MIAMI — Susana Lujano logró el sueño de su vida: trabaja como asistente en un bufete internacional de abogados en Houston, Texas, pero lejos de sentirse tranquila, tiene pavor de que su vida dé un giro radical y vuelva a vivir en las sombras, como en toda su niñez.
El programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) cumple 10 años este miércoles y a pesar de que muchos lo celebran, otros temen que se aproxime su final.
El programa de alivio migratorio fue creado por el entonces presidente Barack Obama y le cambió la vida a casi 800,000 jóvenes que habían sido traídos a Estados Unidos de manera irregular cuando eran niños.
El DACA los protegió de la deportación y les otorgó permisos de trabajo temporales, permitiéndoles entrar a la fuerza laboral o abrir negocios. En su décimo aniversario, sin embargo, muchos se preguntan cuál es su futuro: una corte de apelaciones podría pronto eliminar las protecciones, dejando a miles en el limbo, y abriendo la posibilidad de que la batalla legal acabe en la Corte Suprema.
VIVIR CON MIEDO, LA REALIDAD DE LOS DREAMERS
Para Lujano, la asistente de 29 años que llegó de México sin documentos en 1996, DACA representó un nuevo mundo, en el que podría trabajar, tener una licencia de conducir y “existir sin miedo” de ser deportada.
El temor, sin embargo, volvió. “Vivo día a día sabiendo que en cualquier momento (DACA) desaparece y mi vida deja de existir”, expresó Lujano, que está casada con otro inmigrante amparado por el programa y tiene un bebé de cinco meses, nacido en Estados Unidos.
DACA surgió como un programa temporal. Muchos expertos creen que la forma para que estos jóvenes puedan lograr un estatus permanente es a través de una reforma migratoria integral que apruebe el Congreso. Hace años que eso no se logra debido a la oposición del partido republicano.
Randy Serrano tiene la información.
El entonces presidente republicano Donald Trump terminó el programa en 2017. Desde ese momento, DACA ha estado a la deriva, dependiendo de órdenes judiciales y acciones gubernamentales que lo cancelan o lo devuelven a la vida. En 2021 un juez de Texas falló que el programa era ilegal.
El magistrado lo dejó vigente sólo para quienes ya se amparaban con él, vetando así a nuevos aspirantes. El gobierno de Joe Biden apeló esa orden y ahora una corte de apelaciones debe decidir quién tiene razón.
Este miércoles los jóvenes acogidos por el programa —conocidos como “dreamers” o “soñadores” — y activistas de inmigración de todo el país planean reunirse en la capital estadounidense para marcar una década de DACA y exigir al Congreso protecciones permanentes que amparen a millones de inmigrantes que viven sin autorización legal.
El fallo no afecta de inmediato a los beneficiarios de DACA existentes.
CUÁL PODRÍA SER EL FUTURO DEL PROGRAMA
Stephen Yale-Loehr, un profesor de leyes de inmigración en la Universidad de Cornell, opinó que la cosa pinta mal para jóvenes inmigrantes: tanto la corte de apelaciones como la Corte Suprema, en la que podría acabar el caso, probablemente fallarán en contra del programa porque sus miembros son conservadores, lo que podría dejar a los “dreamers” sin nada en quizás un año.
“Creo que cada beneficiario de DACA debería analizar qué otras formas puede tener para legalizar su estatus, a través de matrimonio o trabajo, o lo que sea, porque el estatus de DACA es posible que no exista en poco tiempo” dijo el experto.
“La realidad es que millones de personas indocumentadas viven en una incertidumbre”, expresó por su parte José Muñoz, portavoz de United We Dream, una de las organizaciones que busca un camino a la ciudadanía para los dreamers. “Estamos viviendo en un estatus donde cada corte, cada político, puede cambiar el rumbo de la vida” de los soñadores.
Tras viajar a la ciudad fronteriza de El Paso, Texas, para visitar a un familiar a la mitad de uno de los puentes internacionales, una pareja de dreamers quedó deportada.
Cynthia Moreno es otra de las “soñadoras” con miedo. Llegó de México a los 12 años con sus padres y una hermana menor. Uno de los grandes pesos que sentía era que al no tener documentos, no podría estudiar en la universidad: era incosteable pagar como extranjera. DACA representó un “gran alivio”, le permitió trabajar, estudiar sociología, y tener una licencia de conducir. Se convirtió así en el chofer que llevaba de un lado a otro a sus familiares y actualmente trabaja en una organización que ayuda a inmigrantes.
Desde que falleció su papá hace un año, ella también es en el sostén económico de su madre y su hermana, que no llegó a solicitar DACA porque Trump canceló el programa apenas meses antes de que ella cumpliera 15 años, la edad mínima requerida para poder beneficiarse.
Ahora Moreno, de 32 años, teme quedarse sin trabajo si termina DACA y se amarga pensando qué será del futuro de su familia. “Siento mucha decepción de que tengamos que pelear constantemente para lograr algún apoyo”, expresó desde Homestead, la ciudad vecina a Miami donde vive. “Hemos tenido 10 años con DACA, pero no se ha hecho nada para hacerlo permanente ni para que podamos ser ciudadanos”.
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