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El restaurante Can Gat y el pescador Toni Quintals

El restaurante y el pescador

Al norte de Ibiza, en la cala de Sant Vicent, las mesas de Can Gat se distribuyen a pocos metros del agua. Apenas habíamos decidido el menú cuando Pedro Guash, uno de los propietarios, nos comentó que nuestro bullit de peix y el arroz a banda contendrían rodajas de rotja (cabracho), de gallo (pez San Pedro), de silvia (pez limón) y de mero. ¿De dónde procedían aquellos pescados?

‘Bullit de peix’ en el restaurante Can Gat. J.C. CAPEL

Poco antes de que concluyéramos el almuerzo se sentó en nuestra mesa el risueño Toni Quintals, pescador artesanal, proveedor de Can Gat, con quien estábamos citados.

¿Cuántos años llevas en el mar?

“Los Quintals somos una familia de pescadores, tres generaciones faenando con el mismo llaüt. Mi abuelo, todavía vivo, ha cumplido 102 años, además de mi padre y yo. Y ahora mi hijo, que también será pescador. Hasta los 100 años mi abuelo se embarcaba, siente pasión por el mar”.

¿Os fastidian el oficio?

Arroz a banda en Can Gat. J.C. CAPEL

“Cada día nos imponen más restricciones. Mi abuelo y mi padre pescaban con libertad y se autorregulaban. Capturaban las especies por temporadas y dejaban recuperar las pesquerías. Los artesanos lo hacemos de manera natural. Están acorralando a la pesca artesanal. Los grandes sufren con otras cuestiones como las paradas biológicas”.

¿De qué artes te sirves?

“Aparte del palangrillo utilizamos artes de parada (almadrabilla y morunas) con las que reconducimos los pescados hasta un copo donde aletean a 20 metros de profundidad. Desciendo, veo las capturas, subo y vendo las piezas por teléfono todavía vivas. Normalmente 5 o 6 que me compran enseguida. Sacrifico los peces y abro la red para liberar al resto, pescados que no tienen mercado. No conozco una pesca más selectiva que la nuestra. Casi pesco por encargo hasta el punto de que si intuyo que no hay compradores no salgo a faenar. En invierno, con la hostelería de la isla a medio gas, no calamos los artes fijos. Si entrasen contingentes abundantes se desplomarían los precios y contribuiríamos a agotar el caladero”.

Cala Sant Vicent en Ibiza. J.C. CAPEL

¿Hay suficientes pescadores en Ibiza para abastecer la demanda de la isla?

“En absoluto, pero, aunque fuésemos cinco veces más tampoco lo seríamos. En 15 días Ibiza pasa del 0 al 100. Fatal para cualquier negocio, incluidos los restaurantes. De hecho, numerosos pescadores paran en invierno”.

¿Sobrevivirá la pesca artesanal en Baleares?

“Si en el futuro se controla la venta furtiva los profesionales podremos sobrevivir. Hay maneras de hacerlo, pero quienes deben y pueden hacen la vista gorda. En Ibiza nos conocemos todos. Los profesionales queremos que haya controles, empezando por mí. Si me dicen que solo puedo pescar con un palangre de 300 anzuelos es posible que no saque ni para el jornal. Este año tal vez no, pero dentro de poco se regenerará. Nos jugamos el sustento”.

¿Quiénes están detrás de las ventas furtivas?

“No todos los pescadores deportivos son malos. Ni todos los profesionales lo hacemos bien. Yo el primero. Lo único evidente es que llevo toda la vida pagando impuestos mientras que los pescadores deportivos no pagan nada. Lo que no se debe permitir es que vendan sus capturas de forma clandestina y conviertan su actividad en un modo de vida. Por culpa de unos pocos se ha jodido el mercado. Hay restaurantes que les compran y el circuito se ha trastocado. ¿Para qué van a convertirse en profesionales si viven de la pesca sin que nadie les controle?”.

La familia de pescadores Quintals. JOAN F. RIBAS

¿Cómo afecta a vuestro trabajo la hostelería?

“El mercado se ha vuelto muy señorito y rehúsa determinados pescados. Los comensales rechazan un bullit de peix elaborado con serranos, mólleras y otras especies mal llamadas pobres. Solo quieren rotjas, gallos, dentones, pargos y meros. No saben lo que se pierden y el daño que se hace a la sostenibilidad del mar. El congrio aquí no se cotiza. Ni la morena, que Ángel León ha puesto de moda en la Península. Cuando entra un congrio lo suelto aún vivo”.

¿Qué pasa con los atunes rojos?

“Se están convirtiendo en una plaga, una especie depredadora que lo devora todo. Nosotros no podemos pescarlos, nunca hemos tenido licencia. Cada temporada entran atunes en mis redes que no puedo vender. Si me sorprenden con uno estaría sujeto a sanción penal. Da lo mismo transportar cocaína que atún. Los pesco por accidente. Atraviesan las redes, las rompen y mueren. Y me encuentro con 1.000 euros tirados”.

¿Y con la pesca de arrastre?

“Genera descartes de morralla, rotjas y gallos pequeños que un año después llegarían a un kilo. Un ejemplo de pesca no selectiva, la que esquilma. Y me cuesta decirlo porque tengo amigos que van al arrastre. La Unión Europea está en contra, la quiere regular y la Cofradía de Pescadores de Ibiza está preocupada. No me sorprende. Años atrás faenábamos en zonas donde había piedras que han desaparecido de tanto pasar y rastrillar. Es insostenible y mala para el mar. Captura peces de forma indiscriminada y destruye sus hábitats. Nunca he estado en una barca de arrastre, pero las veo pasar con bandadas de gaviotas detrás. Por algo será. Dos tíos desde la cubierta volcando paladas de peces muertos un día tras otro. En Ibiza cada vez hay menos arrastre porque no pueden aguantar, les aprietan por todos lados. Será positivo y los pescados se reproducirán. Seré el primero en ayudar a los pescadores de arrastre a que encuentren una salida”.

Vivero de langostas ibicencas en el restaurante Can Gat. J.C. CAPEL

¿Quedan langostas en Ibiza?

“Quedan porque se han respetado y los furtivos aficionados no han encontrado la manera de capturarlas. De lo contrario no quedaría ni una”.

¿Dónde fondeas el llaüt?

“A 50 metros de la playa. Mi vida siempre ha dependido del mar. Me levanto, miro el horizonte y me pregunto: ¿salgo o no salgo? Dos segundos para decidir. Te confieso que me mareo. Veo el movimiento del agua, pienso en embarcarme y ya me he mareado. No me gusta faenar en solitario, siento demasiado respeto por el mar”.

Las respuestas de Quintals contenían dinamita. Con una permanente sonrisa sobrevoló sobre temas palpitantes susceptibles de extrapolarse a otros puntos de las costas españolas. Del privilegio de restaurantes como Can Gat, que cuentan con pescadores de proximidad que recolectan y cuidan la huerta marina, al fraude de la pesca furtiva y su complicidad con un sector oscuro de la hostelería. Incidió en el antagonismo de términos como sostenibilidad y pesca de arrastre, mientras esbozaba un angustioso SOS en favor de la pesca artesanal, acorralada en parte por los intereses comerciales de lobbies internacionales.

Xicu Cardona, secretario de la Cofradía de Pescadores de Ibiza. SILVIA CASTILLO

Xicu Cardona secretario de la Cofradía de Pescadores de Eivissa.

La víspera de nuestra visita a Can Gat habíamos intercambiado puntos de vista con Xicu Cardona. secretario de la Cofradía de Pescadores de Ibiza. en un rincón de Capuchino Gran Café. Esta vez en compañía de la periodista Silvia Castillo. Otro enfoque con no pocos puntos de afinidad con los de Toni.

¿Qué aporta el arrastre a la isla?

“Nuestro principal objetivo es contrarrestar la mala publicidad que tiene y defender su sostenibilidad. Desde hace años Europa nos da caña a mansalva, cada vez más. La última normativa dispone que entre 2020 y 2025 las embarcaciones de arrastre deberán reducir su actividad en un 40%. Algunas de las nuestras faenaban 200 días al año para ser rentables, si se restringe a 150 días cerrarán. Son fundamentales para mantener el mercado. En Ibiza hay muchas embarcaciones de artes menores como los llaüt, que en invierno se paran. El mercado nos lo aseguran las de arrastre. Además, sostienen las estructuras de las Cofradías y los servicios al resto de las embarcaciones. Si desaparecen será complicado mantenernos”.

El arrastre no es sostenible.

“Nadie discute que es perjudicial para los fondos marinos y que en determinadas zonas del Mediterráneo español, en Italia y Grecia, está sobredimensionado. Se impone hacer ajustes. Sin embargo, creemos que en Ibiza y Formentera hemos conseguido un punto de equilibrio y la pesca de arrastre es sostenible. Si tuviéramos 40 embarcaciones no lo sería, pero solo disponemos de 6, de las cuales 4 en Ibiza.

Tenéis todo en contra.

“Las normativas son genéricas para el conjunto del Mediterráneo. Desde Bruselas es muy fácil repartir café para todos, pero nuestro caso es singular. Nuestras flotas no están sobredimensionadas. Eso es lo que intentamos defender. En Baleares solo hay 35 embarcaciones de arrastre”.

¿Y en comparación con las italianas de Sicilia y Córcega?

“En el Adriático utilizan redes ciegas que han generado desplomes en los bancos de salmonetes, merluzas y gambas rojas. Al parecer, hay especies que se encuentran en un nivel crítico y la normativa nos impone a todos las mismas restricciones. Es evidente que Europa se quiere cargar el arrastre y busca la manera de conseguirlo. En Ibiza y Formentera no tenemos problemas con los stocks. Nosotros ya nos hemos impuesto nuestras propias restricciones: un mes de veda al año y reducción de la flota. Los pescadores de Ibiza han sido pioneros en muchas cosas: las etiquetas Peix Nostrum, la limitación de las capturas en las reservas marinas, aparte de no pocas investigaciones”.

¿Y respecto al atún?

“Los que determinan la cuantía de las capturas no son los gobiernos sino empresas y organizaciones intergubernamentales. Para la flota de artes menores de Baleares el cupo asignado es mínimo, 60 toneladas, nada. Estoy seguro de que esas 25 embarcaciones que llegaron de Francia hace dos semanas en un solo lance capturaron la totalidad de nuestro cupo durante un año. Solicitamos que se nos amplíe para las embarcaciones artesanales y que nos permitan instalar almadrabas pequeñas que desde tiempos históricos siempre han existido en nuestro litoral. Las almadrabas son artes muy sostenibles”.

¿Hay un mercado ilegal?

“Diría que no consentido. En todos los restaurantes de Ibiza deberían ofrecer atún capturado por los pescadores artesanales de la isla respetando las vedas y los cupos. Nos quejamos de que va a convertirse en una plaga. Los bancos de calamares y salmonetes disminuyen por la depredación de los atunes. Hasta entran en los puertos a comer, lo nunca visto. Hay una clara sobrepoblación. Sin embargo, no nos lo dejan pescar y se los están llevando empresas en complicidad con el ICCAT, organismo que decide el reparto de túnidos y especies migratorias manipulado por lobbies y grandes consorcios. Se aprovechan del poco peso económico y político que posee la pesca artesanal. Nos toman por tontos”.

¿Y la comercialización?

“La pesca comparte inquietudes con la agricultura. Se está dejando que desaparezca el pescador artesanal de proximidad, el que proporciona el producto fresco de cercanía en beneficio de productos que llegan de cualquier parte del mundo, como China, Sudamérica y Canadá. Es la gran mentira de la sostenibilidad. No es un problema de España sino de Europa atenazada por los lobbies que toman decisiones. No hay mejor ejemplo que nuestra langosta, finísima, que sin embargo nos cuesta comercializarla a pesar de que mantenemos su precio fijo a 60 euros durante todo el año. En julio y agosto sube la demanda, pero en mayo y junio, en plena temporada, resulta difícil. ¿Sabes el motivo? Las langostas de Marruecos que entran a discreción. Por otro lado, algunos restaurantes de la isla no apoyan a nuestros pescadores. Igual nos compran unas cuantas para introducirlas en sus viveros y lucir las etiquetas Peix Nostrun. Presumen de las langostas de la isla, pero enchufan otras de cualquier procedencia. Hace poco vi un restaurante que anunciaba langosta de Ibiza y era del Caribe, que es una especie distinta. Mola decir que son de la isla, aunque no lo sean”.

Era el detonante que necesitaba la periodista Silvia Castillo para intervenir: “Los pescadores artesanales están indefensos, no cuentan con nadie que los defienda. Se nos olvida a su vez la pesca submarina no regulada y furtiva que juega en contra de la artesanal. Algunos restaurantes de Ibiza viven de la pesca submarina y no apoyan a los pescadores. La única solución es que declaren a la pesca artesanal actividad en vías de extinción”.

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El pescador Toni Quintals con Àngels Marí y Pedro Guash, propietarios de Can Gat. J.C. CAPEL
Restaurante Can Gat, en la cala de Sant Vicent. J.C. CAPEL
‘Bullit de peix’ de Can Gat. J.C. CAPEL
Cocineros en Can Gat. J.C. CAPEL
Toni Quintals con su hijo. JOAN F. RIBAS
La familia de pescadores Quintals en su ‘llaüt’.
Carta de platos en Can Gat. J.C. CAPEL




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