El papa Francisco aseguró que gritar “embrutece” y arremetió contra quienes alzan la voz presentándose como solución para inducir “a la masa ensordecida a optar por su propia idea”, tras señalar que “en el silencio está la armonía de la diversidad”.
“Para muchos, alzar la voz, física o moralmente, se presenta como la solución para conseguir que la masa ensordecida se decante por su idea u opinión, buscando siempre la manera de que su señal se escuche más, sea más atractiva o más sorprendente”, dijo el papa.
En su discurso pronunciado durante la reunión con los participantes en el capítulo general de las Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, Francisco abogó por “la escucha humilde” y la “sinodalidad” que, según dijo, “tienen profundas raíces en la vida religiosa”.
En la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico, el papa dijo que “para escuchar, en primer lugar, se necesita el silencio, el silencio profundo, el silencio interior”. Por eso, apostó por la oración frente a las vidas “llenas de ruido”. Así, consideró que muchas veces parece más importante “encontrar ese estímulo que atraiga la atención del otro, que produzca una respuesta lo más inmediata posible”.
Francisco señaló que, en estos casos, los que “habían sido convocados se apartan casi inmediatamente a la llamada de un grito aún más impactante”, y que las consecuencias son negativas.
“Esto embrutece, embrutece, y no se asuste de la palabra; yendo de grito en grito, esto embrutece al hombre, restringe su libertad hasta convertirlo en esclavo de quienes tienen la capacidad de condicionar esas señales, a través de los medios de comunicación, la educación, la opinión pública o la política, imponiendo así sus agendas, petulantemente, con suficiencia”, dijo.
Por ello, invitó a ir contra esa corriente y buscar “el silencio”. De este modo es posible “prestar atención y, con paciencia y oficio, identificar los distintos sonidos, sopesarlos y distinguirlos”, para comprender su significado, observó.
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