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El PP no encuentra el coladero de Barajas: los expertos convocados convierten el arranque de la comisión en un chasco

Imagen de la Terminal T4 del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid.Eduardo Parra (Europa Press)

El primer compareciente reconoce que nunca ha estudiado el asunto por el que se le pregunta. El segundo niega que lo ocurrido durante lo peor de la pandemia se pueda juzgar con el filtro de lo que se sabe ahora. La investigación impulsada por el PP en la Asamblea de Madrid sobre cómo ha influido en la evolución del virus en Madrid la llegada de contagiados por el aeropuerto de Barajas arranca con un chasco. Los diputados de la izquierda se quedan anonadados. Los de Vox, en tierra de nadie. Y los del PP, faltos de oxígeno. Con estos mimbres es difícil cumplir la orden de su líder, Isabel Díaz Ayuso, que busca más madera con la que alimentar el fuego de sus enfrentamientos con el Gobierno central de Pedro Sánchez, del que dependen los controles a los pasajeros en el aeropuerto.

Todo ocurre así. Igual que unos mineros empeñados en explotar una mina agotada, los diputados del PP y de Vox se arremangan para vivir una jornada de dientes apretados y pico afilado. Buscan un diamante: el dato o argumento que sustente la tesis defendida durante meses de que Barajas fue “un coladero”. Da igual que solo el 0,26% de los casos detectados en la región sean importados, según datos de la Comunidad. No importa que únicamente se hayan encontrado 2.375 positivos llegados desde fuera de Madrid desde mayo de 2020 entre más de 900.000, según las estadísticas regionales. El representante del PP pregunta una y otra vez a los comparecientes en busca de afirmaciones que permitan señalar al Gobierno central como culpable, y una y otra vez encuentra respuestas vacías, silencios incómodos y frases cortas que hacen tanto daño como la más apasionada de las soflamas.

“No estudiamos la incidencia del aeropuerto de Barajas”, viene a decir Efrén Moreno Benavides, investigador de la Universidad Politécnica, y autor de un modelo matemático sobre la evolución del virus. “No lo hicimos como tal”, añade en otro momento. “No estaba entre los objetivos”.

Para cuando el experto logra exponer las diapositivas sobre su estudio, refulgentes en el ambiente lúgubre de la sala, queda claro que él no es el diamante que busca el PP, y que ni él sabe muy bien qué hace allí, ni por qué le ha convocado el PP. Sus afirmaciones son como la voz del sabio que predica en el desierto. Donde él dice que nada sabe de Barajas, el representante de la formación conservadora intenta que lo sepa todo, y deja abierta la posibilidad de que adapte en el futuro su estudio para estudiar lo ocurrido en el aeropuerto.

“Teniendo en cuenta el nivel de incidencia media que había en España y en Europa en los diferentes meses (…) a nosotros nos da por pensar que simplemente por una regla de tres, de lógica, entre esos 10.000.000 de personas (que entraron a través del aeropuerto durante 14 meses) unas 24.000 personas tenían el virus”, lanza Pedro Muñoz Abrines, del PP, que introduce la cuestión reconociendo que sus datos se basan en “un análisis aproximativo”. Y continúa: “Sin embargo, los datos oficiales dicen que en 2020 solo se detectaron 700 casos, aproximadamente, y en lo que va de 2021, 500″.

El diputado popular pone el acento en que solo un mínimo número de pasajeros pasa el control primario del aeropuerto (3,6%, dice, por ejemplo, en febrero); en que de ese grupo seleccionado únicamente se realizan unos pocos tests (1%); y en que de ello se deduce que miles de viajeros contagiados y asintomáticos habrían campado a sus anchas por Madrid. La fiesta del coronavirus.

Poco hace el primer compareciente por avalar esa tesis: no sabe nada al respecto. El segundo desmonta directamente su aspecto principal.

“Hay un pequeño error: el control primario, en principio, se hace a todo el mundo”, dice María del Mar Faraco, presidenta de la asociación de médicos de sanidad exterior. “Solo es pasar el QR, pasar por una cámara térmica que ni ves, y por eso la gente cree que no hay”, añade, lamentando que no se exigieran PCR en origen ya en el verano de 2020, y reconociendo que los controles de temperatura apenas sirven de algo. Es de las pocas concesiones que deja la sesión a la tesis del PP. Pero no la única.

“Por último, de acuerdo a declaraciones propias suyas, ¿diría y confirma lo que dijo entonces, que el control en Barajas fue precario?”, acaba preguntando en el último suspiro Muñoz Abrines, apurando ya todas sus opciones, igual que el tenista que otea la derrota se lanza hacia la red para ver si cambia el resultado.

“Al principio de la pandemia era precario, sí”, le contesta la experta. “En todos los aeropuertos. No solo en Barajas”, subraya inmediatamente, matizando sus palabras con el mismo espíritu pragmático de una intervención previa en la que pide que no se juzgue lo ocurrido a toro pasado: “Hubiera sido muy importante controlar los vuelos de China e Italia. Se tenía que haber hecho antes, pero eso lo sabemos ahora”.

Con Podemos ausente de la comisión por voluntad propia, los representantes de PSOE y Más Madrid presentan sus conclusiones.

“No hay caso Barajas”, dice el socialista Enrique Rico, que recuerda que todas las medidas de control adoptadas por el Gobierno de España siguieron las recomendaciones europeas.

“La conclusión es que habríamos hecho cosas distintas sabiendo lo que sabemos ahora, y no antes; con los sistemas de información que tenemos ahora, y no antes; y con la capacidad diagnóstica que tenemos ahora, y no antes”, resume Javier Padilla, de Más Madrid. “Los comparecientes básicamente han desmontado la hipótesis inicial del PP”.

¿Por qué está la Asamblea investigando cómo han influido los pasajeros llegados por Barajas en la evolución de la pandemia? ¿Qué ha llevado a excluir del estudio a los movimientos permitidos, por ejemplo, por la estación del AVE de Atocha? ¿Y qué explica que se investigue eso y en cambio no se retome la comisión inconclusa de la pasada legislatura sobre las muertes en las residencias?

La respuesta a todo ello está en las elecciones del 4-M. El PP vivió su victoria como una oportunidad para la revancha. Tras ver cómo su minoría parlamentaria se traducía en que la oposición impulsara cinco comisiones de investigación entre 2015 y 2021 sobre su gestión en la región, creyó llegado el momento de saldar cuentas. Solo unos días después de los comicios, Díaz Ayuso dio la orden personalmente: investigar en la Asamblea cómo había controlado el Gobierno central a los pasajeros que llegaron a Madrid en plena pandemia; y vetar la reanudación de la investigación de lo ocurrido en las residencias durante la primera ola, cuando se aplicaron unos polémicos protocolos de triaje en el traslado a los hospitales y murieron 5.000 ancianos.

A la espera de futuras comparecencias, como la del consejero de Sanidad, Enrique Ruiz-Escudero, ese plan echa a andar este miércoles con un gran chasco.

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