Entre seis y ocho familias de refugiados de la guerra en Ucrania —hasta 30 personas— serán acogidas a mediados de abril en el palacio de Het Oude Loo, ubicado en los dominios de la casa real holandesa en la localidad de Apeldoorn, en el centro del país, a unos 100 kilómetros al este de Ámsterdam. Aunque pertenece al Estado, el rey Guillermo de Holanda alquila este castillo para reuniones familiares privadas, y ha llegado a un acuerdo para alojar en él a quienes huyen de la contienda. El monarca sigue así el ejemplo de los reyes de los belgas, Felipe y Matilde, que han sido los primeros en ofrecer un inmueble del patrimonio real a familias ucranias. En el seno de la monarquía británica también se evalúa la forma de prestar “ayuda práctica” a los que se refugian, según la prensa del Reino Unido.
El palacio es un antiguo pabellón de caza del siglo XV con el interior renovado, y su designación como edificio de acogida se ha hecho de acuerdo con las autoridades locales y centrales, y en nombre del rey Guillermo, según explica el Servicio de Información de la casa real (RVD, en sus siglas neerlandesas).
Castillo de Het Oude Loo, situado en la localidad de Apeldoorn a unos 100 kilómetros de Ámsterdam. Alamy Stock Photo
De ladrillo rojizo y con tres torres grandes y una más pequeña, Het Oude Loo no está abierto al público, aunque su jardín se puede visitar entre abril y mayo. En 2006, los entonces príncipes herederos de Japón, Naruhito y su esposa, Masako, pasaron allí una temporada. La princesa, hoy emperatriz consorte, necesitaba descanso para poder superar el reto de la estricta etiqueta de la corte nipona. Es un lugar frecuentado por la familia real holandesa y está situado cerca de otro palacio de nombre similar: Het Loo. Este último fue la residencia de verano de los miembros de la Casa de Orange hasta 1962, cuando murió la bisabuela del rey actual, la reina Guillermina. Ella cedió el conjunto palaciego al Estado, que lo convirtió en museo nacional en 1984.
La semana pasada, los reyes Felipe y Matilde de los Belgas fueron los primeros monarcas europeos en brindar acomodo a los refugiados ucranios. El palacio real confirmó entonces que la pareja ofrecía dos casas para “una acogida de urgencia”. Destinadas a tres familias, serán acondicionadas y amuebladas, y estarán listas en abril. Antes de la crisis humanitaria desatada por el conflicto en Ucrania, iban a ser destinadas a vivienda social. En este caso, el acuerdo se ha cerrado a través de la Donación Real, una institución pública que gestiona las tierras, castillos y otros edificios de la realeza. Tanto los reyes holandeses como el belga han visitado centros de recepción de refugiados en los últimos días.
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En el Reino Unido, portavoces del Royal Household (la casa real) han señalado que “se busca la forma de ofrecer ayuda práctica y apoyo” a la vista de lo que está ocurriendo. De momento, Isabel II ha hecho un “generoso donativo”, según ha confirmado el comité que coordina la ayuda humanitaria destinada a la población ucrania. Por su parte, la prensa británica indica que las fincas de Balmoral y Dumfries House, ambas en Escocia, se barajan como posibles lugares para recibir a grupos de ucranios. En los terrenos de la primera se encuentra el castillo donde la reina pasa sus vacaciones de verano. La otra es una casa de campo palaciega que pertenece a la fundación del príncipe Carlos (The Prince´s Foundation), una organización benéfica, que la mantiene como atracción turística.
Hasta la fecha, unos tres millones de ciudadanos ucranios han tenido que abandonar su tierra hacia otros países europeos. Más de 12.000 refugiados ha llegado ya a Países Bajos, y el Gobierno de centroderecha calcula que puede amparar a unas 20.000 personas. El mercado holandés de trabajo temporal está abierto para ellos sin necesidad del correspondiente permiso y con efecto inmediato. Por otro lado, a Bélgica han llegado por ahora unos 10.000 ucranios, según fuentes gubernamentales. El Ejecutivo británico había cursado este lunes unos 9.500 visados para ucranios con lazos familiares en el Reino Unido, según cifras del Ministerio de Interior. Las trabas burocráticas han retrasado la obtención de permisos para entrar en el país.
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