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El Parlamento de Israel aprueba su disolución y convoca elecciones para el 1 de noviembre

El Parlamento de Israel aprueba su disolución y convoca elecciones para el 1 de noviembre

Los diputados de la Kneset (Parlamento israelí) han votado este jueves la disolución de la Cámara y la convocatoria de elecciones anticipadas para el 1 de noviembre, las quintas desde 2019, en una nueva etapa de bloqueo político en Israel. Los parlamentarios de la coalición gubernamental, que han tratado hasta última hora de aprobar las últimas leyes de la legislatura, y los de la oposición, que han recurrido a maniobras dilatorias, han pugnado a brazo partido hasta hacerse finalmente el harakiri por unanimidad con el voto de los 92 diputados presentes en una Cámara de 120 escaños. La votación de la ley de autodisolución se ha producido antes de la medianoche del jueves, para evitar que expirase la vigencia de una norma clave para los asentamientos en los que viven cerca de medio millón de judíos en el territorio ocupado palestino de Cisjordania.

A los 12 meses de su formación, el Gobierno sostenido por la coalición más diversa en la historia de Israel se dispone a ejercer el poder solo en funciones, a la espera de la legislativas de otoño. Sus ocho partidos, que van desde la derecha nacionalista hasta la izquierda pacifista, pasando por el centro, el laborismo y, como gran novedad, una fuerza política de la minoría árabe, perdieron la mayoría parlamentaria absoluta en la Cámara hace más de dos meses.

El primer ministro saliente, el nacionalista Naftali Bennett, anunció el miércoles su retirada de la política tras el fracaso del llamado “Gobierno del cambio”, y en particular de su propio partido (Yamina, ultraconservador religioso), del que se han fugado las mitad de sus diputados a las filas de la oposición. El mandatario cederá el liderazgo de la formación a su número dos, la ministra de Interior, Ayelet Shaked. En una intervención en sede parlamentaria, Bennett aseguró que tras su renuncia seguiría “sirviendo al país como soldado raso”. Antes se jactó de que su coalición había sacado más proyectos legales adelante que otros Gobiernos en mucho más tiempo. “Hemos demostrado que personas con distintas opiniones pueden trabajar juntos”, aseguró.

Bennett no se presentará a las nuevas elecciones, aunque permanecerá en funciones en el Gabinete, en calidad de “primer ministro alternativo”, aunque dedicado casi en exclusiva a supervisar la marcha de la nueva negociación entre Irán y las grandes potencias para la reactivación del acuerdo nuclear de 2015, que fue suspendido tres años después por el entonces presidente de EE UU, Donald Trump. Tras la disolución de la Kneset, cederá el timón del Ejecutivo, con efectos desde la medianoche del jueves, al ministro de Asuntos Exteriores, Yair Lapid, líder del partido con más escaños en la coalición, de acuerdo con los pactos de rotación en el cargo que ambos suscribieron el año pasado. A medidos de julio tendrá que recibir la visita a Israel del presidente de EE UU, Joe Biden, en su gira por Oriente Próximo.

El conservador Benjamín Netanyahu, el dirigente que durante más tiempo ha gobernado en Israel, trata ahora de resurgir en las urnas de las cenizas de la oposición y de su juicio por corrupción. Deberá retar como aspirante a Lapid, quien le disputará los comicios por primer vez desde el poder, aunque sometido a las limitaciones de un Gobierno en funciones. Una de las principales razones del retraso de la votación de disolución en la Kneset ha sido la controversia sobre la fecha de las elecciones. Mientras la derecha religiosa prefería el 25 octubre, para favorecer el voto de los ultraortodoxos al término de las festividades judías del otoño, la coalición saliente ha impuesto la jornada laica del 1 de noviembre.

Los sondeos de intención de voto constatan un empate entre bloques, por lo que la incertidumbre sobre la gobernabilidad va a planear sobre Israel durante al menos seis meses hasta que se constituya un nuevo Ejecutivo salido de las urnas. Cuando iba a cumplir un año de su formación, el Gobierno de amplia coalición perdió a comienzos de este mes la votación parlamentaria clave sobre los asentamientos judíos en Cisjordania. Su intento de prorrogar la vigencia de la legislación “provisional” que extiende desde 1967 los derechos civiles israelíes a los colonos de Cisjordania fracasó en el Parlamento. Dos diputados de la mayoría se opusieron y otros cuatro se ausentaron de la Cámara.

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La descomposición de la alianza obligó a Bennet a tirar la toalla la semana pasada tras comprobar que no iba a poder ratificar la legislación para los asentamientos antes del 1 de julio, fecha en la que expira su vigencia. De no haberse disuelto la Kneset, decisión que conlleva la prórroga automática por seis meses de todas las normas hasta la constitución de un nuevo Gabinete, los israelíes de los asentamientos corrían el riesgo de perder casi todos sus derechos.

A pesar de las maniobras de última hora de Netanyahu y sus aliados para conformar una mayoría alternativa en la Cámara, mediante una moción de censura que les permitiera asumir el control del Gobierno antes de de la disolución del Parlamento, la convocatoria de las quintas elecciones en poco más de tres años se ha consumado tras la votación de disolución.

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