Nuevos datos apuntan a que la sombra de la CIA planeó durante meses sobre la figura de Julian Assange durante su larga estancia en la embajada de Ecuador en Londres gracias a la colaboración de una empresa de seguridad española que grabó en audio y vídeo las conversaciones del activista australiano con sus abogados y las facilitó presuntamente a la inteligencia norteamericana. Una juez londinense acordó este lunes rechazar la extradición del ciberactivista a EE UU. La investigación que inició el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata y que ahora proseguirá su juzgado rastrea las IP (número único que identifica a un ordenador conectado a la red) que accedieron a la terminal de la empresa española UC Global en Jerez de la Frontera donde se almacenó toda la información.
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Según las pruebas aportadas por un exinformático de esta compañía, hoy testigo protegido, el ISP (el proveedor del servicio de Internet) de una de las IP que accedieron al servidor de la empresa española corresponde a la compañía de seguridad norteamericana The Shadowserver Foundation. Esta entidad asiste a Gobiernos, fuerzas del orden y agencias de inteligencia de EE UU en seguridad y criminalidad en Internet, según su página web. Otras direcciones dirigen a IP de Texas, Arizona, Illinois y California. Las diligencias de la Audiencia Nacional se encuentran en punto muerto ya que seis meses después de que el juez remitiera una comisión rogatoria a las autoridades de EE UU solicitando la titularidad y geolocalización de las IP que accedieron al servidor FTP (File Transfer Protocol) de UC Global -la empresa española encargada de la seguridad de la embajada en la que se refugió Assange-, la justicia de EE UU sigue sin responder.
La Fiscalía norteamericana exigió al juez las fuentes de información de sus pesquisas y este respondió ampliando su información inicial, pero el silencio continúa. El Reino Unido tampoco ha cumplimentado una rogatoria del magistrado en la que pide tomar declaración a los abogados de Assange que fueron espiados. La tardanza en la respuesta de ambos países dificulta las pesquisas, según fuentes judiciales. En el servidor de UC Global, sede la compañía creada por el exmilitar David Morales, se almacenaron decenas de horas de grabaciones ilegales, así como informes sobre el fundador de Wikileaks, sus huellas dactilares, estudios grafológicos y fotografías de los pasaportes y teléfonos móviles de todas sus visitas, abogados, políticos y periodistas con los que se reunía, según desveló en 2019 una investigación de EL PAÍS.
Las pruebas del espionaje terminaron en la Audiencia Nacional tras la presentación de una querella contra el dueño de UC Global por la defensa de Assange. Morales fue detenido y se le investiga por delitos contra la intimidad, violación del secreto de las comunicaciones entre abogado y cliente, cohecho y blanqueo de capitales. De la Mata, que será sustituido en su juzgado por Santiago Pedraz, quería interrogar a Zohar Lahav, vicepresidente de seguridad de Las Vegas Sands, el casino propiedad de Sheldon Adelson, uno de los principales donantes del Partido Republicano y amigo del presidente de EE UU, Donald Trump.
Morales se encargaba de dar seguridad al barco de Adelson en sus viajes por el Mediterráneo y la investigación apunta a que pudo ser Lahav su contacto para ofrecer la información de Assange a la CIA. El juez también solicitó, todavía sin éxito, tomar declaración al excongresista republicano Dana Rohrabacher y a la actriz Pamela Anderson, que visitaron en la embajada al activista australiano y que también fueron sometidos a vigilancia. Los correos entre Morales y sus trabajadores en los que ordena, en 2017, la colocación de cámaras con audio y micrófonos en los extintores de la sala de reuniones y en el baño de señoras de la embajada, están plagados de frases y sugerencias sobre su colaboración con los servicios de inteligencia norteamericanos. “Un plan para tratar y vender a los amigos americanos”, “jugamos en primera división”, “me he pasado al lado oscuro”, “los que controlan son los amigos de USA”, “los amigos americanos me piden que les concrete”, se jactaba por escrito con sus colaboradores.
Correos comprometedores
Morales, exmiembro de la Unidad de Operaciones Especiales de Infantería de Marina, envió algunos de estos correos a finales de enero de 2017 desde el hotel The Venetian en la ciudad de Las Vegas, establecimiento propiedad del magnate Adelson. El exmilitar solicitó a sus trabajadores en la embajada de Ecuador en Londres toda la información “sobre los sistemas informáticos y redes” de la legación diplomática, así como los teléfonos del “huésped”, apodo con el que se referían a Assange.
El día 24 de ese mismo mes, en una conversación con uno de sus trabajadores, hoy testigo protegido en la causa judicial, se expresó así: “Quiero que estéis alerta porque según me indican nos pueden estar controlando, así que todo lo que sea confidencial que vaya cifrado”. “Estoy en un tema en el que preveo que nos van a monitorizar. ¿Cómo estamos protegidos para eso?”, preguntó en otra conversación. El trabajador respondió sobre los sistemas con los que contaban y Morales respondió resignado: “No creo que sea un problema para quienes nos quieran ver (…) qué podemos hacer si una agencia de barras y estrellas quiere vernos”. “Ya me imaginaba que iba por ahí”, apostilló el técnico de UC Global. En otro correo remitido en julio de 2017 desde Miami, Morales pidió a uno de sus hombres de confianza que le enviara “el presupuesto de las cámaras” con audio que meses después instalaron en la embajada. “Envíamelo para que cuando me reúna pueda entregarlo”, concluyó.
El mensaje lo acompañó con un emoticono de Donald Trump guiñando un ojo. Y en otra conversación en la que pidió el manual de acceso “a la web de los perfiles”, la imagen de Trump se echaba las manos a la cabeza. El exmilitar había ordenado a sus hombres la elaboración y el archivo de perfiles de todas las personas que visitaban a Assange y determinó como “objetivos prioritarios” a los rusos y norteamericanos. Con la frase “vender a los amigos que te comenté” se refirió Morales a la visita de Yanis Varufakis, economista y político griego que visitó al activista en septiembre de 2017. “Este tipo de visitas y conexiones pueden ser interesantes. Hay que indicar el motivo por el que fue allí y con quién estuvo”, escribió el dueño de la empresa de seguridad a uno de sus trabajadores. Morales ordenó a sus empleados que instalaran en las ventanas de la embajada unas pegatinas que permitían grabar desde el exterior del edificio las conversaciones, según testimonios recogidos por este diario.
Assange había instalado en la sala de encuentros una lámpara de ruido blanco que encendía cada vez que se reunía porque tenía la sospecha de estar siendo espiado. Una investigación de The New York Times reveló que Assange se convirtió en objetivo prioritario de la CIA bajo el mandato de Mike Pompeo, actual secretario de Estado de EE UU y director de la agencia de 2017 a 2018. Fuentes oficiales reconocieron a ese medio que se investigó a Wikileaks en busca de supuestos vínculos de su fundador con la inteligencia rusa.
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