El rastro mortal del odio machista en Càlig

Familiares de Yalennis Valero y Juan Manuel Mata, las dos víctimas del doble crimen, antes del comienzo del juicio.
Familiares de Yalennis Valero y Juan Manuel Mata, las dos víctimas del doble crimen, antes del comienzo del juicio.Domenech Castelló (EFE)

Hace un par de meses tuve un encuentro con un club de lectura en Càlig, un pueblo pequeño de la provincia de Castellón cercano a Vinaròs, donde vivo. Era un grupo numeroso y muy participativo. Analizamos una novela mía que habían trabajado, conversamos sobre ella… fue una sesión interesante y llena de contenido. Al final, nos quedamos charlando un rato y, entre bromas, una de las lectoras me agradeció que hubiera ido a reunirme con ellos y exclamó: “Si escribe alguna vez algo sobre Càlig, que trate de libros y no del célebre crimen por el que todo el mundo parece recordar a este pueblo”. Hoy, debido a las circunstancias, me dispongo a traicionarlos. El caso fue tan brutal, tan llamativo, que la tentación es demasiado fuerte y sucumbo a ella. Pido perdón por adelantado a todos los habitantes, modelos de gente cordial y civilizada.

Los hechos nos remontan al año 2005. La Guardia Civil encuentra dos cadáveres en una casa de las afueras de Càlig. Pertenecen a dos jóvenes: una mujer de 25 años de nacionalidad cubana y un hombre de 23, vecino de Vinaròs, sin relación aparente entre sí. Han sido salvajemente golpeados, atados a dos sillas y asesinados con un par de certeros disparos. Ella lo ha recibido en la cabeza. Él, en un pómulo. Hoy es un caso resuelto.

Familiares de las dos víctimas del crimen tras el veredicto.
Familiares de las dos víctimas del crimen tras el veredicto.Domenech

Para entender qué es lo que sucedió, retrocedemos hasta cuando la chica tenía solo 15 años. Vive en Cuba con su familia. Hasta allí se desplaza en vacaciones un constructor gallego de 56. Se hacen amantes, si puede emplearse esa expresión dada la diferencia de edad. Al cabo de un tiempo, el gallego le pide que vaya a España con él y se instale allí. No le propone que vivan juntos porque él tiene una “amante estable”. La chica viene a España con su hermana. Hasta el año 2003 la relación sufre serios altibajos y ella va y viene de su país en algunas ocasiones. Yalennis, que así se llama, se ha hartado del terrible control que el celoso constructor ejerce sobre ella: pincha su teléfono, la hace seguir, registra sus cosas. En esa fecha decide abandonarlo definitivamente. Para alejarse de semejante intento de dominio, la víctima y su hermana se trasladan a Vinaròs y, un año más tarde, compran una casita modesta en Càlig. Él no puede soportar verse orillado de esa manera. Intenta continuar con su acoso, pero ya es inútil, Yalennis parece haber escapado de sus garras. Aun así, como demuestra una carta hallada después del crimen, la chica le teme todavía. En ella declara que si por alguna razón muriera, debe culparse a Isauro López.

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La tragedia empieza a fraguarse en esos momentos. El gallego toma una resolución escalofriante, típica del maltratador extremo: si la chica no es para él, no será para nadie más. Ha de matarla. Como semejante “tarea” no es fácil sin que te cacen, busca un intermediario para que le “presente” a un sicario. Los encuentra a ambos. Durante un tiempo ese asesino profesional vigila los pasos y los horarios de Yalennis en el pueblo.

Una noche, ambas hermanas van a un baile en Vinaròs y allí conocen a dos muchachos vinarocenses. Charlan, congenian, quedan en verse en otra ocasión y, para ello, intercambian sus números telefónicos. De vuelta a Càlig las chicas sufren un accidente de tráfico. No les sucede nada, pero el coche queda inservible. Como no conocen a nadie más, llaman a sus recientes amigos. Ellos van inmediatamente para ayudarlas. El coche siniestrado queda en un arcén. Al llegar a la casa hay un cambio de planes. Se separan en parejas chico-chica. Unos seguirán la juerga fuera, otros se quedarán en Cálig. Yalennis y su acompañante franquean la puerta mientras los otros se alejan en el coche. Dentro, el asesino había esperado pacientemente. Se sorprende al ver que son dos personas las que entran, pero le da igual, no puede dejar testigos. Un rato más tarde ambos jóvenes están muertos. A Yalennis la perseguía el destino. El chico de Vinaròs se encontró con él fortuitamente.

Los servicios de Salud sacan uno de los cadáveres del establecimiento de Càlig.
Los servicios de Salud sacan uno de los cadáveres del establecimiento de Càlig.EFE

La Guardia Civil llamó justamente así a la investigación: Operación Destino. El primero que cayó debido a las pesquisas fue el sicario. Durante su espera en la casa se fumó un cigarrillo y tiró la colilla al desagüe del lavabo. De allí tomaron el ADN los investigadores. Era el único habitante del pueblo con antecedentes penales y trabajaba en una fábrica de la localidad. Se hizo un análisis de ADN de todos los trabajadores. Días después y sin saber aún el resultado, el sospechoso huyó a la República Checa. Allí lo detuvieron y extraditaron a España poco tiempo después.

Tras los cuatro años que duró la investigación, el sicario fue juzgado y condenado a 44 años de cárcel. Guardó silencio sobre el resto de los implicados. Tuvieron que pasar casi 10 años para que un testigo al que habían amenazado de muerte perdiera el miedo y declarara: él había hecho las presentaciones entre el intermediario y el asesino ya encarcelado. El intermediario acusó al empresario como instigador. Hubo un juicio y condenas para ambos. En mayo de 2016 el Tribunal Superior de Justicia de Valencia elevó la pena del intermediario de 30 a 40 años. Había sido recurrida por los familiares de las víctimas. El empresario cumple una condena de 28 años.

Isauro López no tiene un perfil psicopático. En el juicio se le oye decir que la chica era simplemente una prostituta, que le pagó todos sus gastos, que él era un poco golfo. Da la impresión de que piensa que “no es para tanto”. Obviamente no estamos en una novela, sino en una terrible realidad. Siguen viéndose cosas, quizá no tan alambicadas, pero parecidas. Es terrible.

Óscar Anglès, joven concejal de Cultura de Càlig, me cuenta que en el pueblo el crimen ya es algo lejano, pero después me da un dato sobrecogedor: la casa donde se cometieron los atroces asesinatos sigue sin poder venderse todavía.

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Alicia Giménez Bartlett (Almansa, Albacete, 70 años) es escritora. Reconocida por su serie protagonizada por la inspectora Petra Delicado. En 2011, recibió el Premio Nadal por Donde nadie te encuentre y en 2015, el Planeta con Hombres desnudos.


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