Luces, cámara, otro revés ganador en la línea. Es difícil imaginar que en dos semanas, Serena Williams esté jugando lo que podría, y muy probablemente será, su último torneo de tenis después de 23 Grand Slams y décadas de deslumbramiento en las canchas centrales.
Ella anunció su retiro en el último número de la revista Vogue, escribiendo que “evolucionará” alejándose del deporte para centrarse en la familia y su carrera como capitalista de riesgo. Williams fundó su propia firma, Serena Ventures, en 2014 y recaudó un fondo inaugural de $111 millones este año para invertir en “fundadores con diversos puntos de vista”, dijo anteriormente a The New York Times.
Cuando Serena Williams abandone el tenis, estará caminando hacia una arena tan blanca como la que acaba de dejar.
Los LP incluyen CapitalG, LionTree Partners y Norwest Venture Partners, y con un equipo de seis, la empresa ya ha invertido en 20 empresas con ese capital, Fortune reportado.
En el tenis, ella y su hermana, Venus Williams, ayudaron a romper la barrera del color para las niñas negras que buscan jugar un deporte que aún se asocia con la blancura y el privilegio. Siguiendo el rastro que abrieron incluye a Naomi Osaka, Madison Keys, Sloane Stephens y muchos otros preparándose para el día en que ellos también puedan caminar hacia las luces cegadoras del estadio Arthur Ashe.
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