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El pozo sin fondo del Barcelona

Eric García se lamenta tras el mal partido del Barcelona contra el Alavés.ALBERT GEA (Reuters)

El Barcelona no acaba de tocar fondo, incapaz de encontrar un punto de inflexión, incluso después de destituir a Koeman. El equipo azulgrana suma un punto de los últimos nueve, 16 en 11 partidos de Liga, unas cifras que remiten a la temporada 2001-2002, tiempos de Gaspart en la presidencia y Serra Ferrer y Rexach en el banquillo del Camp Nou.

El punto corresponde al empate contra el Alavés en el debut como técnico interino de Sergi Barjuan. Los barcelonistas mejoraron académicamente, sobre todo desde el punto de vista del orden, dieron más amplitud al campo y los interiores recuperaron el protagonismo perdido ante uno de los equipos más austeros del campeonato como es el de Calleja. El ritmo de juego, sin embargo, fue discontinuo, la velocidad de balón más bien resultó lenta y se jugó mucho al pie y poco al espacio, sin capacidad de sorpresa ni de riesgo, a excepción del gol de Memphis. El encuentro demostró, al fin y al cabo, la fragilidad defensiva, su falta de confianza y autoestima para afrontar la adversidad, y también evidenció los fallos estructurales disimulados por los goles de Messi, 58 el curso pasado antes de partir al PSG.

Los barcelonistas han encajado 12 tantos en 11 partidos, únicamente en tres ocasiones sobre un total de 14 no han sido batidos (Cádiz, Levante y Dinamo de Kiev) y en ocho han recibido un tanto en el primer remate a portería del rival, también contra el Alavés. El equipo se flagela, más dañino contra sí mismo que frente al contrario, frustrado por una dinámica que evidencia su pelea con las áreas, especialmente la defendida por Ter Stegen, un portero que ha perdido aura, mermado por una lesión y posterior operación que le impidieron empezar la temporada, sin ascendiente en el vestuario y la cancha, después de marcar distancias con Messi.

La partida del 10 a París ofreció a los azulgrana la posibilidad de reivindicación a figuras como Coutinho. Los únicos que han respondido, sin embargo, han sido los jugadores de la cantera, y en especial Gavi y Nico, futbolistas que ayudan a dar fe de la Masia y también de un estilo de juego que por el momento resulta difícil de expresar o evolucionar desde el banquillo, destituidos como han sido Quique Setién o Koeman. La esperanza se llama Xavi. El excapitán azulgrana representa sobre todo una idea defendida por Laporta. La duda es su aplicación, o si se quiere el método, desde que el presidente admira el proceder de los entrenadores alemanes como Nagelsmann, Tuchel o Klopp.

Laporta no para de consultar después de advertir la falta de consenso en el área deportiva del Barcelona. Las discrepancias han sido evidentes incluso en el momento de destituir a Koeman y en la elección de su sustituto porque había quien apostaba por Albert Capellas, técnico ahora del filial, y también se postulaban los que abogaban por el elegido Sergi Barjuan. La irrupción de Jordi Cruyff, inicialmente designado como jefe de los observadores internacionales, ha condicionado la actuación del secretario técnico, Ramon Planes, y del director de fútbol, Mateo Alemany. El presidente se ha vencido a negociar con Xavi pese a que era partidario de contrastar las opciones de técnicos más rupturistas —Pirlo o Marcelo Gallardo— y de mantener a Koeman hasta enero o incluso verano, cuando acababa un contrato pendiente ahora de un finiquito que asciende a 12 millones.

Carrusel de lesiones

Xavi pretende desvincularse esta semana del Al Saad y alcanzar un acuerdo con el Barça. Las exigencias del exvolante azulgrana se consideran asumibles para la junta de Laporta porque estarían en consonancia con la evolución del Barça, pendiente de un líder que permita revertir una situación crítica generada por diferentes factores y agravada por un carrusel de lesiones que afecta a nueve futbolistas si se cuenta a Dembélé y Ansu. Ambos son duda para el decisivo partido de Champions de este martes en Kiev.

La clasificación para los octavos es decisiva para un club que ha presupuestado llegar hasta cuartos de la Copa de Europa. La posibilidad depende más de la plantilla que del entrenador y por tanto las opciones son limitadas porque los recursos son escasos y el talento ha menguado después de la salida de Messi, Griezmann y Suárez. Ni siquiera la afición confía ya en su equipo: el sábado se registró la peor entrada en el Camp Nou desde 2001: 37.278 espectadores. Necesita el Barça de un buen resultado, ser efectivo en un partido sin retorno como el de Kiev, para levantar el ánimo y la ilusión de su hinchada y detener la trituradora del Camp Nou.

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