No es ningún secreto que las crisis siempre tumban a los más vulnerables. En los países en conflicto, son los niños. Para ellos, el 2021 ha sido un año “muy difícil”, según Unicef, quien alerta de que han aumentado las violaciones a sus derechos más básicos. “Han sido víctimas de horrores indescriptibles”, se lee en el informe publicado a finales de diciembre. Aún sin las cifras exactas, la organización asegura que para “miles y miles” de menores, la covid-19 ha sido apenas un elemento más de una lista demasiado larga. El hambre, los abusos sexuales, la violencia y el reclutamiento llevan años acompañando a los más pequeños en crisis prolongadas y nuevas.
Aunque los datos para 2021 no están aún disponibles, en 2020 la ONU verificó 26.425 violaciones graves contra chicos y chicas. En los primeros tres meses del ejercicio siguiente se produjo una ligera disminución del número total de violaciones graves comprobadas; sin embargo, los casos de secuestro y violencia sexual continuaron aumentando a tasas “alarmantes”, en más del 50% y el 10%, respectivamente, en comparación con el primer trimestre anterior. Afganistán tiene el mayor número de víctimas infantiles desde 2005, con más de 28.500; el 27% a nivel mundial. Y la región de Oriente Medio y el norte de África reúnen el mayor número de ataques a escuelas y hospitales, con 22 atentados apenas en el primer semestre.
“Año tras año, las partes en conflicto continúan demostrando un terrible desprecio por los derechos y el bienestar de los niños”, aseguró en un comunicado la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore. “Están sufriendo y están muriendo a causa de esta insensibilidad. Se debe hacer todo lo posible para mantenerlos a salvo de cualquier daño”, agregó. Pero no es así. Menos de la mitad de las partes en conflicto a nivel mundial se han comprometido a proteger a los más pequeños, de acuerdo a un recuento de la organización. De hecho, la financiación para la protección infantil en las peores crisis del mundo se redujo del 42% de la cantidad requerida en 2019 al 24% en 2020, según una investigación publicada la semana pasada por una coalición de organismos como Acnur y Save the Children.
Más de la mitad de las chicas reclutadas por grupos armados de la República Centroafricana son explotadas sexualmente por comandantes o forzadas al matrimonio infantil
Willy Zihalirwa Nalwage, responsable de Protección Infantil para Unicef en República Centroafricana (RCA)
Los secuestros fueron más altos en Somalia, República Democrática del Congo (RDC) y los países de la cuenca del lago Chad (Chad, Nigeria, Camerún y Níger). Los casos de violencia sexual fueron más numerosos en la República Democrática del Congo, Somalia y República Centroafricana (RCA). En este último país trabaja Willy Zihalirwa Nalwage, responsable de protección infantil para Unicef en terreno, y es tajante: “Es uno de los peores sitios para ser niño. Son la mitad de las cifras de desplazados forzosos y se calcula que cerca de 944.000 necesitarán protección social en 2022, un 12% más que el año pasado”.
RCA tiene la tasa más alta de mortalidad (29,8 por 1.000 habitantes) y la segunda de mortalidad neonatal (39,7 por 1.000 nacidos vivos). La violencia recurrente, los debilitados servicios médicos y el difícil acceso de la ayuda humanitaria están detrás de los 2,8 millones de personas en exclusión social. La población del país africano no llega a los cinco millones.
“Aunque algunos optan por unirse a los grupos armados por su propia seguridad o incluso por venganza, la miseria familiar y el acceso limitado a la educación se citan a menudo como los factores clave del reclutamiento y uso de parte de grupos armados en la República Centroafricana”, lamenta Zihalirwa. Este sigue siendo una de las violaciones a sus derechos más recurrentes, ya que representó el 74% de todos los incidentes graves documentados por las Naciones Unidas entre julio de 2019 y junio de 2021. Para el experto, las niñas (el 30% de estas estadísticas) enfrentan una situación más crítica aún: “Más de la mitad de las chicas reclutadas son explotadas sexualmente por comandantes o forzadas al matrimonio infantil”.
Adela, de 25 años, espera al doctor de su hijo de cuatro meses, Ali Mehran, en el Hospital Pediátrico Ata Turk, en Kabul, Afganistán, a finales de 2019.Bouvet/Unicef (© UNICEF/UNI230836/Bouvet)
Yemen es otro de los países que más preocupan. Ahí, 10.000 menores han sido asesinados o mutilados desde que se intensificaron los combates en marzo de 2015. Son cuatro pequeños por día. Para los que sobreviven, llevarse algo de comida a la boca es también una batalla diaria. Najwa Al-Dheeb, especialista de nutrición para Unicef en terreno lamenta la crítica situación: “Todos los males de Yemen –el desplazamiento generalizado, el desempleo, las restricciones a las importaciones y la depreciación de la moneda causada por la guerra intensificada y prolongada…– determinan también el resultado nutricional de la población”. Así, el hambre es una de las mayores condenas y la desnutrición infantil una constante: “El menú de miles de niños a los que atendemos son caramelos y pan o arroz. Los alimentos no llegan o las familias no pueden pagarlos”.
“Estamos en una cuenta atrás hacia la catástrofe en Yemen”, alertaba David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, en una conferencia de la ONU a mediados de noviembre. Poco más de un año después, según la clasificación global de inseguridad alimentaria (IPC), el 54% de su población padece inseguridad alimentaria aguda. Cinco millones de yemeníes viven en condición de emergencia y 47.000 personas en situación de catástrofe.
El menú de miles de niños a los que atendemos son caramelos y pan o arroz. Los alimentos no llegan o las familias no pueden pagarlos
Najwa Al-Dheeb, especialista de nutrición para Unicef en Yemen
“La escasez extrema de alimentos, las enfermedades comunes de la infancia como la diarrea y la neumonía, o ambas, pueden provocar desnutrición aguda o emaciación, lo que conduce rápidamente a la muerte si no se trata”, narra el experto en Yemen mediante correo electrónico. El retraso en el crecimiento en los primeros años de vida implica, además, una pérdida de 0,7 grados en la escolaridad y una reducción de entre el 22 y el 45% en los ingresos a lo largo de la vida. “Tenemos que tomar medidas de alto impacto para cuidar a los bebés en sus primeros dos años de vida. Este es un periodo clave para salvar vidas y naciones”.
25 años de promesas
En 2021 se cumplieron 25 años de la publicación del célebre informe de Graça Machel El impacto de la guerra en los niños y niñas, que instaba a la comunidad internacional a tomar medidas concretas para proteger del flagelo de la guerra a los más pequeños. En los últimos 16 años, Naciones Unidas verificó 266.000 casos de violaciones graves contra menores de edad en más de 30 situaciones de conflicto en África, Asia, Oriente Medio y América Latina. Esta es una estimación muy conservadora, pues solo se toman en cuenta los casos recogidos por el mecanismo de presentación de informes y seguimiento de la ONU, establecido en 2005. Los niños que deberían formar parte de estas estadísticas, aseguran los expertos, son mucho más.
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