambre el año pasado que su vida y sus medios de subsistencia se vieron amenazados. El 60% de las personas con problemas para abastecerse de comida y necesitadas de ayuda urgente (casi 74 millones) se encontraban en 18 en conflicto o inseguros.
Según el informe, la mitad de ellos estaban en África, en países como Sudán del Sur o Nigeria. Aunque Yemen vive la mayor crisis alimentaria mundial con 17 millones de personas que necesitan ayuda urgente. Los desastres naturales, especialmente las sequías, provocaron crisis alimentarias que afectaron a 39 millones de personas en 23 países. De ellas, casi dos tercios (32 millones) estaban en África.
¿Por qué sigue creciendo el hambre?
El aumento del hambre en el mundo viene motivado por las represión contra los rohinyá en Myanmar, que ha provocado la huida de más de 650.000 personas hacia Bangladesh; el conflicto con Boko Haram en el noreste de Nigeria; la violencia en la República Democrática del Congo y el conflicto en Sudán del Sur y Yemen. En el caso de Sudán del Sur, la ONU declaró la hambruna durante un par de meses a comienzos de 2017, pero la asistencia humanitaria evitó un deterioro mayor de la situación.
Las necesidades humanitarias siguen siendo “excepcionalmente altas” en Nigeria, Sudán del Sur, Somalia y Yemen que suman 32 millones de personas sin alimentos, casi una cuarta parte del total mundial. Todas estas personas se encuentran en nivel tres o superior de los cinco que componen la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (IPC), que trata de medir los problemas que tienen las personas para acceder a comida y en el que el nivel máximo es el de hambruna.
En 2017 más niños y mujeres necesitaron suplementos nutricionales, en comparación con el año anterior. Sobre todo, en zonas de conflicto. La desnutrición crónica (cuando no se ingieren nutrientes suficientes para llevar una vida normal) se sitúa en el 8%, tres puestos por encima del objetivo internacional del 5% para 2025. Pero esta cifra es muy superior en las zonas de conflicto: Sudán del Sur (23%), la región de Lago en Chad (18%) y el noreste de Nigeria (entre el 10 y el 16%).
¿Mejorará la situación en 2018
Este año el mapa de los conflictos seguirá siendo el mapa del hambre. Quedarán marcados Afganistán, República Centroafricana, República Democrática del Congo, el noreste de Nigeria y la región del Lago Chad, Sudán del Sur, Siria y Yemen, así como Libia y el Sahel central, particularmente Malí y Níger. Yemen seguirá siendo el país con la mayor crisis alimentaria, que puede empeorar porque las organizaciones humanitarias tienen acceso restringido y hay brotes de enfermedades como el cólera y la difteria. La sequía afectará a Somalia, el sureste de Etiopía y el este de Kenia, así como África occidental y el Sahel.
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