Una monja en un convento de la orden Carmelitas Descalzas.Carmelitas Descalzas de Cádiz
La división de cara al plebiscito del 4 de septiembre sobre una nueva Constitución en Chile ha permeado todos los ámbitos sociales. Las discusiones entre quienes aprobarán o rechazarán la propuesta se viven en las sobremesas familiares, fiestas de amigos, reuniones laborales… y hasta en las congregaciones religiosas. Esta semana, el monasterio de las carmelitas descalzas de San José de Maipo (Región Metropolitana) emitió un comunicado defendiendo la propuesta de la convención, llevándose los aplausos del mundo progresista. También el disgusto de la asociación de la orden, que salió a aclarar que la postura de sus hermanas les produce “profundo dolor y no representa la opinión de las carmelitas de Chile”, abriendo un frente inesperado.
La polémica saltó más allá de los muros monacales. El obispo auxiliar de Santiago, Carlos Godoy Labraña, criticó la opción de las carmelitas de San José de Maipo. Puso énfasis en lo “grave” que le parece que en la propuesta “no se proteja la vida del que está por nacer, siendo este un derecho humano inalienable, pues el aborto transgrede el alma de Chile”. El texto constitucional consagra los derechos reproductivos y sexuales, dentro del cual está el derecho al aborto -que sería regulado posteriormente en un proyecto de ley-.
Godoy añadió que al ser mujeres que han consagrado su vida a Dios “tienen la obligación no solo moral, sino una grave responsabilidad al momento de expresar sus opiniones, de las que gozan de total libertad, con el límite de la Verdad, donde está Cristo”. La opinión del obispo le echó más gasolina al asunto. La agrupación de Cristianas y Cristianos por el Apruebo hizo un llamamiento a respetar las distintas opiniones: “Es grave cuando el emplazamiento es de un obispo a un grupo de religiosas mujeres, lo que nos recuerda el duro camino de avanzar hacia la paridad en los mundos patriarcales eclesiales”.
Uno de los aspectos de la propuesta que destacaron las carmelitas de San José de Maipo es el reconocimiento que hace a los pueblos indígenas como naciones, “restituyéndoles, siquiera parcialmente, sus tierras, aguas, lengua y lo esencial, su dignidad, lo que es un gesto que dignifica a Chile”. Los dardos de quienes se oponen al texto se han dirigido principalmente a la temática indígena. En la carta, también celebran el reconocimiento de la espiritualidad como elemento esencial del ser humano y el respeto consagrado a la naturaleza, “en línea con lo que pide el Papa Francisco en la encíclica Laudato Si”. Reconocen que la propuesta “es perfectible”, pero que se puede solucionar con diálogo, respeto y buena voluntad, pero que si se rechaza, Chile perderá la posibilidad de “dar un paso grande en el devenir”.
La misiva “representa la voz de un monasterio, el único que no está asociado a los 13 monasterios de las Carmelitas Descalzas de Chile”, aclaró la entidad al día siguiente. En el comunicado afirmaban que como mujeres y ciudadanas, las monjas de la orden acudirán a las urnas para decidir “lo mejor para Chile, teniendo presente que como cristianas, es el Evangelio de Jesucristo y sus valores”, los que deben orientar la toma de decisiones para el país, entre los cuales remarcaron que defienden “la vida desde su concepción hasta su muerte natural”.
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