La invasión de Rusia en Ucrania ha cobrado una dimensión diplomática inédita este martes, cuando el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, ha anunciado que tenía planificado visitar Kiev el miércoles, pero que no era “bienvenido” en el país, que desde hace más de mes y medio sufre la agresión de las Fuerzas Armadas rusas.
En una breve declaración realizada en Varsovia, Steinmeier ha señalado que el presidente polaco, Andrzej Duda, le había sugerido en los últimos días que ambos viajaran a la capital ucrania junto con los jefes de Estado de los países bálticos (Lituania, Letonia y Estonia) “para enviar y fijar allí una fuerte señal de solidaridad europea conjunta con Ucrania”. Steinmeier ha apuntado en la capital polaca que habría aprovechado con gusto esta oportunidad.
Pero el viaje previsto del presidente alemán a la capital ucrania se ha frustrado porque actualmente no es bienvenido. “Estaba preparado para hacerlo. Pero aparentemente —y tengo que tomar nota— no lo querían en Kiev”, ha dicho Steinmeier en Varsovia.
El motivo de la negativa de Kiev, según el presidente germano, han sido las estrechas relaciones que mantuvo con Moscú cuando era ministro de Exteriores y sobre todo el apoyo que brindó al controvertido gasoducto Nord Stream 2.
” Todos conocemos las estrechas relaciones de Steinmeier con Rusia, que también se caracterizaron por la fórmula Steinmeier [la propuesta que hizo el exministro en 2016 que abría la puerta a la celebración de elecciones en Donetsk y Lugansk, que podrían obtener después un estatus especial con algunas fórmulas de autogobierno]. En estos momentos no es bienvenido en Kiev”, citó el periódico Bild a un diplomático ucranio. “Ya veremos si eso vuelve a cambiar”, añadió.
La decisión del Gobierno ucranio es el más reciente ejemplo de una campaña destinada a culpar a la excanciller Angela Merkel y a Steinmeier de ser los responsables de la peligrosa dependencia que tiene Alemania del gas y del petróleo ruso. Desde hace varios días, la prensa conservadora, liderada por el periódico Bild ha impulsado una campaña destinada a culpar a ambos de someter a Alemania a los caprichos de Putin a causa del generoso apoyo que brindó Berlín a los proyectos para transportar el gas ruso. La ministra de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, señaló que los políticos alemanes (léase Gobierno de Merkel) conocían los peligros de la creciente dependencia energética de Rusia tras la anexión de la península ucrania de Crimea, en 2014, y que ahora estaban pagando el precio de haber ignorado el problema.
El ministro de Economía y Clima, Robert Habeck, que al igual que Baerbock pertenece a Los Verdes —partido que no formaba parte del Gobierno anterior—, también criticó duramente las decisiones pasadas de Berlín. “La política energética es siempre política de energía, es siempre política de intereses, es por tanto siempre política de seguridad. Y si miras hacia atrás, casi no puedes entender cómo pudimos estar tan ciegos para pasar por alto eso”, dijo Habeck a finales de marzo.
El presidente alemán ha reconocido que cometió errores en su política hacia Rusia cuando era ministro de Exteriores. “Me aferré al Nord Stream 2, fue claramente un error”, dijo el actual jefe de Estado alemán durante un encuentro con un grupo de periodistas. “Nos aferramos a puentes en los que Rusia ya no creía y sobre los que nuestros socios nos advirtieron. La responsabilidad de la guerra recae en el presidente ruso, Vladímir Putin, pero eso no significa que no tengamos que reconsiderar algunas cosas en las que ha habido errores por nuestra parte”, admitió.
Sin embargo, antes de que Steinmeier reconociera su error, el embajador de Ucrania en Berlín, Andrij Melnik, le había acusado, entre otras cosas, de haber “creado una tela de araña de contactos con Rusia”.
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