“Quien no se rinda, será destruido”. Con estas palabras se ha dirigido a su pueblo el presidente de Kazajistán, Kasim-Yomart Tokáyev, quien en una comparecencia ha dado la orden de disparar sin previo aviso contra los manifestantes que han salido a las calles desde principios de este año para protestar por el aumento del precio del combustible y han alzado su voz contra el régimen kazajo. Esa orden representa una escalada en la oleada de represión que azota Kazajistán y que amenaza con agravar la tensión en la antigua república soviética. “Qué estupidez. ¿Qué negociaciones puede haber con los criminales y asesinos?”, dijo el mandatario, que desde que comenzó la crisis también se ha puesto al frente del Consejo de Seguridad, tras relevar en el cargo a Nursultán Nazarbáyev, líder supremo entre 1991 y 2019. El Ministerio del Interior de Kazajistán ha informado este viernes de que 26 activistas han sido “liquidados”, otras 26 personas han resultado heridas y 3.811 han sido detenidas. Las autoridades también han anunciado que 18 miembros de las fuerzas de seguridad han muerto y más de 740 han necesitado asistencia médica desde que comenzaron las protestas.
“Nos ha tocado lidiar con bandidos y terroristas entrenados. Por lo tanto, es necesario destruirlos y esto se hará dentro de poco”, afirmó Tokáyev. Al mismo tiempo, aseguró que las protestas estaban instigadas por “figuras extranjeras”. “Solo a Almaty llegaron 20.000 bandidos”, subrayó el mandatario durante su intervención. Como comparación, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO) ha enviado de momento a 2.500 militares al país, según señaló a la agencia de noticias rusa RIA Novosti el secretario general de esta alianza militar encabezada por Moscú, Stanislav Zas.
No obstante, la llegada de militares rusos a Kazajistán es constante. El Ministerio de Defensa ruso informó de que 75 aviones serán utilizados para desplegar tropas en la república centroasiática. Tokáyev, de 68 años, agradeció al presidente ruso, Vladímir Putin, “su camaradería ante la petición de apoyo de Kazajistán”. Se trata de la primera intervención de la CSTO desde su creación en 1992 y en ella participan Rusia, Armenia, Bielorrusia, Tayikistán y Kirguistán. El Parlamento de este último país aprobó este viernes el envío de militares tras haber pospuesto la decisión un día por su impopularidad y la falta de quórum en la Cámara baja. Según algunos diputados, la intervención en los asuntos internos del país contradice el espíritu de la CSTO, que según el artículo 4 de la organización, activado por Tokáyev la noche del miércoles, los aliados intervendrían solo “en caso de una agresión” que “amenace la integridad territorial y la soberanía del país miembro”.
La misión de la CSTO refuerza la protección de Tokáyev y su círculo ante cualquier amenaza interna. El jefe del Comité de la Duma Estatal rusa para los Asuntos de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), Leonid Kalashnikov, subrayó esta semana que las tropas no se involucrarán en los enfrentamientos que tienen lugar ahora en las calles y solo se encargarán de proteger “infraestructuras y lugares estratégicos”.
Aunque el Gobierno kazajo ha cortado internet, algunos canales de Telegram han logrado difundir imágenes de las masacres cometidas allí, con morgues repletas de cuerpos, manifestantes abatidos en las calles y edificios en llamas. En los primeros días de las protestas se pudo ver imágenes de soldados y policías kazajos que se retiraban de las marchas o se arrodillaban ante los manifestantes. Ante tal situación, Tokáyev dio un golpe de timón: el presidente destituyó el pasado 5 de enero al primer ministro, Askar Mamin, y a todo su Gabinete, y formó otro Ejecutivo en funciones liderado por el hasta ahora viceprimer ministro, Alijan Smailov.
Asimismo, Tokáyev apartó aquel día también al jefe del Comité Nacional de Seguridad, el máximo responsable de su inteligencia, Karim Masimov, y tomó el control del Consejo de Seguridad, el organismo que coordina a todas las fuerzas de seguridad y que encabezaba Nazarbáyev desde que dejó la presidencia en 2019 y eligió al actual presidente como su delfín.
Durante su discurso, Tokáyev acusó a la prensa de provocar las protestas. “Los medios de comunicación libres y las figuras extranjeras, que están lejos de los intereses fundamentales de nuestro pueblo multinacional, instigan la violación de la ley y el orden”, dijo el mandatario, que también aplaudió su reforma de 2020 para limitar el derecho de manifestación. “Es un gran paso adelante en la promoción de la democracia en nuestro país porque no es permisiva, hay que notificar mítines y asambleas. Los llamados defensores de los derechos humanos y los activistas se ponen por encima de la ley y creen que tienen derecho a reunirse donde quieran y charlar de lo que quieran”, aseguró Tokáyev.
La coordinación es total entre Moscú y el Gobierno kazajo. En el plano militar, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, mantiene un contacto constante a través de canales de comunicación cerrados con el resto de miembros de la CSTO, según la agencia TASS. Y en el plano político, Putin ha hablado con Tokáyev “repetidas veces” por teléfono, según ha confirmado el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. Además, “Shoigú informa continuamente a Putin del envío de las fuerzas de paz a Kazajistán y del cumplimiento de las tareas asignadas”, agregó Peskov.
Uno de los enclaves estratégicos de Rusia en Kazajistán es el cosmódromo de Baikonur. Las autoridades han reforzado allí la seguridad y han decretado que en en la ciudad no pueden formarse grupos de más de tres personas (oficialmente para evitar contagios de coronavirus). Además, se ha elevado el nivel de alerta terrorista en la localidad de 75.000 habitantes, donde residen los empleados de la base de lanzamiento espacial, aunque no está prevista la evacuación de los rusos, según ha asegurado su Ayuntamiento a la agencia Interfax. “Pedimos mantener la calma, evitar el pánico y no creer los rumores. La situación está controlada”, ha recomendado la Administración local.
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