El Premio Formentor, en peligro tras pasar su sede histórica mallorquina a manos de la cadena Four Seasons, se seguirá celebrando con el mismo mecenazgo de las familias Barceló y Buadas (50.000 euros) y la misma filosofía, pero ahora de forma itinerante, según confirma el director de la Fundación Formentor, Basilio Baltasar. Este año será en septiembre, como de costumbre, pero en el hotel Concorde Les Berges du Lac de Túnez.
Formentor, el recóndito paraíso de la cultura
Se inaugura así la tercera etapa de un premio que fue fundado en 1960 por las editoriales Seix-Barral, Gallimard, Einaudi, Rowolth, Weidenfeld y Grove Press, y que marcó el canon literario de la segunda mitad del siglo XX, al galardonar a autores como Dacia Maraini, Jorge Luis Borges o Saul Bellow. La segunda etapa se abrió en 2011 con el premio a Carlos Fuentes y se cerró el año pasado con Cees Nototeboom. Ahora se ha querido mantener el hilo histórico con el nombramiento de Antoine Gallimard, Roberto Calasso y Jorge Herralde como miembros del comité de honor.
La elección de Túnez es un guiño al premio antiguo, cuya última edición se celebró en 1967 en la playa tunecina Gammarth, y remite al exilio de 1963, cuando Franco declaró persona non grata al editor Giulio Einaudi y el galardón dejó de celebrarse en España. El premio había sido otorgado en 1961 a Borges sin problemas, gracias a la presencia tutelar de Camilo José Cela y un único veto: Max Aub.
¿Qué cambió en 1962? El ministro de Información era el falangista Gabriel Arias Salgado, que recelaba del apoyo de la izquierda italiana a la disidencia clandestina, y en Formentor reinaban Einaudi e Italo Calvino, protectores del grupo de Carlos Barral. En julio de 1961, Il Contemporaneo había publicado un número dedicado a los 25 años de la Guerra Civil con foto y textos de Barral, Josep Maria Castellet y José Agustín Goytisolo. Ese mismo mes, siete activistas italianos vinculados a Einaudi habían estado recogiendo en España material para la publicación de Canti della Nuova Resistenza Spagnola, (1939-1961), un virulento cancionero que ridiculizaba con saña a Franco y a Carmen Polo. No todas las letras eran anónimas, como el célebre poema de Celso Emilio Ferreiro A negra noite de España.
Cuando Il Contemporaneo editó en septiembre de 1961 un anticipo del libro, se redobló la ofensiva para impedir que Einaudi lo publicara, combinada con presiones a los socios de la editorial para desbancar a Barral: inspección fiscal, retirada de créditos y la sugerencia de un exilio discreto en un país de Latinoamérica. Las amenazas se intensificaron durante el Premio Formentor de 1962, que coincidió con las huelgas mineras de Asturias. La policía interrogó de madrugada a Barral, Jaime Salinas (secretario del premio) y Einaudi, y prohibió que la prensa española informara sobre las jornadas literarias del galardón. El premio estaba en peligro y la moneda de cambio era que Einaudi retirara el cancionero.
Dos meses después, el 10 de julio, Manuel Fraga relevó al falangista Gabriel Arias Salgado. “¡Qué alegría recibí esta mañana al abrir el periódico! Tu nombramiento para el Ministerio de Información y Turismo te obliga a mucho, y mucho también es lo que los escritores e intelectuales esperan de ti y de tu sagaz y recto criterio político”, escribió Cela a su paisano el día 10, según un epistolario en parte inédito facilitado a EL PAÍS por el catedrático Adolfo Sotelo
Einaudi publicó finalmente el cancionero en julio. La noticia no tuvo eco en España. El 10 de septiembre, Fraga anotó en su diario: “Cené con el incomparable Camilo José Cela, con quien traté muy en serio de política cultural”. La respuesta de Fraga (de 8 de octubre) a la petición de Salinas para celebrar la tercera edición del premio en España fue un no rotundo si participaba Einaudi.
El 11 de noviembre, Cela escribió a Fraga de nuevo: “Mi retirada del jurado (del Formentor) tiene —tuvo, en su día— bien fácil explicación. No iba a mi aire el papel de corifeo de la frivolidad, la intriga y el marxismo; como tampoco me cuadraba la actitud oficial, alzada sobre el inestable trípode de la torpeza, la policía y el ir tirando sin saber —ni importarle— exactamente el dónde, pensé que la mayor y más ejemplar prudencia sería la de quedarme en mi casa, que es lo que hice. Hoy, los términos desde los que se plantea la cuestión han variado, es cierto, por lo menos desde la acera de lo oficial. Tu presencia en el ministerio nos brinda la garantía más sobrada para entenderlo así”.
Fraga le respondió el día 17, informándole, ahora sí, del cancionero. “El editor Einaudi acaba de lanzar un libelo titulado Canti della nuova resistenza spagnola realmente muy repugnante. Cuando veas el libelo, se trata de algo intolerable”. Y Cela contesta a su vez el 21: “No conozco el Canti della nuova resistenza spagnola, pero por lo que me dices, creo que —precisamente por liberales y para que por nadie pueda confundirse la tolerancia con la debilidad —debemos pensar que bueno está lo bueno y que la paciencia también tiene sus límites. Si Einaudi se mantiene en su postura —que es lo que, probablemente, hará— no tenemos por qué bajarnos los calzones”.
En diciembre de 1962, Fraga desistió de sus intentos de que Einaudi retirara el libro, y el 9 de enero de 1963 activó una feroz campaña de prensa contra él, declarándolo persona non grata. Para maquillar la fuga del premio, Cela propuso unas conversaciones en Formentor con autores exiliados: Max Aub, Francisco Ayala, Ramón J. Sender, Rafael Alberti, Jorge Guillén, León Felipe… “Si tú y yo encontrásemos 15 españoles capaces de trabajar con honradez y buena voluntad, probablemente podríamos darle la vuelta al país. No desconfiemos de poder hacerlo”, dice a Fraga el 12 de enero.
Cela, a quien Einaudi había publicado La familia de Pascual Duarte, se desmarcó del editor, y arremetió contra él en Papeles de Son Armadans, revista literaria creada por el escritor, con sedes en Madrid y Palma. “Mi editorial Carta a Giulio Einaudi está suscitando comentarios de todos los gustos. Me vendría muy bien que me enviases 50 fotocopias del libelo […] para enviar, estratégicamente, a quienes creen que exagero y a quienes, por su alta talla intelectual (Américo Castro, por ejemplo) conviene, a mi juicio, tener informado”, comentó Cela a Fraga el 15 de febrero.
En mayo de 1963, el Premio Formentor se celebró en Corfú. La venganza fue premiar a Jorge Semprún, comunista famoso. En los años sucesivos, se celebraría en un castillo de Salzburgo, Saint Raphäel Valescure y finalmente en Túnez, punto final de una época en la que las discusiones sobre si Gadda o Nabokov, Sarraute o Mishima, Bellow o Gombrowicz, eran seguidas con la misma pasión con la que hoy se atienden las competiciones deportivas.
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