El ocaso de los oligarcas precipita la caída de ‘Londongrado’


En el número 16 de Kensington Palace Gardens, la calle más cara de Reino Unido, se levanta la mansión blanca de 15 dormitorios de Roman Abramovich, antiguo dueño de la petrolera rusa Sibneft. Tiene un timbre con la etiqueta de “Casa” y otro con la de “Personal” que hoy nadie toca: la vivienda es la más valiosa de la cartera inmobiliaria del oligarca ruso en el país, inmovilizada por las autoridades británicas. Esta propiedad se ha convertido en uno de los símbolos de la caída de Londongrado: el apodo cosechado por la capital británica tras décadas de recibir con los brazos abiertos las fortunas de millonarios rusos.

“En el pasado, el papel que jugó Reino Unido fue el de tomar su dinero [de los oligarcas] y dejarles vivir aquí, y fuimos muy agresivos al acapararlo: les dejábamos comprar visas sin preguntar de dónde procedían los fondos”, asegura Jamison Firestone, un abogado británico-estadounidense que lleva años haciendo campaña por la incautación de bienes de oligarcas como método de presión sobre Moscú. “Hoy, todo es diferente. Nos hemos convertido en uno de los países que más sanciones ha emitido”.

Más de 1.000 individuos y empresas han sido penalizados por el Gobierno británico desde que Rusia comenzó la invasión a Ucrania a finales de febrero. Pero determinar cuáles son sus activos en el país no es tarea fácil. Según Transparencia Internacional, las propiedades en suelo británico de rusos acusados de corrupción o de estar vinculados al Kremlin suman cerca de 1.800 millones de euros y al menos el 55% de este valor está a nombre de compañías registradas en territorios británicos de ultramar o dependencias de la Corona, lo que dificulta rastrear al verdadero dueño.

“Si ves las propiedades de Mijaíl Fridman [oligarca sancionado, dueño de los supermercados Dia], una de ellas está a su nombre pero la otra le pertenece a un fideicomiso en la isla de Jersey [una dependencia de la Corona]. Solo lo supimos porque puso su nombre cuando pidió una licencia para hacer obras”, recuerda Firestone. Con el mismo problema se encontró la profesora de economía de King’s Business School Filipa Sà cuando investigaba en 2014 el efecto de la inversión extranjera en el precio de la vivienda en Reino Unido: “Es difícil saber de dónde vienen. Rusia ni siquiera aparecía entre las 10 primeras [sedes de entidades con inmuebles británicos]: la número uno era Jersey, seguida de Islas Vírgenes Británicas, Guernsey, Luxemburgo, Isla de Man, las Bahamas…”

La ofensiva bélica rusa ha provocado un giro radical en el Ejecutivo británico. En febrero, eliminó el visado de inversor, el esquema que más de 12.000 millonarios utilizaron desde 2008 para obtener la residencia en el país. Estaba reservado para quienes pudieran inyectar más de dos millones de libras en compañías británicas. De ellos, más de 2.500 eran rusos, según The Guardian. A inicios de marzo, el Gobierno de Boris Johnson sacó adelante la Ley de Crimen Económico, una medida que David Cameron había prometido en 2016. La norma obligará a las firmas offshore con propiedades en Reino Unido a declarar quién es su verdadero dueño y usufructuario.

La inversión extranjera en inmuebles ha sido señalada durante años como uno de los principales factores del encarecimiento de la vivienda en Reino Unido. En su estudio, Sà halló que solo dos distritos londinenses, Westminster y Kensington and Chelsea, concentraban más de la mitad de las transacciones residenciales registradas por empresas extranjeras en todo el país. Además, sus cálculos arrojaron que, si la compra por parte de extranjeros se hubiese mantenido al ritmo que tenía en 2000 en vez de dispararse, el precio medio de la vivienda en 2014 hubiese sido entre un 16% y un 28% menor.

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Precisamente en aquellos distritos se encuentran zonas exclusivas como Eaton Square, rebautizada “Plaza Roja” por periódicos locales debido al número de rusos que vive ahí. Pese a que el mercado inmobiliario suele acaparar la atención por su visibilidad, Gulnaz Sharafutdinova, profesora de política rusa de King’s College London, asegura que fue el sistema legal británico el que más atrajo a los oligarcas rusos y a otros millonarios a Londres: “Es ampliamente reconocido por su reputación, las cortes inglesas se usan para litigaciones internacionales”. Uno de los casos más famosos fue el de Berezovsky vs. Abramovich. Boris Berezovsky, un oligarca caído en desgracia, acusó a Abramovich de obligarle a malvender su mitad de Sibneft. La corte falló a favor de Abramovich.

Servicios legales

Firestone coincide en que las firmas que ofrecen servicios legales serán las más afectadas por el freno a la llegada de grandes fortunas: “Hubo más gente fuera del sector inmobiliario que se benefició de ellos: la gente que hizo marketing de visados para rusos, la gente que les lavó el dinero e hizo que pareciera limpio para obtener la residencia, sus abogados y contables, ellos hicieron mucho dinero”.

Stephen Denyer, director de relaciones estratégicas de la Sociedad de Abogados de Inglaterra y Gales, insiste en que el dinero de los oligarcas rusos en Reino Unido es “limpio”: “Por muchos años hemos tenido leyes de antilavado de dinero muy rigurosas… [Este dinero] Ha pasado controles exhaustivos, así que no creo que el motivo por el que estas sanciones se están dando esté relacionado con el origen del dinero.”

Denyer admite que su sector, que el año pasado ingresó cerca de 50.000 millones de euros según datos oficiales, depende bastante de los clientes internacionales, cuyos servicios más demandados son los contratos y los litigios comerciales. Aún así, no cree que las sanciones y el fin de los visados a inversores vayan a tener un gran impacto en la industria, ya que sus representados suelen ser más multinacionales que individuos, afirma.

El sector legal fue, sin embargo, el primero en reaccionar ante las sanciones a oligarcas. Según le dijo la ministra de Relaciones Exteriores, Liz Truss, en febrero al Sunday Times, este era el motivo por el que su oficina estaba tomándose su tiempo para preparar a fondo cada expediente de sanción: “Ya hemos recibido cartas de abogados amenazándonos”.

Otros resultados más claros e inmediatos del impacto de las sanciones en la economía británica son el bloqueo en la Bolsa de Londres de las 36 propiedades con capital ruso que cotizaban en ella, además de grandes empresas y hasta pymes intentando deshacerse de sus inversionistas rusos.

Firestone admite que, al principio, cerrar la puerta a las fortunas rusas hará que haya “menos dinero en el sistema”. Pero confía en que esto acabe fortaleciendo la economía británica: “Los costes de dirigir un sistema sucio como este, a largo plazo, son más caros. Así que sufriremos un poco por ahora, pero eso nos hará más ricos después”.

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