Francisco Nicolás Gómez Iglesias, de 27 años y conocido como el Pequeño Nicolás, volverá a sentarse en el banquillo los días 20, 21 y 25 de mayo por supuestamente falsificar su DNI para que un amigo suyo se presentara por él al examen de selectividad en septiembre de 2012. La Fiscalía de Madrid reclama para el joven cuatro años y medio de cárcel y 36.000 euros de multa como inductor y cooperador necesario de un delito de falsedad en documento oficial, según el escrito de acusación, que data de 2017. El ministerio público también pide cuatro años de prisión y 2.160 euros de multa para una funcionaria de Policía, amiga del joven, como autora de la falsificación, y cuatro años de cárcel y multa de 1.620 euros para Manuel Avello, el joven que se presentó al examen haciéndose pasar por el Pequeño Nicolás y que, además, supuestamente cobró por ello 6.000 euros. Gómez Iglesias obtuvo una nota de 8,25 en aquellas pruebas de ingreso a la universidad.
El escrito de acusación señala que el 5 de septiembre de 2012 El Pequeño Nicolás se matriculó en el examen de selectividad con un DNI expedido el 25 de agosto de 2008. Tres días después, el 8 de septiembre de 2012, el acusado acudió a la oficina de tramitación del DNI y Pasaporte para obtener uno nuevo, ya que alegó que había extraviado el anterior. Al mismo tiempo, El Pequeño Nicolás había llegado a un acuerdo con su amigo Avelló para que le hiciera el examen, que ya había aprobado en la convocatoria de junio, a cambio de una gratificación económica. La idea era conseguir un DNI falso con los datos personales de Francisco Nicolás pero con la fotografía del amigo.
Dos días después, el 10 de septiembre de 2012, este estudiante se personó en otra comisaría, ubicada en Tetuán, donde trabajaba O.P. R., una agente de Policía amiga del Pequeño Nicolás, que accedió a tramitar el falso DNI en el que aparecían todos los datos personales del principal acusado, pero con la fotografía de Avelló.
Avisó a los compañeros de instituto
Días antes de que se celebrara el examen de Selectividad, El pequeño Nicolás tomó la precaución de informar a sus compañeros del IES Ortega y Gasset que se presentaban al mismo examen de toda la trama de suplantación que había montado para no levantar ningún tipo de sospecha. En un chat de Whatsapp llamado “selectividad”, el acusado pedía a los integrantes de la conversación que le dieran su DNI a Avelló “para portarme bien con vosotros” y así asegurarse que “encubrirían” a su amigo. “Soy amigo de comisarios, son gente de cumplir”, añadía el acusado en aquel chat. “No se enteran”, alegaba el acusado, que repetía que el implicado se parecía a él y que eso no iba a ser un problema. “Lo llamáis Fran y punto”, zanjaba.
La policía tuvo en cuenta la declaración de varios de los compañeros de Francisco Nicolás, quienes aseguraron que tanto el amigo como ellos iban a ser recompensados por el encubrimiento. El acusado también implicó al jefe de estudios de su instituto, J. Y. J. suplantando su persona para asegurarse de saber qué profesor iba a ser responsable de los alumnos del centro en la Selectividad, ya que si el elegido conocía al Pequeño Nicolás “truncaría todas las posibilidades de ser suplantado”.
Finalmente, su plan se cumplió y los días 11, 12 y 13 de septiembre de 2012, el “falso” Francisco Nicolás obtuvo una nota de 8,25 en la prueba de acceso a la universidad, lo que le permitió su ingreso en el Colegio Universitario de Estudios Financieros (CUNEF), adscrito a la Universidad Complutense de Madrid. En este centro estaba estudiando Derecho y Administración y Dirección de empresas cuando fue detenido.
Esta causa se suma a las otras que tiene abiertas. Tras dos años de reiterados aplazamientos, Francisco Nicolás se sentó este 11 de mayo en el banquillo por el Caso Ribadeo, acusado de usurpación de funciones públicas, falsedad documental y cohecho. El joven se hizo pasar por emisario de Felipe VI y de la entonces vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en un viaje a Ribadeo (Lugo), donde fijó un almuerzo con Jorge Cosmen, presidente de la compañía de transportes Alsa. “Lo que yo quería era tirarme el pisto con el empresario y hacer un viaje pomposo”, alegó Gómez ante el tribunal. Antes de la celebración del juicio por el caso Ribadeo, el CNI ya había logrado sentarlo en el banquillo por injurias y calumnias, pero terminó absuelto en 2018 en una vista donde su defensa alegó que sufre un trastorno mixto de personalidad narcisista de carácter grave que provoca que distorsione la realidad.
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