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El Papa pide “una oración especial” por Benedicto XVI que está “muy enfermo”

El Papa pide “una oración especial” por Benedicto XVI que está “muy enfermo”

El papa Francisco ha pedido esta mañana una oración por el pontífice emérito, Benedicto XVI, durante la audiencia de los miércoles, que ha despertado la inquietud sobre su salud. “Querría pediros a todos vosotros una oración especial para el papa emérito Benedicto XVI, que en silencio está sosteniendo la Iglesia: recordadlo, está muy enfermo, pedimos al Señor que lo consuele y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia hasta el final”, señaló el Pontífice.

El alemán Joseph Ratzinger, de 95 años, renunció al cargo en febrero de 2013 y desde entonces vive en el convento Mater Ecclesiae, en el interior de la Ciudad del Vaticano. Sus condiciones de salud se han mantenido estables en los últimos meses, pero su fragilidad y su avanzada edad invitan a pensar que las palabras de Francisco responden a un agravamiento de su estado.

Fuentes vaticanas han confirmado a este diario el deterioro “progresivo y relacionado con su edad” de Benedicto XVI. El director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, ha aludido también en una breve nota al agravamiento del estado de salud del papa emérito, de la que ha dicho que, por el momento, está controlada. “Respecto a las condiciones de salud del papa emérito, para quien el papa Francisco ha pedido una oración al final de la audiencia general de esta mañana [miércoles], puedo confirmar que en las últimas horas se ha producido un agravamiento debido a su avanzada edad. Por el momento, la situación está bajo control, bajo seguimiento constante de los médicos”, recalcó Bruni. Y añadió: “Al término de la audiencia general, el papa Francisco se ha desplazado al monasterio Mater Ecclesiae para visitar a Benedicto XVI. Nos unimos a él en la oración por el papa emérito”.

La única enfermedad conocida de Benedicto XVI es una erupción cutánea facial, que afecta a la mitad derecha de su rostro, y es “muy dolorosa”, según monseñor Georg Gänswein, su secretario particular. Esta enfermedad, que “produce dolores que no desearía a mi peor enemigo”, en palabras de este religioso, no es mortal. A pesar de su fragilidad física y su avanzada edad, el papa emérito, autor de un centenar de obras, conserva todas sus facultades intelectuales.

La última aparición oficial de Benedicto XVI fue el pasado el 27 de agosto, cuando el Papa Francisco fue hasta su residencia para presentarle a los nuevos cardenales que acababa de nombrar en un gran consistorio. En una de sus últimas fotografías, tomada el 1 de diciembre, cuando se reunió con los ganadores de un premio de Teología que lleva su nombre, Benedicto XVI mostraba una apariencia extremadamente frágil. El paso al lado que realizó Ratzinger en 2013 fue un hecho histórico en la Iglesia para el que no había un protocolo ni leyes que lo regulasen. Pero la convivencia entre ambos papas desde entonces ha sido muy buena.

Esa decisión del primer papa alemán en la historia moderna abrió la vía, inédita en 700 años, de que un pontífice renunciase a su cargo por enfermedad. Su sucesor, Francisco, que tiene ya 85 años, ha declarado no descartar esa posibilidad. En un libro publicado en 2016, Benedicto XVI atribuía a sus declinantes fuerzas su revolucionaria renuncia y no a los escándalos en los que se vio envuelto durante su breve pontificado de ocho años. Los episodios más graves fueron los casos de pedofilia en el seno de la Iglesia Católica.

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Estos casos persiguieron a Ratzinger incluso años después de haber renunciado. El último de los escándalos se conoció el pasado 20 de enero, cuando la archidiócesis de Múnich y Frisinga hizo público un contundente informe de 1.700 páginas que recopilaba pruebas de 497 casos de abusos cometidos entre 1945 y 2019 por al menos 235 perpetradores, entre ellos 173 sacerdotes. Los investigadores acusaron al papa emérito de haber tenido conocimiento y no haber actuado en cuatro de esos casos mientras era arzobispo de esa archidiócesis, entre 1977 y 1982, algo que él negó categóricamente en una carta en la también pedía perdón a las víctimas de abusos sexuales en la Iglesia, por los que dijo sentir “profunda vergüenza y dolor”.

Joseph Ratzinger enseñó teología durante 25 años en universidades alemanas, antes de ser nombrado arzobispo de Múnich, convertirse durante otro cuarto de siglo en el estricto guardián del dogma de la Iglesia en Roma y, finalmente, ser papa durante ocho años (2005-2013), antes de convertirse en un insólito pontífice “jubilado”.

Durante sus años al frente de la Iglesia, Ratzinger fue considerado un papa conservador, en especial en asuntos como el aborto, la homosexualidad o la eutanasia.

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