El principio de los vasos comunicantes es una ley aplicada en los campos de la física y la química que ha demostrado como un líquido homogéneo puede llegar a tener el mismo nivel al encontrarse en una serie de envases conectados mediante conductos sin que la forma u orientación de los vasos afecte a su nivel. El líquido está en estado de reposo al sumarse con un líquido que tenga de la misma consistencia, lo que hace que aumentará el volumen, pero se va a mantener el nivel en todos los vasos. El nivel del líquido en los vasos se va a mantener incluso cuando estos estén inclinados.
El principio científico en el que se basa dicha teoría apunta a que es la presión atmosférica y la gravedad, dos valores constantes que actúan de manera directa en el líquido contenido en el vaso, donde empujan hacia abajo de forma uniforme con indiferencia de la geometría de envase. Este principio lo introdujo Blaire Pascal el que aseguró con sus estudios que “La presión que se ejerce sobre un mol de líquido, se transmite íntegramente y con la misma intensidad en todas direcciones” a esto se le pasó a llamar el ‘Principio de Pascal’.
La aplicación como hemos dicho antes, se produce en el campo de la física y la química, siendo perfecta para la medición de la homogeneidad correcta de un líquido y para establecer un buen dato de la presión atmosférica.
Antiguamente este principio se empleaba para distribuir el agua por las diferentes comunidades que se valían de una veta de agua que emanara de alguna montaña o río, cavándose pozos de agua semi profundos conectados mediante un ducto y estos se iban llenando de agua suficiente para el abastecimiento de un hogar, pero a la vez el curso de la corriente era el que hacía posible que el agua pudiera llegar a un pozo contiguo que pudiera funcionar para otra cosa.
Los arqueólogos de todo el mundo concluyeron que las distintas civilizaciones en el tiempo demostraron tener una capacidad para construir ciudades de gran tamaño y sistemas de servicios básicos con estructuras como las de los vasos comunicantes.
En Roma y la Antigua Grecia no solo diseñaron sistemas para el agua de uso doméstico, también para el mantenimiento del riego de los ornamentos de la ciudad que estaban basados en diseños barrocos y coloniales.
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