El Partido Socialdemócrata ha ganado las elecciones parlamentarias de este domingo en Suecia con casi el 30% de los votos, según dos sondeos a pie de urna. La formación de Magdalena Andersson, la primera ministra, logrará casi un tercio de los 349 escaños en juego, y el bloque que forma junto a izquierdistas, ecologistas y centristas, suma en torno al 50% de los apoyos y tendrá mayoría en el Riksdag (Parlamento). El bloque de derechas obtiene algo más de un 48% de los sufragios, según estos sondeos. De confirmarse las encuestas, el margen entre los partidos de izquierda y de derecha sería como máximo de tres diputados, por lo que el voto en el exterior, que tardará días en ser escrutado, podría resultar un factor decisivo.
Demócratas de Suecia (DS), una formación con raíces neonazis que entró por primera vez en el Parlamento en 2010, ha sido la segunda opción más votada y obtendrá alrededor del 20% de los apoyos. El partido de extrema derecha, que lleva años basando su discurso en el rechazo frontal a la inmigración, y en vincular a la población de origen extranjero con la criminalidad, supera los votos cosechados hace cuatro años (17,5%). La formación liderada desde 2005 por Jimmie Akesson ha mejorado sus resultados en cada elección parlamentaria desde que se presentó por primera vez en 1988.
A diferencia de todas las elecciones anteriores, el Partido Moderado (conservadores), los cristianodemócratas y los liberales concurrían a los comicios en disposición de llegar al poder con el apoyo directo o indirecto de la ultraderecha. Los moderados, que durante muchos meses fueron la primera fuerza de derecha en los sondeos, han quedado por detrás de DS, con en torno al 17% de los sufragios, según los sondeos. De confirmarse el sorpasso de la extrema a los moderados, Ulf Kristersson, el líder conservador, sería el gran perdedor de la noche electoral.
A finales del año pasado, la extrema derecha llegó a un acuerdo con los conservadores y los cristianodemócratas para aprobar unos Presupuestos alternativos a los presentados por los socialdemócratas, poniendo fin a un cordón sanitario que había convertido a DS en un partido paria en el Parlamento durante más de una década. Poco después, los liberales también comenzaron a mostrarse a favor de sumar sus escaños a los de las tres fuerzas de la derecha para desbancar del poder a Andersson. Desde 1932, la derecha solo ha gobernado en Suecia (10,3 millones de habitantes) en tres periodos: de 1976 a 1982, entre 1991 y 1994, y de 2006 a 2014.
Tras las elecciones parlamentarias de 2018, el país nórdico vivió una parálisis política sin precedentes que se prolongó más de cuatro meses. Finalmente, se alumbró un Gobierno socialdemócrata en coalición con los verdes. El bloque de izquierdas en su conjunto (socialdemócratas, verdes y excomunistas) era minoritario respecto al de derechas, formado por La Alianza (moderados, centristas, liberales y democristianos) y los xenófobos DS, que, juntos, alcanzaban 205 puestos en el Parlamento unicameral. Sin embargo, el cordón sanitario a la ultraderecha permitió al socialdemócrata Stefan Löfven convertirse en primer ministro.
Para ser investido primer ministro no es necesario tener una mayoría absoluta de votos a favor, pero sí que no se sumen 175 votos en contra. El Partido del Centro, la única formación a la derecha de los socialdemócratas que mantiene su firme veto a los xenófobos de DS —”No al racismo”, ha sido uno de sus eslóganes—, resulta clave para las opciones del bloque de izquierda. Tras 15 años alineados con los moderados, los cristianodemócratas y los liberales, los centristas han defendido durante toda la campaña que había que evitar a toda costa que la ultraderecha pudiera ejercer influencia en el futuro Gobierno.
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Aun así, en el bloque de partidos que debería permitir seguir en el cargo a Andersson, la primera mujer en gobernar en Suecia, existen profundas discrepancias internas. Los programas políticos de La Izquierda (excomunistas), los verdes, los socialdemócratas y los centristas difieren en innumerables asuntos. Los roces entre el partido más a la izquierda del arco parlamentario sueco y los socialdemócratas han sido frecuentes durante la campaña. Los excomunistas mantienen su oposición a la futura adhesión del país escandinavo en la OTAN y han criticado con fuerza las concesiones a Turquía para que el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan levantara el veto al ingreso de Suecia en la Alianza Atlántica. El firme rechazo a la extrema derecha es el claro aglutinante de este bloque, por lo que las negociaciones para la formación de gobierno se prevé que se prolonguen durante semanas. El Partido del Centro y La Izquierda se disputarán la cuarta posición en las elecciones, con algo más del 7% de los apoyos, según los sondeos a pie de urna.
La campaña ha estado dominada por temas que eran en principio favorables a la oposición de derecha, como la criminalidad, los problemas de integración de parte de la población inmigrante y la espiral inflacionaria, principalmente en los precios de la energía. El Partido Socialdemócrata apostó claramente muchas de sus opciones a la figura de Andersson, la política mejor valorada, según todas las encuestas. Desde que fue investida el pasado noviembre, la formación —vencedora de todas las elecciones en el país nórdico desde 1914— comenzó a remontar en unas encuestas que hace un año auguraban un panorama muy negro. Durante la campaña, Andersson, de 55 años, ha endurecido su discurso en materia de inmigración, criticando la falta de integración de parte de la población de origen extranjero y la existencia de “sociedades paralelas” dentro del país.
Magdalena Andersson votaba este domingo en un colegio electoral de Nacka, en la periferia de Estocolmo.ALI LORESTANI (EFE)
Los ocho principales partidos que han concurrido a estas elecciones parlamentarias necesitan obtener al menos el 4% de los sufragios para acceder al Riksdag. Tres de ellos (verdes, liberales y cristianodemócratas) no tenían garantizado ningún escaño, según las últimas encuestas, aunque los sondeos a pie de urna otorgan a los tres representación en el Parlamento.
Se prevé que todos los colegios electorales terminen el escrutinio antes de la medianoche (misma hora en la España peninsular). Aun así, el voto en el exterior tardará todavía varios días en contarse. En los comicios de hace cuatro años, hubo una alteración de tres escaños entre los resultados anunciados al fin de la jornada electoral y los definitivos.
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