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El Papa a Biden: “Eres el mayor luchador por la paz que he conocido”


El presidente de EEUU, Joe Biden, se reunió el viernes por la mañana con el papa Francisco en una visita que, en total, duró más de tres horas —con 75 minutos de encuentro privado— y en la que se escenificó la cercanía y la cordialidad de una nueva etapa en las relaciones entre la Santa Sede y Washington. El entendimiento entre ambos mandatarios quedó patente en las palabras que se dedicaron. “Eres el mayor luchador por la paz que he conocido”, le dijo el Papa a Biden.

El mandatario ya estuvo en el Vaticano otras dos veces como vicepresidente y también recibió al pontífice en el Congreso de Estados Unidos en 2015 cuando realizó un discurso ante las dos Cámaras en sesión conjunta. Pero Biden es ahora el primer presidente católico de EE UU desde John. F. Kennedy, algo que marca un punto de inflexión en las enrarecidas relaciones entre Washington y la Santa Sede. Especialmente complicadas en la era de Donald Trump, convertido en los últimos años en adversario ideológico y político de Francisco en cuestiones como el medio ambiente, la inmigración o los derechos humanos.

Biden llegó al Vaticano desde Villa Taverna, la residencia del embajador de Estados Unidos en Roma, donde se aloja la delegación estadounidense. Posteriormente, se trasladó al patio de San Dámaso del Vaticano en el Palacio pontificio en medio de fuertes medidas de seguridad y con un cortejo presidencial formado por más de 30 coches que atravesó la Vía della Conciliazione para llegar al Vaticano. Biden llegó acompañado de Jill, su esposa, vestida de riguroso negro. Saludaron a la comitiva de la Santa Sede que les esperaba, y al regente de la Prefectura de la Casa Pontifica, Leonardo Sapienza, que les acompañó hasta la Segunda Logia, donde se encuentra el apartamento pontificio.

Los dos católicos más influyentes del mundo se reunieron pasadas las 12.00 en la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano (sin imágenes en directo del encuentro previo a la reunión, como sí sucede generalmente). John F. Kennedy fue en 1963 el último presidente de EE UU católico que se reunió con un Papa. Aquel 2 de julio fue recibido por Paolo VI, poco después de ser elegido. La reunión privada entre ambos duró 75 minutos, superando ampliamente los 50 que Francisco dedicó a Barack Obama y los apenas 30 minutos que pasó con Trump. Sucedió todo en un clima extremadamente cordial, en el que ambos mandatarios se cogieron de las manos y rieron mientras charlaban. Biden estuvo luego casi otra hora con el secretario de Estado y jefe de la diplomacia vaticana, Pietro Parolin.

Durante la reunión privada se habló “del compromiso común con la protección y el cuidado del planeta, de la situación sanitaria y la lucha contra la pandemia del Covid 19″, pero también el papa insistió a Biden en “el tema de los refugiados y la asistencia a los migrantes”, según una nota de prensa del Vaticano. También se hizo referencia “a la protección de los derechos humanos, incluido el derecho a la libertad de religión y de conciencia” y se repasaron algunas cuestiones relativas a la actualidad internacional, en el contexto de la próxima cumbre del G20 en Roma, y sobre conseguir la paz mundial “mediante la negociación política”.

Un devoto católico

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La cita tenía también una relevancia simbólica elevada y certificaba el alivio en el Vaticano por la llegada de Biden a la Casa Blanca. La mayoría de tensiones políticas e ideológicas vividas en los últimos tiempos en la Santa Sede tenían su epicentro al otro lado del Atlántico, donde una mayoría de obispos y cardenales ha desarrollado una abierta oposición al pontificado de Jorge Mario Bergoglio. Una confrontación que siempre encontró respaldo en gran parte de la Administración de Trump y sus círculos ideológicos.

Biden es un devoto católico, mucho más de lo que lo fue Kennedy. Acude regularmente a misa y se toma su fe muy en serio. Siempre se ha situado en la órbita reformista de Juan XXIII y del Concilio Vaticano II. Una vida espiritual activa, marcada también por la muerte de un hijo. Pero Biden no es un conservador en los asuntos sociales y sexuales. La apertura al derecho al aborto de la mujer, justamente, le separa enormemente de la Santa Sede y del Papa, que siempre usa términos durísimos contra quienes lo practican. “Es como contratar a un sicario para resolver un problema”, suele decir. Y esa fue justamente la causa del intento de un grupo de obispos estadounidenses para que Biden no pudiese recibir la comunión.

La delegación estadounidense estaba formada por el secretario de Estado, Antony Blinken; el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, y la primera dama, Jill Biden.

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