La presidenta del Consejo de Ministros de Italia, Giorgia Meloni, superó el miércoles el trámite parlamentario que faltaba para que su mandato arrancase. La mayoría del Senado votó a favor del Ejecutivo (115 frente a 79) que liderará la jefa de Hermanos de Italia y cuya composición comparte con Forza Italia y la Liga. Una segunda sesión, después de la que ya aprobó al Ejecutivo el martes en la Cámara de Diputados, en la que volvió a hacer valer su condición de primera mujer en Italia en alcanzar la jefatura del Gobierno. Además, este miércoles fue el día en que el senador Silvio Berlusconi, de 86 años, volvía a hablar en la Cámara alta después de haber sido inhabilitado hace nueve años por fraude fiscal.
Meloni evitó realizar otra vez su discurso de investidura (a veces los candidatos lo repiten en las dos Cámaras). Pero en el turno de réplica, casi a las seis de la tarde, se dedicó a responder a las críticas recibidas, también en las declaraciones a la prensa de la oposición, por su intervención de la jornada anterior. “Ayer elegí diseñar la Italia que queremos construir para hacer colgar de esa visión las iniciativas determinadas”, lanzó contestando a quienes la acusaron de tener un discurso vacío y sin respuestas. Para ello, abordó la cuestión energética y habló, entre otras cosas, de comenzar a extraer gas del territorio italiano. “Hay que liberar a Italia de la dependencia energética. Cuando las demás naciones extraen el gas contamina igual, pero lo pagamos de más”. De hecho, Meloni propuso que el sur de Italia se convierta en una suerte de hub energético para el resto de Europa.
La primera ministra, además, defendió la conveniencia de una tarifa plana del 15% del IRPF, pero con muchos matices respecto a lo que había pedido Salvini (ese será otro de los puntos de fricción con su socio). Sí anunció, en cambio, un recorte de cinco puntos porcentuales de la cuña fiscal. Además, confirmó su compromiso con Ucrania y aseguró que la paz no se hace con banderas arcoíris en manifestaciones. “Cuando una nación extranjera invade la tuya, no se puede aceptar. Los ucranianos se han defendido. Y eso ha sido más fuerte que el resto. Es algo importante porque la única posibilidad de favorecer una negociación es que haya un equilibrio. Si uno gana y el otro pierde, no habrá negociación. La paz no se consigue con la rendición de Ucrania”, lanzó.
La nota folclórica del día, sin embargo, llegó con la intervención de Berlusconi, que declaró antes de entrar que votarían convencido la investidura de Meloni, pero que la “situación es difícil”. El problema es que los tres partidos no logran ponerse de acuerdo en cuestiones fundamentales del reparto de poder como las secretarías de Estado. Y que Il Cavaliere tiene visibles dificultades para digerir que ya no es él quien manda. En su discurso, de hecho, el dueño de Mediaset quiso reivindicar la paternidad de la coalición que gobernará Italia y de la propia Meloni, que asistía algo incrédula a ese autoelogio en el Senado. Además, el jefe de Forza Italia, envuelto todavía en varios procesos judiciales, volvió a solicitar la reforma de la Justicia, una de sus grandes obsesiones, y quiso también correr un tupido velo sobre sus metidas de pata respecto a la invasión de Ucrania, así como sobre sus guiños pro-Putin. Berlusconi, en suma, como hacía en los viejos tiempos, usó el Parlamento para hablar de sí mismo y de sus asuntos.
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