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El partido de Putin se prepara para revalidar su mayoría parlamentaria

El partido gobernante, Rusia Unida, se prepara para revalidar su mayoría en la Duma rusa. En unas elecciones parlamentarias de este fin de semana marcadas por la represión de la oposición y plagada de denuncias de irregularidades, la formación política a la que el presidente Vladímir Putin da su apoyo obtiene la mayoría de los 450 escaños del parlamento, según los sondeos a pie de urna, que daban a la formación conservadora el 45,2% de los votos, un apoyo menor, eso sí, que en las últimas legislativas, en 2016 (tuvo un 54%). Las encuestas a la salida de los colegios apuntan también una importante subida del Partido Comunista de Rusia (21%). Con el descontento social en auge por la situación económica y la pandemia, Putin necesita una escena legislativa que apoye sin ninguna fisura sus políticas y que le garantice estabilidad hasta que termine su mandato, en 2024, y decida si se vuelve a postularse para dirigir el Kremlin, perpetuándose en el poder como le permite la reformada constitución.

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Con la popularidad de Rusia Unida bajo mínimos históricos (29%), el Kremlin no ha querido correr riesgos de perder la mayoría parlamentaria. Durante meses, las autoridades rusas han reprimido y acosado cualquier voz disidente, desde opositores hasta medios independientes u organizaciones civiles. La campaña ha estado plagada de trucos sucios, como candidatos clones para despistar a los electores y dividir el voto opositor, y de propaganda negra destinada a perjudicar a candidatos disidentes.

Tras encarcelar al destacado opositor Alexéi Navalni, que se recuperó de un intento de envenenamiento el año pasado tras el que la inteligencia occidental ve la mano del Kremlin, las autoridades han cargado contra sus organizaciones, ilegalizándolas y declarándolas extremistas, y contra sus aliados: en su mayoría exiliados por la presión o vetados para concurrir a los comicios.

Miembros de la Comisión Electoral cuentan votos en un centro de votación en la estación de tren de Kazán, en Moscú, este domingo.EVGENIA NOVOZHENINA / Reuters

En otra vuelta de tuerca en sus maniobras autoritarias, el Kremlin prohibió la aplicación digital de voto táctico ideada por el equipo de Navalni, ‘voto inteligente’, que recomienda aquellos candidatos con más opciones de derrotar a Rusia unida, y ha logrado que Google, Apple y otros gigantes de Internet las bloqueen. “Si Rusia Unida se las arregla [para ganar], nuestro país puede esperar otros cinco años de pobreza, cinco años de represión, cinco años perdidos”, dice el equipo de Navalni en su blog. Mientras, el Kremlin ha justificado las medidas represivas como necesarias para frustrar la “interferencia extranjera” en las elecciones.

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Las elecciones parlamentarias en las que la ciudadanía rusa ha podido votar durante tres días, han dado pocas opciones reales a los electores. Con el descontento social latente por la pérdida del nivel de vida, la pandemia, la corrupción y la pérdida de calidad de las infraestructuras, el Kremlin no ha querido correr riesgos y ha vetado en la contienda electoral a casi todas las figuras de la oposición conocidas. Las maniobras han alcanzado incluso al Partido Comunista ruso, el primer partido de la llamada “oposición sistémica”, leal al Kremlin. Una de sus principales figuras, el empresario agrícola y candidato a las presidenciales en 2018, Pável Grudinin, también fue vetado para concurrir.

Este domingo, el histórico líder comunista, Guennadi Ziuganov, ha denunciado que se han producido numerosas irregularidades en todo el país. “No queremos votos ajenos, pero tampoco cederemos los nuestros”, reclamó tras depositar su papeleta en un colegio electoral del centro de Moscú, acompañado por la plana mayor del partido en la región. “No descarto que todo esto dé lugar a protestas multitudinarias” añadió después en las redes sociales. “Estoy seguro de la gente no tolerará una sustitución flagrante de su elección”, añadió.

Los sondeos daban una subida para el Partido Comunista, que ha endurecido su tono en los últimos tiempos, tratando de capitalizar el voto de protesta y que tiene esperanzas de crecer. Los primeros resultados del conteo de votos en el Lejano Oriente ruso, donde e descontento contra el Kremlin alumbró inéditas protestas el año pasado, daban esperanzas a los comunistas y otros partidos opositores. Los comunistas son, además, los candidatos más recomendados para derrotar a Rusia Unida en el listado de ‘voto inteligente’ del equipo de Navalni.

El líder del Partido Comunista ruso, Ziuganov (en el centro), sale de un colegio electoral en Moscú, este domingo. Pavel Golovkin / AP

Una aplicación digital de la que Galina, de 89 años, no sabe nada. “En Rusia hay solo dos partidos, el de los trabajadores y el del capitalismo”, comentó a la salida de un colegio electoral de Moscú, antiguo centro social de pioneros comunistas. “Yo he votado por la justicia social”, zanjó la mujer, que prefirió no dar su apellido.

Los comicios son para el Kremlin una prueba de apoyo para Putin. El presidente lleva más de dos décadas en el poder (entre sus años como primer ministro y como presidente) y aunque no es miembro oficialmente de Rusia unida da su apoyo a la formación política. En las últimas semanas ha insistido también en que seguirá sus líneas económicas. Así, las autoridades están haciendo lo posible para levantar Rusia Unida.

En los últimos meses, le han hecho un lavado de cara al partido del Gobierno y han colocado como cabezas de lista a figuras populares, como el ministro de Defensa, Serguéi Shoigu, el de Exteriores, Serguéi Lavrov. Y en un intento de que la base tradicional del partido acudiera a votar, Putin ha dado una ‘paga extra’ de unos 170 euros para familias con niños en edad escolar, pensionistas y militares. En Moscú, las autoridades también han sorteado premios para las personas que votaron por Internet que podían ganar incluso coches y apartamentos.

En el colegio 142 de Moscú, Svetlana, una profesora jubilada de 82 años, lo tiene claro. “Voté por Putin, por supuesto. Voté por la estabilidad”, comentó. Aunque Putin no es miembro oficial del partido y no se ha afiliado para que su popularidad no sufra con las fluctuaciones de la aprobación de la formación política, la ciudadanía rusa sabe que el presidente es también Rusia Unida.

Para Putin, mantener el apoyo de los ciudadanos rusos sigue siendo clave. Sin embargo, en las consideradas las elecciones más sucias y controladas de los últimos tiempos en un país que no registra desde hace décadas unas elecciones limpias del todo, según los observadores electorales internacionales, la apatía por el sistema es cada vez mayor. “Estas elecciones no son reales”, lamentaba Anton Dulov, informático de 44 años, en un colegio de la capital. “Es desesperante, no hay opción”, añadió Elizabeta Baidabálova, su esposa, de 41.

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