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El pueblo cascada de Burgos que te dejará sin palabras

Hay tantos pequeños núcleos urbanos con atractivos naturales y turísticos que muchos son conocidos justamente en relación a ellos. Podríamos citar infinitos casos dentro de la geografía española, pero uno de los más notables es el del pueblo cascada de Burgos.

En el valle del Sedano, se comenta que los vecinos de Orbaneja del Castillo, el pueblo en cuestión, tienen el hábito de gritarse entre sí. Podríamos creer que se trata de una costumbre de esas que no tienen sentido. Pero la omnipresencia del sonido del agua hace imposible recurrir a otra forma de comunicarse. Especialmente en épocas del año como la primavera, con el deshielo y las lluvias.

Este pueblo cascada de Burgos es una maravilla

Es por esta característica, única y exclusiva, que Orbaneja del Castillo se ha convertido en una de las villas más recomendables para pasar una tarde o un fin de semana completo. Mantiene el encanto de antaño, custodiado por las altas paredes rocosas del cañón.

Esos mismos muros, modelados hace siglos por la inquebrantable paciencia del Ebro, son cortados por las callejuelas empinadas que llevan hacia los diversos puntos de la localidad. Pero si hay un camino importante aquí, ese es el que conduce hacia la cascada.

En este municipio de la comarca burgalesa de Páramos, la cascada que brota de la Cueva del Agua desde sus más de 20 metros representa uno de los grandes orgullos de los ciudadanos locales. Es importante en lo simbólico, pero también en lo geográfico. Incluso, divide el trazado en dos: la Villa y la Puebla. Y así cae perdiendo fuerza y ganando belleza hasta las casas de piedra.

Lo más increíble de los paisajes que produce esta cascada son las terrazas escalonadas que sirven como pozas de color turquesa. Enclavadas entre los musgos y los líquenes de cientos de años, las panorámicas cambian espectacularmente entre estaciones.

¿Qué más puedes hacer en Orbaneja del Castillo?

Por esta serie de condiciones tan peculiares, sus viviendas de marcado estilo montañés se transformaron en hogares de madera lentamente. Fueron adaptadas al transcurso del tiempo, y el resultado es este casco urbano declarado Conjunto Histórico Artístico.

Es una pena que muchos de los molinos que proporcionaban energía al pueblo hayan desaparecido, pero sí se mantienen bien conservados unos cuantos de los edificios más viejos , como la Casa Fuerte o el hospital del siglo XVI, la «Casa de los Pobres».

Del castillo que alguna vez le dio nombre no queda ni rastro. Eso sí, la cascada se ha quedado con ese rol protagonista que nos deja con la boca abierta.


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