Fumio Kishida, el nuevo líder del Partido Liberal Demócrata (PLD), es đếsde este lunes el primer ministro número 100 de Japón, tras una votación en ambas cámaras del Parlamento nacional. El flamante jefe de Gobierno de la tercera economía del mundo, que sustituye en el puesto a Yoshihide Suga, tendrá entre sus inmediatas prioridades la celebración de elecciones generales, que ya ha convocado para el 31 de octubre. También la gestión de la pandemia de covid y el equivalente geopolítico a la cuadratura del círculo: responder a las reticencias que despierta en Tokio la creciente asertividad de China en el exterior, al tiempo que mantiene la buena relación económica con su vecino y socio comercial.
El resultado de la votación se daba por seguro dada la amplia mayoría del PLD en la Dieta, el Parlamento japonés. Kishida, de 64 años y que se había impuesto la semana pasada como líder de esa formación mayoritaria en unas elecciones internas, resultó elegido en la Cámara baja con los votos de 311 diputados, por 124 para el líder de la oposición, Yukio Edano. En la Cámara alta obtuvo 141 votos, por 64 para Edano.
Apenas horas después de su nombramiento, Kishida anunciaba la formación de su Gobierno, que combinará un núcleo duro de siete veteranos, muchos de ellos aliados de Abe, con las caras nuevas que había prometido durante su campaña. En total, los novatos ocuparán 13 carteras. De los 20 ministros, solo tres serán mujeres: la titular de Natalidad, Seiko Oda, una de sus rivales en los comicios por el liderazgo del partido; la nueva responsable de la campaña de vacunación, Noriko Horiuchi, y Karen Makishima, titular de Digitalización. Makishima, de 44 años, será la integrante más joven del Gabinete.
Fiel a la línea de continuidad que le ganó el apoyo de los pesos pesados del partido y le valió el triunfo en las elecciones internas, Kishida ha optado por mantener en el puesto a los titulares de Exteriores y Defensa, Toshimitsu Motegi y Nobuo Kishi, hermano menor de Abe. En Finanzas estará Shunichi Suzuki, cuñado de Aso, el hombre que había ocupado esa cartera durante casi los últimos nueve años.
Con el marco de las tensiones entre China y Estados Unidos, y entre Pekín y Taipéi, el nuevo primer ministro ha creado una nueva cartera, Seguridad Económica, que tendrá como titular a Takayuki Kobayashi. Kishida también ha prometido crear la figura de un enviado para derechos humanos, una posición que tendría entre sus objetivos a China.
En su rueda de prensa inaugural, Kishida ha confirmado lo que ya habían adelantado los medios nipones. La convocatoria de elecciones para el 31 de octubre, en un aparente intento de aprovechar la luna de miel con los votantes tras su nombramiento al frente del PLD, y el levantamiento del estado de alarma sanitaria vigente desde abril, después de que desde el verano haya descendido gradualmente el número de nuevos infectados diarios. El nuevo jefe de Gobierno ha justificado la fecha tan temprana de los comicios –inicialmente, los analistas esperaban la celebración para mediados de noviembre– para contar con un mandato popular que le permita adoptar las medidas contra la pandemia y de reforma económica que considere necesarias. Las encuestas dan como favorito en esas elecciones a un PLD que ha dominado la política nipona la mayor parte del tiempo desde la posguerra.
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El nuevo jefe de Gobierno ha prometido, en su rueda de prensa, hacer de la lucha contra la pandemia una de sus principales prioridades. Kishida, que en su campaña por el liderazgo aseguró que tomaría medidas contra la desigualdad económica, también ha apuntado que considerará la posibilidad de entregar pagos en efectivo a los más afectados por la pandemia. El político, que durante su etapa en Exteriores se caracterizó por ser un firme defensor de la alianza con Estados Unidos, ha declarado que continuará con esta relación como la base de la política exterior de Tokio.
Y aunque destacó que China es el principal socio comercial de Japón y por tanto, “enormemente importante para nosotros”, apuntó que Pekín “parece estar queriendo cambiar las cosas tal y como estaban por la fuerza” y, en lo que respecta a los derechos humanos en el país vecino, existen “cuestiones dudosas”.
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