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El puente de la tregua entre los ganaderos de Serdio y Adif

Puente en Serdio (Cantabria), origen de un incidente entre los vecinos y la Guardia Civil.
Puente en Serdio (Cantabria), origen de un incidente entre los vecinos y la Guardia Civil.Alberto Losa

Nadie imaginaba en Serdio (Cantabria, 170 habitantes) que algún día saldrían en las noticias por enfrentarse a la Guardia Civil con tractores y varas. La disputa, que se saldó con un ganadero detenido y algún rasguño, sirvió para difundir su lucha: impedir que Adif, responsable de estas infraestructuras ferroviarias, derrumbara el precario puente sobre las vías que conecta varias granjas con la localidad a unos tres kilómetros. Ellos pedían una solución y, tras varios meses de tira y afloja con la empresa pública, el Ayuntamiento y el Gobierno regional, han obtenido una respuesta satisfactoria: tendrán un paso provisional y el compromiso de que posteriormente habrá un puente nuevo que les permita volver a la normalidad.

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La controversia comenzó por motivos de seguridad, cuando un informe técnico de Adif confirmó lo que se puede deducir al observar ese puente con el pavimento levantado, con charcos, guijarros y vallas laterales corroídas. La compañía defiende su derribo para evitar “una desgracia”, según un portavoz, y a ello procedió en la madrugada del 7 de julio con maquinaria y operarios custodiados por agentes. Pero los ganaderos se resistieron, les impidieron el paso y el arrestado arremetió con un volquete contra un vehículo de los uniformados. Desde entonces han estado con un ojo puesto en sus animales y aperos y con otro en este paso tan deteriorado por si se lo destruían. Sin el puente, el rodeo que tendrían que dar para llegar a sus casas sería de más de 10 kilómetros.

El consejero de Obras Públicas de Cantabria, el regionalista José Luis Gochicoa, admite que los análisis de Adif ratifican el mal estado del paso, pero destaca que antes de demolerlo el Ejecutivo buscó cómo apoyar al vecindario. Tras varias semanas de conversaciones, acordaron junto a Adif y el Consistorio disponer una “pasarela provisional” para el ganado y las personas. El lunes comenzarán los trabajos para la cimentación de la infraestructura temporal y para el día 13 se espera que esté disponible.

Vecinos de Serdio (Cantabria), ante unos carteles de protesta en julio.Alberto Losa

El nuevo paso, en cambio, no permite que lo usen vehículos como los que cruzan el puente actual a diario. Según el consejero, entre la valoración de proyectos, la licitación y la ejecución de los trabajos, el futuro puente definitivo estará disponible aproximadamente en un año. La factura, de unos 250.000 euros correrá a cargo de Adif, que cubrirá la mitad, la consejería con un 30% y un 20% desde las arcas municipales. Roberto Escobedo, alcalde de Val de San Vicente (PSOE), la localidad a la que pertenece Serdio, celebra que por fin haya esperanza tras un verano de bronca vecinal. Las tiranteces, reconoce, han ido desapareciendo y el proceso, que ha sido “muy duro”, apunta a solucionarse. Una de sus principales ocupaciones ha consistido en comunicarse con los granjeros más afectados, también muy indignados al temerse la destrucción del puente sin una alternativa.

Los habitantes de esos caseríos cercanos a las vías son los primeros que admiten las carencias de ese paso elevado, pero destacan que no les queda otra solución que atravesarlo. El ganadero Pedro Sañudo, presente en los altercados de principios del verano, resume su sentir: “Estamos satisfechos pero con la mosca tras la oreja. Hasta que no veamos el puente nuevo no nos lo creeremos”. Los vecinos no terminan de entender por qué si tan insegura es la estructura actual, que tiene más de 100 años, no se agilizan las actuaciones, pues llevan “años” insistiendo en la necesidad de construir un sistema mejor. Sañudo piensa que el viaducto no debería caerse con el uso habitual de tractores, animales o coches. Otra cosa será que lo atraviese un vehículo de gran tonelaje, cosa que no debería ocurrir, y censura que en julio Adif intentara tirarlo “sin dejar más opciones” y los vecinos fuesen “avasallados por la Guardia Civil”, que acudió para “dar palos” y a no dejar “ni entrar ni salir para derrumbarlo a sus anchas”. Finalmente, la movilización popular ganó el pulso.


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