La pandemia también ha hecho estragos en las finanzas vaticanas, que ya llevan varios años arrastrando dificultades. Las previsiones de un déficit disparado y la pronunciada caída en los ingresos han obligado a la Santa Sede a ajustar costes y a aprobar los presupuestos más reducidos de su historia reciente. El papa Francisco ha dispuesto, además, que se recorten los sueldos más elevados, es decir, los de los cardenales, altos cargos de la curia, clérigos y religiosos. El objetivo es proteger los empleos comunes y con nivel de retribución medio y bajo, desempeñados en su mayoría por laicos.
Según la carta apostólica firmada por el Pontífice y publicada este miércoles, a partir del próximo abril, los salarios de los cardenales que trabajen al servicio de la Santa Sede, el Estado del Vaticano, las basílicas papales o el vicariato de Roma se bajarán un 10%. Las retribuciones de los altos cargos de estos organismos se reducirán un 8%. Los sacerdotes, religiosos y religiosas también verán mermada su nómina (un 3%). Las retribuciones de los cardenales no se hacen públicas y además suelen recibir como compensación el uso de apartamentos a precios de alquiler reducidos. Los religiosos y religiosas, sin embargo, suelen vivir en comunidades en Roma.
Aproximadamente el 50% del presupuesto vaticano está destinado a cubrir los gastos de personal de los casi 6.000 empleados que tiene la Santa Sede. El Papa en su carta señala que “un futuro económicamente sostenible requiere ahora, entre otras decisiones, tomar medidas relativas a las retribuciones” de los trabajadores. Francisco ha afirmado en otras ocasiones que conservar los puestos de trabajo es la principal prioridad en este momento. El ministro de las finanzas vaticanas, el jesuita español Juan Antonio Guerrero Alves, había apuntado recientemente que “al menos a corto plazo, el 50% del gasto no es flexible”.
Los sueldos en el Vaticano se distribuyen en función de diez niveles de retribución ––subdivididos a su vez en varios escalafones– que dependen del grado de responsabilidad del trabajador y de sus ocupaciones. Las categorías afectadas por los recortes son solo las superiores, siguiendo criterios de “proporcionalidad y progresividad”. No se tocarán los sueldos de los laicos, que suponen la gran mayoría del personal. Aunque para los empleados de los seis niveles más bajos se suspende la aplicación de los incrementos bienales por antigüedad entre el 1 de abril de 2021 y el 31 de marzo de 2023.
Francisco ha indicado también que proteger a las familias y a los empleados con hijos a su cargo es una preferencia, de ahí también que los ajustes no afecten a los sueldos de los laicos. Además, las reducciones para los cardenales, religiosos y altos cargos no se aplicarán si estos acreditan que les resulta imposible hacer frente a los gastos fijos relacionados con su propia salud o la de sus familiares hasta segundo grado.
El Vaticano no ha hecho públicos sus presupuestos para 2021, y solo ha adelantado que serán extraordinariamente ajustados. Sí ha estimado que la deuda este año puede alcanzar los 50 millones de euros. La pandemia ha afectado negativamente a las principales vías de ingresos de la Santa Sede, como ha señalado el Papa. El cierre de los museos vaticanos, que recibían miles de visitantes a diario, y de la basílica de San Pedro, además de la caída en las donaciones, ha diezmado las ya maltrechas cuentas vaticanas. A falta de conocer los datos del año pasado, el Vaticano ha informado de que mientras que en 2019 los ingresos fueron de 307 millones, para 2021 se espera que la recaudación caiga un 30%, hasta los 213 millones.
El apoyo de los fieles
Juan Antonio Guerrero Alves, el responsable de las finanzas del Vaticano desde inicios del pasado año, ha señalado que las opciones para sanear las cuentas de la Santa Sede pasan por reducir costes, “pero no su misión”. Para ello ha implementado un importante plan de ajuste con una disminución total de gastos prevista del 8%. También ha abogado por utilizar las reservas si es necesario y ha pedido a los fieles mayores donativos ante la difícil situación económica. Mejorar la transparencia para que se conozca qué se hace con las donaciones de los feligreses es uno de sus principales objetivos.
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